CAPÍTULO 11.

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                   BRUNO D'ANGELO.

— ¿En qué tanto piensas?.– pregunta mi padre.

No medí el tiempo que me tomé mirando aquel árbol en el que me gustaba jugar de niño después de superar todos los traumas que me embargaban. Salí de casa para tratar de distraerme y no estar siempre con la tentación de ir a verla. Todos los rincones de mi hogar huelen a ella, eso terminará de volverme loco.

He decidido visitar a mis padres pero sólo papá se encuentra aquí, a diferencia de mamá que se encuentra puliendo los últimos detalles de próxima gala.

— ¿Qué fue lo que más te enamoró de mamá?.– le cuestionó de repente y por alguna extraña razón, Alana viene a mi mente.

Él sólo ríe tardandose un poco en responder.

— No sé la razon de tú pregunta, pero no me meteré en tú vida. Sólo tú sabrás cuando decirme. Cuando vi a tú madre por primera vez supe tenía que ser mía, jamás me vio o supo quien era en realidad hasta días después de tenerla a mi lado. Al contrario de ti, yo si quería entregarme a una mujer, pero nadie me convencía o me llamaba tanto la atención como para convertirla en mi esposa. Todas eran mujeres con "clase" pero con una mente podrida y ambiciosa que sólo me veían como una ganancia para ellas. Hasta que la conocí a ella. Tan serena y un porte que realzaba su belleza sin tener nada costoso con ella. Desde ese momento jamás la perdí de vista hasta que tomé la decisión de tenerla siempre conmigo; al principio me odio y me trataba de lo peor.– se detiene y ríe cuando recuerda ese momento.  — Después la química entre ambos fue tan fuerte que nos casamos enseguida, no podíamos esperar más, todo paso en un instante, empecé a tratarla más amorosamente a pesar de sus insultos hacía mi persona y fue la mejor decisión, ella se enamoró de mi por mis sentimientos y no por todo el dinero o lujos que le podría proporcionar, eso es algo que se nota enseguida y eso hizo que mi fascinación y amor hacía ella creciera más. Y lo demás ya lo sabes.– termina de contarme todo y lo último de algún modo sé que logra ponerlo triste aunque no lo demuestre, a los D'angelo les hubiese gustado tener hijos propios pero lamentablemente mi madre adoptiva no pudo hacerlo, la  esterilidad llegó a alguien que se merecía la mejor de la vida, y por algún extraño suceso del destino a pesar de no ser su hijo legítimo compartimos la misma desgracia.

Vaya vida de mierda la que nos tocó tener.

— ¿Porqué me preguntas todo ésto Bruno?, sé que prometí no meterme en tú vida pero es muy raro que me preguntes estás cosas.– me cuestiona y me estoy debatiendo entre decirle o no, necesito sacar ésto que me quema. Nunca nadie me había hecho sentir esté sentimiento de hostigamiento a causa de querer estar a su lado o con tan sólo verle como Alana me hace sentir.

— Por que hay una mujer que me reproduce el mismo sentimiento que tú tuviste con mamá al principio y eso me aterra enormemente, no quiero entregarme a ella y que ella no sienta lo mismo, mi trauma de niño llega a mi mente cuando estoy a su lado, ese sentimiento de querer huir es inquebrantable.– ríe entre sorprendido y feliz, se acerca más a donde estoy y me mira fijamente.

— Intenta dejar tus fantasmas atrás, siempre habrá alguien que esté a tú lado a pesar de todo, déjala entrar a tú vida y siéntete libre de amar. Me alegró de que por fin hayas encontrado a alguien que va a formar parte de ti, de estar en tú vida y por quien luches. No temas arriésgate a algo que la vida te está proporcionando.– me alienta y yo sólo permanezco callado.  — Y dime, ¿la has secuestrado o simplemente sólo la admiras de lejos?.

— La conocí en una cafetería, fue un viaje improvisado de negocios a Estados Unidos para reunirme con los demás integrantes del clan y es entonces que ella logró cautivarme.– al principio se asombra pero guarda silencio y continuó todo por lo que pase previo desde que la conocí.

MI ADICCIÓN.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora