Abrazo a mi amiga con fuerza, envolviéndola entre mis brazos con premura. Entre ellos noto cómo se agazapa.
Mierda. No tengo ni idea de qué le ha dicho, pero la ha dejado destrozada. Llora entre mis brazos, en silencio, cómo si se avergonzase hasta de esto.
Me muerdo el labio inferior mientras la acaricio el pelo. No quiero ni imaginar lo mal que debe estar pasando este momento. Siempre lo he dicho, Dylan es un gilipollas, y con esto queda más que demostrado.
Le doy un beso en la cima de su cabeza y la zarandeó con suavidad para llamar su atención.
—Brittany —susurro—. ¿Qué ha... qué ha pasado?
Niega con la cabeza y vuelve a apoyar su rostro en mi hombro. Sus ojos están destrozados y su maquillaje se ha corrido, bajando por sus mejillas entre ese camino de lágrimas.
Ella está destrozada.
Muevo despacio la mano por su espalda. Sabía que esto iba a pasar, lo sabía, y la advertí, pero me mata encontrarla así. Se la ve tan... jodida.
En realidad, tiene mucho sentido. Dylan y ella llevan juntos tres años. Empezaron a salir cuando él tenía veintiuno y ella dieciocho, y desde entonces no lo han dejado en ningún momento, y hasta donde yo sé, nadie le ha sido infiel a nadie. Se supone que estando tres años juntos, hay suficiente confianza para avisar a tu pareja de que estás embarazada, ¿verdad?
Pero Dylan... Dylan debería haberse quedado con ella. Se ha marchado tan de repente. Al salir y vernos a Owen y a mi... bueno, ni nos ha visto, tan solo ha desaparecido por las escaleras con la cabeza embotada en sus pensamientos, mirando al suelo como la cosa más interesante del mundo.
Sinceramente, yo creía que Dylan ya lo sabría, ha sido el peor secreto guardado nunca, y precisé te debería haber sido por eso que ellos hablarían, y entenderían la situación. La decisión de Brittany no me pareció buena en ningún momento, y se lo hice saber, pero no me voy a poner d e parte de Dylan cuando él no es mi nada, Brittany es una de mis mejores amigas, y le debo mucho. Además, Dylan es un cabrón. Al menos podría comportarse como una persona normal y estar al lado de su novia en una situación tan difícil, por muy disgustado que esté.
Entonces, en medio de mi retahíla de pensamientos, Brittany habla, separándose de mí.
—Se ha ido, Jacqueline— farfulla con la mirada caída y enrojecida. Ay no.
Me muerdo el labio inferior. Nunca se me ha dado bien consolar a la gente. ¿Qué se supone que debo decir? Sería muy hipócrita de mi parte decirle que Dylan no tiene motivos para irse así, cuando llevo advirtiéndola dos meses.
Mierda.
—Escucha, Britt— la llamo y ella levanta sus ojos hasta los míos, mientras que juega con sus manos—. Se le pasará, ¿vale? Habrá... habrá sido la impresión. ¿Sí? Cuando esté más calmado volverá a aparecer y tendréis una conversación... tranquila. Todo va a salir bien, ¿vale?
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El chico de las constelaciones en la espalda
RomanceJacqueline Clarke dejó la universidad el año pasado, y ahora su vida se ha vuelto un completo quebradero de cabeza: trabajar en la tienda; ayudar a Brittany con el embarazo y soportar a Dylan; y aprender a lidiar con el misterioso y guapo chico que...