CAPÍTULO 4.

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ALANA COLLINS.

Respiro el suave aroma que se cuela por mí nariz, el aroma a flores y todo sobre jardinería me encanta, mamá dice que nací con el don y los gustos de la abuela; plantar semillas y que den sus frutos antes de su debido tiempo ella lo considera especial, así como también heredé su cabello rojo. Probablemente por que no a todos se nos da el amor por la naturaleza. También heredé el carácter singular que la caracterizaba, pues suelo ser un poco impulsiva y no dejarme humillar por las demás personas.

Camino cansada por las extensas calles de Chicago, el calor es soportable hasta cierta hora del día.

Suspiro muerta del cansancio, mis pies duelen por el largo recorrido que los he obligado a andar.

El esfuerzo crece irremediablemente en mí al pensar el por que lo hago; mí madre, la mujer que prácticamente sola me vio crecer y me ayudo a superar mis miedos e inseguridades, es por ella por lo que lucho en está ocasión. Hago hasta lo imposible por encontrar un trabajo, pero mis posibilidades de encontrar son casi nulas; una de ellas es la maldita experiencia que se solicita al pedirlo, tachó nuevamente una de las direcciones a las que fui a pedir trabajo para mí, por desgracia ese puesto ya no estaba disponible, otra persona había corrido con la suerte de llegar primero.

Soy una estudiante que cursa su último año de universidad en busca de un trabajo para poder comprar las medicinas de su madre. Por fortuna tengo una beca completa que paga mis estudios en está, pero sin embargo debo costear los gastos que hago fuera de ella.

Pero lo que verdaderamente me importa es llevar algo de dinero para mí madre, fue diagnosticada con un terrible tumor en su pecho izquierdo, es maligno y sí no se lo extraen podría morir. No tenemos los recursos suficientes para pagar los gastos del hospital, pero con tal de salvar la vida de mí madre soy capaz de todo, incluso de abandonar la universidad y conseguir dos empleos de medio turno hasta conseguir el dinero exacto de su operación y toda su medicación. Lamentablemente mamá no pudo continuar trabajando, por lo que de ahora en adelante yo seré la que aporte dinero a casa para todo.

Sólo somos ella y yo, mí padre murió en un terrible accidente automovilístico cuando yo era una niña de tan sólo siete años, lo poco que recuerdo de él me hace añorarlo demasiado. Era un buen padre, esposo y persona.

Tiro el periódico exhausta y decepcionada, tal vez será mejor continuar mañana. Camino sin mirar por donde metida en mis pensamientos, cuando de pronto me doy cuenta que éste no es la ruta para tomar el transporte y volver a casa. Observo para ambos lados y de repente mi vista se ilumina, un cartel en el que solicitan mesera de una cafetería; probare suerte en éste último lugar antes de regresar con mamá.

El lugar se ve un tanto exclusivo, por lo que no creo poder tener el prefil adecuado para trabajar ahí, pero me armo de valor y decido entrar. Cruzo los dedos para que está sea la excepción.

Su estructura y diseño es lo más sorprendente, pero el olor a café es lo más fascinante, jamás había olido algo verdaderamente rico. Los comensales parecen ser de clase más alta que la mía, su vestimenta va de acuerdo a ellos y éste lugar sumamente delicado y  refinado.

— Disculpe vengo por lo del anunció, me interesa trabajar aquí.– le hablo a uno de los encargados que se encuentra detrás de la barra, éste me observa de arriba hacía abajo y por sus gestos reprobatorios no creo poder obtenerlo.

— ¿Tienes experiencia?.– niego, pero antes de que hable lo interrumpo.

— No, pero aprendo rápido señor, sólo deme una oportunidad, la necesito demasiado.– pongo mis manos en señal de oración pero parece no importarle.

MI ADICCIÓN.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora