EN LA MENTE DE GABRIEL

1.1K 56 30
                                    

Despertar... Verbo que define la acción de hacer que alguien deje de dormir o interrumpir el sueño de alguien...
Despertar... Verbo que para mí define la acción de empezar otro día... Otro día que se suma a la larga lista de días acumulados en los que apenas sabía como vivir...

La gente me ve como a ese hombre solitario, frío y calculador y no digo que no lo sea; lo soy.
Odio socializar, odio estar rodeado de gente, odio el contacto humano de los desconocidos y odio sentirme pequeño cuando tengo tanto poder en mi mano.

Gabriel Agreste solo es un nombre. Un nombre detrás de una marca de moda. Un nombre que en parte es el mío pero que por otra no me representa en nada.
Nunca he sido poderoso. Nunca me he sentido así.
Desde pequeño era el indefenso: aquel niño con él que todo el mundo se metía por preferir dibujar a jugar al fútbol; por preferir leer antes que jugar a la consola.
Yo era ese niño del que los demás se reían.
Yo era ese adolescente que tiraban por los pasillos para burlarse de él.
Yo era el universitario invisible.

Toda mi vida había pasado desapercibido por la sociedad, ninguneado por no ser como ellos querían... ¿Por qué debo ser diferente ahora cuando tengo fama, dinero y un nombre al que alaban?

Como cada mañana despierto y mi mente va a mil por hora.
Pensar...
Eso se me da bien.
Pensar es lo único que me queda.
En mis pensamientos hay algo de lógica pero también algo de dolor; algo que me hace seguir viendo que pese a todo sigo siendo una mosca indefensa en el aire.

Salgo de la cama sintiendo el frío de la mañana de invierno. Camino hasta el baño y lo primero en lo que me fijo es en mi reflejo en el espejo... Un rostro triste y pálido me devuelve la mirada.
Noto las lágrimas punzantes en mis ojos y me agarro a la pica del baño para evitar soltarlas.
No... No puedo llorar... Yo soy Gabriel Agreste. Un diseñador de moda prestigioso. Uno de los hombres más ricos de Francia y del mundo pero... ¿Dónde queda todo eso cuando al final del día estoy solo con mi propia desgracia?
Y ahí está de nuevo. El dolor. El sentimiento de inferioridad y de culpabilidad.
Todo estaría mejor si yo hubiera muerto. Si yo hubiera usado el prodigio del pavo real.
Emilie estaría aquí, con Adrien y yo estaría enterrado.
Pasaría sin pena ni gloria, siendo recordado como el diseñador. Adrien aún me querría como lo hacía cuando era pequeño y me veía como un superhéroe... Pero ese superhéroe se había convertido en el villano de la historia.
Ser el villano no es fácil. Puede parecerlo, pero no lo es. Es todo lo contrario.
No me gusta akumatizar. No me gusta para nada dominar la voluntad de la gente a mi favor y mucho menos dañar a ciudadanos indefensos.
He akumatizado hasta bebés por el amor de Dios.

Mientras pienso no puedo evitar esas lágrimas que había contenido durante minutos. Salen de mis ojos como cascadas y se pierden en el final de mi rostro mojando la piel de mi cuello.

París me odia. Mi hijo me odiaría si supiera quién soy. No me extrañaría. Yo también me odio.
Me siento sucio cada vez que salgo de la guarida con un nuevo akumatizado en la lista y una nueva derrota a las espaldas. Una derrota que significaría un día más vivo.

La vida hacía tiempo que había dejado de significar para mí.
Soy un robot que se levanta por las mañanas y repite una y otra vez el mismo patrón.

Salgo de la habitación. Mis pasos son pesados al igual que mi cabeza y mis remordimientos.
Nada más entrar al despacho allí está ella: Nathalie.
La única que junto a Adrien me dan momentos de luz. Luz que no es suficiente para superar ciertos dolores.
Me sonríe. Le devuelvo la sonrisa. A su lado es donde me permito de vez en cuando ceder.

—Buenos días, señor.

—Buenos días, Nathalie.

La relación con Nathalie es una cosa extraña. La conocía de toda la vida. Habíamos estudiado en el mismo colegio pero una vez pasada esa etapa nuestros caminos se separaron hasta que un mes después de la "desaparición" de Emilie, apareció ella, dando luz en la oscuridad.
Se convirtió en mi secretaría y a medida que el tiempo pasaba se convirtió en mi amiga; mi mejor amiga.
Claramente sé que ella está enamorada de mí. Lo sé de sobra. Lo siento cada vez que nuestros ojos se encuentran. Y yo también la quiero pero hay cosas imposibles... Cosas que aunque se quieran, no se pueden.
Amo a Nathalie prácticamente desde el primer día que me abrazó después de derrumbarme cuando Adrien no paraba de preguntar dónde estaba Emilie.
Ella piensa que sigo siendo fiel a mi esposa en sentimientos pero no; hace tiempo que dejé de lado aquello.
¿Por qué no abandono a Lepidóptero y me centro en una nueva vida?
Porque no puedo.

El día pasa sin pena ni gloria. Ni un mal sentimiento que perseguir en busca de la victoria así que cuando la tarde empieza a caer bajo a la guarida a ver a Emilie.
Verla allí me rompe el corazón.
Nuestra relación empezó como una casualidad en la Universidad: ella estudiaba artes escénicas, yo diseño de moda.
Caí en mitad del pasillo y mis cosas salieron despedidas por el suelo. Aquello era normal en mí. Un patoso con patas me llamaban. Años después esos mismos que se reían de mí me pedían trabajo en mi empresa.
Emilie se arrodilló, me miró y sonrió.
Aquel incidente vergonzoso me dio lo mejor que tuve en los años posteriores.
Emilie fue mi primer amor y me dio a mi pequeño Adrien pero de repente se fue por culpa de un prodigio dañado que usó demasiado.
La historia de como empezamos con los prodigios fue simplemente pura casualidad. Un viaje al Tibet. Una excursión de la que nos desviamos y la mala suerte hizo el resto.
Fue demasiado tarde deducir que el prodigio del pavo real estaba roto. Para ese entonces el daño ya estaba hecho.
¿Qué es lo peor de la historia?
Emilie quería el prodigio de la mariposa; le gustaba más.
Yo le pedí que fuera al revés. Me gustaba más el hecho de tener un bastón que un abanico.
Emilie aceptó.
Es mi culpa que ella esté así ahora.
Por eso todo esto.

Hace tiempo que dejé de amarla como amo a Nathalie ahora mismo pero no podía empezar, porque para mí ya no hay comienzo que valga.
Mi destino está escrito.
Claro que sé las consecuencias del deseo que crea los prodigios de la creación y la destrucción.
Sé que para traer una vida de nuevo hay que sacrificar otra.
Nathalie piensa que será ella pero yo sé que no. Jamás será ella.
Mi deseo llevará consigo una doble intención.
Una simple frase que puede cambiar las tornas: deseo que Emilie vuelva a la vida a cambio de la mía.
Yo sería el sacrificio. Mi vida por la suya.
Ese es mi destino. Lo ha sido desde hace años.
Suena extraño y de locos que el motivo central para que viva aún sea la esperanza de morir pero así es la vida... A veces no se puede controlar...
Morir acabaría con todo.
Emilie regresaría. Cuidaría de Adrien. Nathalie encontraría un hombre digno de ella y formaría una familia y yo... Yo descansaría en paz y el mundo me recordaría como Gabriel Agreste.
El villano de París se iría para siempre y mi vida con él.

Salgo de la guarida a la hora de cenar. Nathalie me informa que Adrien me está esperando en el comedor.
Asiento y me uno con él en la cena.
No me apetece huir esta noche de mis responsabilidades como padre.
Dentro de poco (o eso espero) será Emilie quien disfrute de nuestro hijo así que me toca vivir aquellos momentos que me quedan junto a él.

Me pone al día sobre el Instituto. Sonrío cuando me habla de Marinette.
Mi hijo claramente no sabe ni dibujar, lo sé, soy consciente de ello pero con suerte dentro de unos años él y esa joven se juntaran y Marinette llevará la empresa a lo más alto.
No lo veré pero seguro que lo harán genial.

Me despido de él viendo como se marcha a su habitación.
Siento la presencia de Nathalie a mis espaldas.
Me sonríe y me acerco a ella.

—Prometeme que nunca te irás. —Nathalie parpadea.

Hoy es uno de esos días en los que necesito la seguridad de que ella estará con Adrien y con Emilie cuando yo no esté.

—Sabes que no me iré nunca, Gabriel.

Ojalá poder permitirme besarla, llevarla a la habitación y hacerle el amor durante toda la noche. Dejar de pensar por una vez y dejarme llevar pero no puedo.
Soy un hombre roto y Nathalie no tiene el porque de cortarse con los pedazos que quedan de mi persona.
Quiero decirle que la quiero, que la amo como ella me ama a mí pero no puedo darle algo unas horas y luego quitárselo.
Lo último que quiero es hacer sufrir a la mujer que me da la vida más allá de mi propósito...

—Gracias...

Me sonríe una última vez en el día y yo me pierdo entre los confines de mi habitación.
Me acuesto mirando al techo. Sé que será otra noche llena de insomnio y lo único que me alivia es pensar en que mañana puede ser el día donde por fin pueda descansar en paz...

***

Bueno gracias a una conversación con mika_c4 he tenido esta idea. Se supone que lo terminaría mañana pero aquí os lo dejo porque necesito compartir mi dolor por Gabriel con vosotr@s 🥺
De nuevo gracias por leerme y perdonad que a veces no conteste comentarios pero es que Wattpad me odia y me deja abrirlos cada X tiempo 🥺💔

One-Shots (GabrielxNathalie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora