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Al irrumpir en la habitación, las tres criadas que antes conversaban felices miraron a Camilla con ojos muy abiertos. Parecía como si la conversación nunca tuvo lugar, porque el cuarto estaba en un silencio sepulcral. Ni siquiera se escuchaban sus respiraciones.

—Alisten mi ropa para salir, ustedes actuarán como mis guías. ¿Saben a qué hora regresará Lord Alois? Porque debemos regresar antes que él.

Las tres mujeres se miraron la una a la otra. Camilla sintió como su molestia crecía al verlas tan asustadas. Pues esas mismas personas hace tan solo unos momentos atrás no reparaban en sus palabras, ¿entonces por qué se quedaba callada frente a la persona en cuestión?

—U-Umm...¿Se refiere a nosotras tres?

Después del silencio, una de las criadas le preguntó con una voz temblorosa. Ni siquiera miró a Camilla solo a sus compañeras. Esta joven parpadeaba y se movía sin cesar.

—¿Hay algún problema?

Cada vez que Camilla terminaba de hablar, el silencio reinaba en la habitación. Ellas se seguían mirando entre sí, muy asustadas. Luego, la misma sirvienta que había hablado antes, que no era la que Camilla conocía sino era la más delgada y alta del grupo, volvió a hablar. Parecía la mayor de todas.

—Umm, es que estamos ocupadas con el trabajo ahora...

¿Cierto? Ella le dio un pequeño empujón a la que estaba a su lado, quien al notarlo asintió repetidamente.

—E-Es verdad, hay un montón de trabajo que hacer cada vez que el Maestro regresa.

—L-Lo siento mucho, p-pero por favor encuentre a otra persona...

—¿Están trabajando ahora?

Camilla suspiró con enojo. Eran completas mentiras. ¿Siquiera recuerdan lo que ellas hablaban antes de que Camilla entró?

—Me pregunto por qué están en el lugar de descanso en vez de trabajar, tengo mucha curiosidad.

Camilla dirigió su mirada a la criada más pequeña, que trataba de esconderse detrás de una de sus amigas. La chica de baja estatura con el cabello atado. Tan pronto sus ojos se encontraron, la criada empezó a temblar.

—...¿S-Se refiere a mí?

Ella temblaba sin parar como si se tratara de un pequeño animal frente a su depredador. Sumado a su corta estatura, rasgos de niña y ojos negros, la figura era lamentable.

—Después de rechazar acompañarme, te encuentro aquí. ¿Tanto odias la idea de salir conmigo?

—N-No...Umm...

—Ella solo está tomando un descanso antes de ir a su siguiente tarea, ¿verdad?

Una de las sirvientas se adelantó en posición de protegerla cuando vio a su amiga dudar.

—Cierto, ya es tiempo de dirigirnos a nuestra próxima asignación. Lo lamentamos mucho Maestr-Lady Camilla, pero nos tenemos que ir. Estamos muy ocupadas, nos retiramos.

Después de decir eso, la criada rellenita le guiñó el ojo a las otras dos. —Por favor, perdónenos —dijeron las dos restantes, se inclinaron y cruzaron la puerta.

—Deténganse ahí.

Las tres criadas no escucharon la orden de Camilla, dejando la habitación lo más rápido que pudieron. Intentaron huir sin más.

Pero no notaron que Camilla las seguía de cerca.

Mientras caminaban, las mayores trataban de animar a la más joven.