CAPÍTULO 2.

32.1K 1.8K 185
                                    

yeeun_mm

BRUNO D'ANGELO.

— Llama a Fabiola y dile que me espere lista en su departamento.– le ordeno a Stefan. Dicho eso me encamino al lugar donde nadie quiere estar; pero no es mí culpa que no piensen en las consecuencias que sus acciones puedan tener.
Mí parte favorita de torturar a un violador, es corta las manos que una vez les sirvieron para hacer tal atrocidad a alguien que es inocente, libre de culpa, que estuvo en el lugar y la hora equivocada, sin saber lo que un ser tan repugnante le haría.

Sólo de pensar en la pobre chica, mí furia se eleva, y la dopamina se libera rápidamente por mis venas; él diablo a vuelto.

Entro al oscuro calavozo, especialmente construido para estas ratas miserables; camino donde todos mis hombres se encuentran ya junto al individuo.

— Por fin conozco la cara del gran hombre que tiene aterrorizada gran parte de Italia; él diablo de la Cosa Nostra.– dice altanero con la cabeza bien en alto.

Me río por su confianza al hablarme, no cualquiera tiene ese derecho de dirigirse a mí como sí fuera mí amigo y mis hombres lo saben. Algo que es intolerable para mí.

— No te atrevas a hablarme como sí me conocieras, no sabes con quien estás hablando, y lo que has cometido se paga con la muerte.– agranda sus ojos cuando digo eso último, empieza a transpirar, su cara es de total terror y mí sonrisa se agranda al verlo.
Es aquí cuando no son nada, es cuando suplican por su alma, pero lamentablemente yo no tengo piedad.

— Señor, tenga compasión por mí.– pide hecho un mar de lágrimas.

Su miedo es mí alimento, verdaderamente disfruto todo lo que una tortura conlleva. De ahí mí apodo por se tan despiadado, nadie quiere caer en las garras del diablo; todos suponen que nadie se libra de él, y lo suponen bastante bien.

— Y cuando ella te suplicaba que te detuvieras, ¿lo hiciste?.– me mira entre sorprendido y confuso. Me siento para que empiece a hablar de una buena vez, no estoy de humor para él.

— No entiendo de que me ha... ¡Ah! Joder.– chilla del dolor cuando le clavo un cuchillo en la mano. Esposado sobre la mesa no puede hacer nada, está indefenso tal como su víctima.

— Dejame refrescarte la memoria.– me levanto de mí asiento, inclinandome a su altura.  — Violaste a una chica inocente, no más de veinte años.– hago una pausa y continuó, estos temas no son de mí agrado en absoluto. — Sabes todo lo que tendrá que pasar esa chica de ahora en adelante, recordará toda su vida, la noche de su violación; vivirá recordando tú asqueroso rostro a cada minuto.

Stefan me extiende un sobre con la información de la vida de él, lo leo detenidamente antes de proseguir.

— ¿Qué harías sí a tú hija le hicieran lo mismo?.– se sobresalta con rabia al escuchar aquello.

— Ni se te ocurra tocarla.

— No te preocupes, no soy un cerdo como tú; al contrario me agradecerá de librarla de un ser tan podrido como lo es su padre.– niega y suplica pero lamentablemente, la compasión no es mí virtud.

— Les hubiese perdonado la vida a todos ustedes por haberse metido en una zona que no les correspondía; pero la gota que derramo el vaso, fue la acción que tú cometiste ahí mismo. Ahora serán mis enemigos, una plaga que estoy dispuesto a exterminar desde la raíz.- no dice nada, su mirada se pierde en el suelo. Su momento a llegado.

— Háganlo.– doy la orden para que empiecen a cortar sus manos, yo no me manchare las manos en está ocasión con su sucia sangre.

— ¿Q-qué hacen?, ¡ahhh! Eres un gran hijo de puta.– sus gritos retumban en el calabozo. Uno menos en este mundo de mierda, donde basura como él no merece vivir.

MI ADICCIÓN.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora