Desperté aturdida sin saber qué había pasado y donde me encontraba. No fui consciente de nada hasta que oí a Adrien maldecir mientras miraba su móvil.
—Adrien... —Se giró rápidamente al oír mi voz, guardando su móvil rápidamente y corriendo a mi lado.
—¡Dios mío, Nathalie! Menos mal. ¿Qué ha pasado? Papá no me ha querido contar nada. —Lo miré dudosa.
Apenas recordaba los minutos previos a demayarme. Recuerdo estar muy cerca de Gabriel y de repente todo era negro; todo.
—Creo que me desmaye. Ya sabes que últimamente no me siento muy bien.
—Ya... Respecto a eso...
—Estoy bien, Adrien. —Sentencié evitando así que el joven siguiera con ese tema —. ¿Dónde está tu padre?
—No lo sé. Me ha dicho que cuidara de ti. Espero que este bien, Lepidóptero ha atacado de nuevo. —Fruncí el ceño.
¿Me había dejado aquí desmayada mientras el se iba a akumatizar a alguien?
Estaba enfadada, triste y decepcionada sobre todo cuando recordé que antes del golpe y la luz cegadora habíamos estado a punto de besarnos.
Maldito seas, Gabriel Agreste.—Seguro que estará bien. Además no es como si tu padre saliera mucho de la mansión.
—Lepidóptero ya lo akumatizó una vez. —Suspiré dedicándole a Adrien una sonrisa tranquilizadora.
—Estará bien y yo también... Deberías ir a tu habitación a ensayar.
—Pero...
—No hay peros... Ve...
—Vale, pero descansa.
—Lo haré.
El beso que me dio en la mejilla me deja desolada. Me fue inevitable pensar que hubiera pasado si yo hubiera sido la madre de Adrien... ¿Tendría el cabello de Gabriel y mis ojos? ¿O sería al revés?
Negué viendo como salía de la habitación dejándome a solas, allí en el cuarto de su padre.
Miré a mi alrededor. Era todo tan Gabriel, incluso después de años de no ser el mismo hombre del que me enamoré.
Lo que más me sorprendía era que no quedaba ni rastro de Emilie entre aquellas cuatro paredes. Nada... Ni una foto, ni una prenda, ni una señal de que aquí dormía la mujer rubia.Suspiré, recostándome contra las almohadas. El olor a Gabriel inundó mis fosas nasales, haciéndome recordad aquellos años donde ese aroma era mi día a día...
*FLASHBACK*
Apoyé mis labios en el cuello de Gabriel oyendo su gemido mientras mi mano se envolvía alrededor de su erección.
Gemí contra su piel, sintiendo como se endurecía contra mi tacto.—Joder, querida.
—Shhh... —Murmuré en su oído moviendo mi mano, lentamente, arriba y abajo en su longitud.
La noche de París nos envolvía. Las estrellas estaban sobre nosotros siendo testigos de la última vez que Gabriel y yo nos demostráramos nuestro amor. Tres meses después rompería conmigo y todo aquello se acabaría pero en esos instantes, con Gabriel gimiendo por mí, todo eso era una tontería en el fondo de la mente: un pasaje de nuestra historia que no esperábamos.
*FIN DEL FLASHBACK*
Me desperté sintiendo una suave caricia en mi cabello. No necesité abrir los ojos para saber de quién se trataba. Aquel tacto, aquellas yemas suaves pero a la vez ásperas de tantos pinchazos con las agujas.
—Lo siento... Nathalie... —No abrí los ojos, hice creer a Gabriel que seguía inconsciente —. Siento tanto todo... —No lo veía pero conocía aquel tono en su voz: estaba llorando —. Nunca debí marcharme... Nunca debí irme de París... Ojalá todo hubiera acabado diferente...
Decidí que fue el momento de despertar. Me moví lentamente cuando sentí sus dedos de nuevo moverse en mi cabello. Gabriel se apartó suavemente de mí mientras lo miraba a los ojos.
—Supongo que el hecho de que estes aquí significa que ha habido otra derrota. —Me sonrió tristemente sin despegar su mano de mi pelo, recorriendo el mechón rojo entre sus dedos.
—Sí...
—Lo siento...
—No lo hagas... No vale la pena...
—Gabriel...
—¿Cómo estás? —Ignoró su nombre entre mis labios.
—Bien... Gabriel... ¿Qué ha pasado? —Abrió los ojos como platos ante mi pregunta —. ¿Qué era esa luz?
—Nathalie...
—Gabriel... —Mi mano ahuecó su mejilla, recordando el casi beso que habíamos compartido, repitiendo en mi cabeza sus palabras de antes que me decía que ojalá todo hubiera sido diferente entre nosotros.
—No puedo, Nathalie... No puedo...
—¿El qué?
—Esto... Tú... Nosotros... No puedo... No puedo ni hablar... —Sentí su respiración agitada y sus ojos presos del pánico.
—Dios Gabriel... ¿Qué pasa? —Me incorporé, cogiendo sus mejillas entre mis manos, uniendo nuestros ojos como tantas veces y sonreí al ver su alma, aquella misma alma que me enamoró hace años y que me seguía enamorando a cada día.
—Yo...
—Tú...
—Nunca quise aquello...
—¿El qué?
—Lo que pasó...
Fruncí el ceño. Gabriel no estaba siendo nada claro y no entendía nada de lo que me estaba intentando decir.
Entonces lo vi. Vi el dolor en sus ojos. Vi la forma en la que el profundo de su azul me dijo sin palabras lo que callaba durante años.
Y lo comprendí. Gabriel y yo no nos comunicabamos con las palabras... No podíamos... A partir de ese momento empezamos a comunicarnos con las emociones y los sentimientos; al fin y al cabo eran nuestros poderes y lo que descubrí me partió el corazón...
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One-Shots (GabrielxNathalie)
DiversosUna serie de One-Shots de la pareja formada por Gabriel Agreste y Nathalie Sancoeur.