NUEVA VIDA

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Aquella mañana desperté aturdido. No sabía donde me encontraba cuando mis ojos se abrieron a causa de los rayos del sol golpeando mi rostro sin piedad.
No estaba en la mansión, claramente esa habitación era como un cuarto de una de las que había en mi casa.
Los recuerdos de la noche anterior llenaron mi mente: llegar al apartamento de Nathalie, la pequeña pelea que tuvimos antes de que no aguantara más y le suplicara que volviera y sobre todo el beso que compartimos después de que soltara así como así un te quiero que ninguno de los dos esperaba.

Me incorporé en la cama, analizando mi alrededor. Era la primera vez que estaba en el piso de Nathalie. Llevaba años trabajando para mí y ni siquiera sabía cómo era su hogar lejos de la mansión Agreste.
No sabía nada de ella y ese había sido el motivo por el cual casi la pierdo.

Nathalie renunció después de una batalla perdida contra LadyBug y CatNoir. Ambos héroes nos habían derrotado de nuevo.
Siempre que eso pasaba solíamos reconfortarnos el uno al otro pero aquel día fue distinto: Nathalie se destransformó sin decir palabra alguna y salió de la guarida sin ni siquiera esperar a que la acompañase en el ascensor.

—¿Ocurre algo? —Pregunté extrañado por su forma de actuar.

Nathalie simplemente apretó los puños mientras seguía dándome la espalda. Me acerqué a ella, posando una mano en su hombro y aquello fue el detonante de una pelea que acabó con ella dando un portazo, saliendo de la mansión mientras me dejaba solo en una mansión fría y silenciosa.

Fue mi culpa. Siempre lo era.
Aquel akuma había ocasionado unos poderes nuevos en Sabrina, la amiga de Chloé, después de que la Bourgeois demostrara que no sabía nada de la que suponía que era su mejor amiga.
El akuma se me había descontrolado de tal forma que Mayura y yo tuvimos que actuar pese a no ser nuestro modus operandi.
La cagamos en un movimiento y nos atrapó en una especie de burbuja donde sólo podíamos salir si demostrábamos que sabíamos todo el uno del otro.
Sobra decir que ella lo sabía todo de mi pero yo... Yo no fui capaz de contestar ni una mísera pregunta.
Pude ver su mirada de decepción y la forma en la que sus labios se contrajeron en una mueca de dolor.
Fue entonces cuando LadyBug deshizo el akuma y huimos de allí sin que nadie nos viera.

A día de hoy pienso en ello como el momento en el que comprendí que quería saber todo de ella. No quería que fuera simplemente mi asistente o Mayura... Quería que fuera ella... Ella y yo... Quería saber todo de Nathalie Sancoeur y eso estaba dispuesto a hacer en el momento en el que soltó la bombas. Unas simples palabras que destrozaron mi corazón: No puedo más Gabriel, no puedo más. Renuncio, a todo.

Y se marchó, sin dejarme decir nada, sin esperar mi respuesta. Dejó sobre el escritorio el prodigio del pavo real y se fue.
Me quedé unos minutos sin hacer nada; ahí plantado en mitad del despacho hasta que supe que la había perdido.
No sé qué sería de mí si en esos momentos no hubiera cogido el toro por los cuernos, probablemente estaría en la cárcel, muerto o solo. Sin ella, sin Adrien... Sin nadie...

Me planté en su casa con un discurso preparado que claramente olvidé al instante en el que vi sus ojos llorosos.
Me dejó pasar a regañadientes.
Discutimos.
Ella me echó cosas en cara, yo las recibí con el corazón destrozado hasta que dijo algo a lo que no me pude resistir a contestar.

—¡No soy nadie, Gabriel! ¡Nunca he sido nadie para ti así que no vengas aquí con cara de arrepentido porque ya no puedo más! —Entendía porqué pensaba así pero no podía dejarla pensar de esa forma.

Cogí sus hombros obligándola a mirarme y a que se estuviera quieta.

—¡Joder, Nathalie! ¡Lo eres todo, joder! ¡Todo! ¡Te quiero! ¿Vale? ¡Te quiero! ¡Eres tú la única que ha conseguido que no perdiera la cabeza! —Bajé el tono cuando vi sus ojos abiertos mirándome —. Eres todo... Todo... Yo... —Y ahí pasó, no hizo falta más para que sus brazos rodeasen mi cuello y sus labios se encontraran por primera vez con los míos.

Aún después de haberla besado más de mil veces, incluso infinitas, siento algo nuevo cada vez que lo hago. No sé qué hubiera sido de nosotros si no hubiéramos dado el paso esa noche.

Desperté desnudo, tapado simplemente por unas sábanas rojas que solo cubrían mi cintura para abajo.
Mi cabello estaba revuelto y sentía un dolor punzante en mi espalda. Minutos después en el baño comprendería que eran arañazos fruto de las uñas de Nathalie mientras hacíamos el amor por primera vez.
Cada vez que recuerdo aquella noche es como volver a sentirla.
Nos desnudamos entre besos, descubriendo cada parte de nuestros cuerpos. Supimos aquella noche lo que nos gustaba. Nos consumimos juntos después de años sin sentir nada con otra persona.
Poco después descubriría que Nathalie había estado con hombres pero ninguno que la hiciera sentir nada. Menos mal porque tal vez yo no estaría contando esto si eso hubiera sido diferente.
Como iba diciendo... Aquella mañana desperté renovado, como si me hubiera quitado un peso de encima, había vuelto a sentir, había vuelto a amar y había recuperado a Nathalie.

Cuando decidí salir de la habitación no encontré mi camisa por ninguna parte. Eso fue porque la llevaba ella. Cuando la vi cocinando el desayuno de espaldas hacia mí, moviendo sus caderas al ritmo de la música juré que jamás había visto algo tan erótico y perfecto.
Me acerqué a ella, abrazando su cintura, pegando su espalda a mi pecho.
No se asustó, ni siquiera se inmutó, simplemente se relajó ante mi abrazo y me miró por encima del hombro.

—¿Tortitas?

—Riquísimas. —Me relamí los labios antes de acercarme a los suyos.

La besé en mitad de la cocina con su cuerpo perfectamente encajado en el mío. Su cabello lucía igual de desastre que el mío. Su mechón rojo brillaba con más intensidad que nunca.
Rodeó mi cuello con sus manos acariciando mi cuero cabelludo entre sus dedos mientras las mías se aferraron a sus caderas.

—Ha sido la mejor noche en mucho tiempo... —Susurró ella contra mis labios.

Aquella frase podría haber sido la típica que un adolescente diría pero bajo las palabras: ha sido la mejor noche de mi vida pero no... Dijo en mucho tiempo...
Ambos no éramos dos críos adolescentes, ni siquiera éramos el primer amor verdadero del otro.
Con la edad que ambos teníamos sabíamos a la perfección que ya no hay momentos que ganan a los demás. Hay momentos buenos y manos y aquella noche que habíamos vivido había sido algo bueno... Algo muy bueno...

—La mía también... Hacía años que no me sentía tan...

—¿Vivo?

—Feliz...

Nathalie me sonrió y juré en aquel momento que esa sonrisa sería mi bandera y mi salvavidas el resto de mis días.

—Anoche no te lo dije... Pero... Te quiero... —Y esas dos palabras, tan simples y a la vez tan llenas de todo.

Sentí las lágrimas en mis ojos. Acuné su rostro y la acerqué a mí en un beso suave.

—Te quiero, Nathalie... —Sus ojos azules miraban los míos grisáceos, me perdí entre ellos, sintiéndome en casa.

Aquel día... Aquella noche... Aquel Akuma fallido... Aquella pelea... Aquella primera vez nuestra...
Todo aquello fue el principio de mi nueva vida...
De la nueva vida al lado de Nathalie Sancoeur...

One-Shots (GabrielxNathalie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora