—Recapitulemos—, dice la voz de Estelle al teléfono. Yo sujeto el aparato entre mi cuello y hombro mientras camino por todas partes—. Se llama Owen, te conoció en la tienda donde trabajas y te pidió cenar.
—Sí —confirmo a mi amiga andando con el cesto de ropa hacia la habitación.
—Cenasteis, fue en encanto y extrañamente te sentiste cómoda para contarle cosas íntimas que no le has contado a casi nadie. Sin conocerlo.
Chasqueo la lengua al notar la burla divertida en su voz.
—No es gracioso— protesto.
—¡Claro que lo es! ¡Te estas partiendo la cabeza por algo sin importancia! Este tipo de descuidos suceden muy a menudo Jackie...
—Ya, ya...— la corto—, sigue.
Resopla al otro los de la línea fingiendo exasperación aunque ambas sabemos que no es verdad, está más que encantada con este tema de conversación.
—Luego te olvidaste la chaqueta en su coche y fuiste a su casa a recogerla.
—Sí.
—Fin de la historia. Ya no volvió a aparecer por tu vida nunca más. Se olvidó de ti.
Arrugo los labios. No me gusta como esas palabras salen de ella. Con tanta dureza, como si fuese normal que ese chico se hubiese empeñado en hablar conmigo para ahora, irónicamente, pasar de mi. Bueno, pasar no es el término correcto, yo tampoco he hecho un gran esfuerzo por verlo...
¿Se puede saber porqué me estoy preocupando tanto con esto?
—Pasa página— finaliza en una especie de cántico a la libertad. Estelle es tan espontánea...
—No lo digas así— me quejo.
—¿Cual es el problema, Jackie? No tienes nada que ver con ese chico...
—No es por eso, es solo... lo tratas como si fuese un tema banal, es más que eso.
Cierto la puerta y dejo el cesto en la cama. Me tumbo al lado y lo aparto un poco con el pie para que no me moleste.
Me deja mal sabor de boca que Estelle trate a sí el tema, pero también soy muy consciente de que no estoy siendo capaz de exteriorizarlo bien, mi preocupación es en sí una mezcla de todas esas sensaciones extrañas que he sentido pensando en todo lo que ha pasado con Owen.
—Dime pues, ¿qué es lo que te carcome la cabeza?
Me quedo en silencio.
Se escuchan un par de risitas al otro lado de la línea y yo me pongo roja.
—¿Cuáles es el problema, Jackie? ¿Él es guapo?
—Si— susurro.
—¿Y agradable?
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El chico de las constelaciones en la espalda
RomansaJacqueline Clarke dejó la universidad el año pasado, y ahora su vida se ha vuelto un completo quebradero de cabeza: trabajar en la tienda; ayudar a Brittany con el embarazo y soportar a Dylan; y aprender a lidiar con el misterioso y guapo chico que...