NUESTRO PASADO 4

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No podía despegar la vista de las imágenes. Nathalie... Ella...
Mis dedos recorrieron su rostro plasmado. Su sonrisa de oreja a oreja mientras me miraba con los ojos achinados elevándose perfectamente sobre mi cuerpo.
Recuerdo perfectamente aquel día... Bueno, mejor dicho, aquella noche...

*FLASHBACK*

Reí mientras me aferraba a las caderas de Nathalie mientras la veía sobre mí, sentada en mi regazo y enfocándome con la cámara que usaba para fotografiar mis diseños.

—A ver sonríe... —Le dediqué la sonrisa más seductora que pude haciéndola gemir antes de oír el click de la cámara.

—Se va a convertir en mi foto favorita. —Reí quitándosela de las manos —. ¡Gabriel Agreste!

—Ahora me toca a mí... —Enfoqué como pude, deleitándome con la hermosa estampa que tenía delante.

Juré en ese instante que iría con esa foto al fin del mundo...

*FIN DEL FLASHBACK*

—Estaba preciosa... —Doy un respingo en el sillón mientras me giro viendo a Adrien detrás de mí con una sonrisa divertida en sus labios.

—¿Ya has acabado tus clases?

—Sí. ¿Vas a seguir contándome tu historia con Nathalie? —Tragué saliva sin saber muy bien si debía abrirme de esa forma ante mi hijo pero que cojones... Ya lo había descubierto...

—Deberíamos ir a tu habitación. —Adrien sonrió mientras caminamos hacia allí.

Cerré la puerta tras de mí viendo como mi hijo palmeaba el sofá de su habitación animándome a sentarme a su lado.

—Nos hemos quedado por la parte en la que me decías que Nathalie no quería este trabajo.

—Y es así. —Me senté a su lado, cerrando los ojos y suspirando.

*FLASHBACK*

Estaba ordenando unos papeles aquella mañana. Oía los improperios de Emilie desde el despacho. Nada estaba a su gusto. Me dolía la cabeza. La quería... Juro que la quería pero a veces... A veces no lograba entenderla.

Suspiré girándome, abriendo la caja fuerte bajo el enorme retrato de Emilie... Sí... Ese cuadro estaba en la mansión por culpa del egocentrismo de mi esposa...

Fue entonces cuando oí la puerta abrirse. Pensé que era Emilie y apreté los ojos sabiendo que me esperaban horas de quejas.

—¿Qué no está ahora a tu gusto, cariño?

—Me gustaba más el querida, no te pega ese cariño.

Solo me bastó esa frase para saber quién ers la persona que estaba a mis espaldas.
Me giré poco a poco temiendo que fuera todo producto de mi mente agotada pero no... Ahí estaba... Nathalie... Con su cabello suelo y su mecha roja brillante... Con sus ojos azules como el océano mirándome a través de los cristales de sus gafas.

—Nathalie...

—Hola...

No sé cuanto tiempo pasamos mirándonos. Habían varios metros entre nosotros en todos los sentidos. Habían pasado siete años desde la última vez que hablamos... La última vez cortamos...

—¿Qué...? —Intenté hablar pero como de costumbre, Nathalie Sancoeur era la única persona del mundo capaz de dejarme sin palabras.

—Vi en las noticias que te habías mudado... Yo... Solo quería... Ver que estabas bien...

—Bueno... Sí... Todo lo bien que se puede estar en plena mudanza. —Me dedicó una sonrisa.

Había olvidado como se sentía. Que te sonrieran así... Sentir el mundo moverse sin control por una simple curva de sus labios...

Intenté hablar pero entonces la voz de Emilie nos sacó de nuestro pequeño ensueño.

—Gabriel, cielo... —Entró al despacho y se quedó mirándonos a los dos —. ¿Quién es esta?

Nathalie puso mala cara y antes de que pudiera hablar la interrumpí.

—Venía a hacer la entrevista para el puesto de secretaria pero ya se iba. —Los ojos de Nathalie se posaron sobre mí y lo que vi en ellos me destrozó.

Sabía que había jodido la única oportunidad de, por lo menos, recuperar su amistad.

—Uy... Bueno... Eso lo tendré que decir yo, cariño. ¿Nathasa?

—Nathalie... Nathalie Sancoeur, señora Agreste. —Su voz sonó fría.

Sé que aquel día hice que el corazón de mi dulce Nathalie se convirtiera en un profundo bloque de hielo.

Emilie...

—No... Sabes que nadie entra aquí sin mi visto bueno y si Nathasa... Nathalie, perdona... Va a estar aquí mucho tiempo tendré que entrevistarla. ¿Vamos?

Nathalie me miró y ahí lo supe. Lo había jodido todo.

—Adiós, señor Agreste.

Y ese fue el primer día que Nathalie me trató de usted...
La misma que años antes me decía te quiero entre sábanas blancas y dormía entre mis brazos...

*FIN DEL FLASHBACK*

No me di cuenta de que las lágrimas recorrían mis mejillas mientras hablaba... Volver a aquel día me desgarraba el corazón.

—Papá...

—Lo siento... Yo... —Me limpié la lágrimas como pude antes de mirar a Adrien a los ojos —. No quería hablar así de... —Sonrió negando apretando mi mano al mismo tiempo.

—No hace falta que intentes ocultarme cosas de mamá... Era buena mujer... Contigo, conmigo... Pero sé cómo era con los demás... Con las cosas ajenas.

—Ella...

—Papá... Contéstame a una cosa...

—Dime...

—El amor de tu vida... ¿Quién es? ¿Mamá o Nathalie?

Lo miré, lo miré con el corazón encogido, con el anillo de bodas quemándome en el dedo.
Miré la banda de oro, mi cuerpo estaba tenso, me quemaba y las palabras no salían de mi boca.
Sabía lo que quería decir pero no puedo, mi voz estaba sellada.

—Adrien...

—Papá...

—Ojalá pudiera decírtelo... Ojalá...

Me levanté tambaleándome y salí de la habitación con los ojos llenos de lágrimas de nuevo.
Sentí las emociones a flor de piel.
El anillo seguía quemando en mi dedo.
Odiaba esa maldita sensación, la de sentirme agarrado a un hechizo, a un propósito...
A algo a lo que Emilie se encargó de unirme para siempre...

One-Shots (GabrielxNathalie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora