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"¡Estoy tan molesta!"

Camilla daba pasos con fuerza sin prestar atención hacia dónde se dirigía.

"¡Cómo! ¡Se! ¡Atreven!"

Aunque su cabeza ardía por la rabia, el viento era frío y lo sentía en su piel. Pero mientras su enojo no se apaciguara, no detendría su andar.

Al salir de la mansión solo fue hacia donde sus pies la llevaban. El color del cielo se volvía cada vez más oscuro y Camilla continuaba.

El sol se escondió en el horizonte con rapidez, así como las sombras se alargaban más. Los negocios que permanecían cerrados durante el día empezaban a funcionar, hombres con expresiones rudas formaban filas. Mujeres con exóticos y reveladores vestidos gritaban tratando de llamar la atención de los mercaderes y mineros que pasaban.

La luz de los faroles posicionados alrededor de la ciudad se hicieron más intensos conforme se pasaba de la tarde a la noche. Su brillo no era causado por aceite o gas sino por el poder de los manastones, que actuaban como batería. Esos manastones eran los que no tenían la cualidad necesaria para ser exportados.

¿Era la luz de los manastones lo que indicaba el inicio de la vida nocturna en esta ciudad? A diferencia del día, la noche poseía una vibra más animada y escandalosa.

En un lugar como ese, una chica como Camilla resaltaba inevitablemente. Usando un vestido de alta clase, su cabello amarrado y adornado, además de utilizar varias piezas de joyería fina como collares y aretes.

"¡Ese hombre! ¡¿A quién cree que le está dando su lástima?!

El gran mar de emociones que se arremolinaba en su pecho no se calmaba por más que haya caminado muy lejos. No tenía ni idea en qué parte de la ciudad estaba. Y aunque caminó por mucho tiempo el lugar seguía siendo muy parecido. Tampoco sabía cómo regresar.

"¡Yo les devolveré todo, pagarán!"

Pero, ¿cómo?

Incluso la posibilidad de hacer bajar de peso a Alois era imposible ahora.

"¡Aún así!"

Camilla le gritó a la voz que dudaba en su corazón. Ella no perdería, esto no la derrotará.

Mientras grababa sus palabras en su mente, continuaba caminando.

—¡Oww!

En su camino algo hizo que Camilla se detuviera.

Alguien se chocó con ella, era más pequeño, ni siquiera le llegaba al pecho. A pesar de dar un pequeño grito de 'dolor', realmente no se había lastimado, sino era la ira porque se habían interpuesto en su camino haciéndola detenerse.

—¡¿Por qué estás parado tan ociosamente?!

Camilla notó quién la había detenido. Frente a ella, había un niño algo confundido. ¿Quizá tenía cerca de 12 años? Sus pantalones estaban parchados y su camisa se veía muy desgastada. Era obvio que él no era alguien con mucho dinero.

—¡¿Qué, no eres solo un niño?! ¡¿Por qué estás afuera tan tarde?!

—...¡Qué demonios! ¡¿Por qué andas empujando a otros así?!

La primera vez que el niño vio la cara de molestia de Camilla se tensó como si estuviera asustado. Pero, luego él repentinamente se volvió muy descarado en su forma de hablar hacia Camilla.

—¡¿Eres un niño malo?! ¡Si conoces tu camino a casa, regresa!

—¡¿Ah?! ¡¿No eres tú la que está perdida?!