DI QUE NO...

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La sala quedó en completo silencio cuando el hombre arrodillado frente a la mujer azabache pronunció las palabras.
Tres simples palabras que consiguieron que toda la gente presente en el baile de Audrey Bourgeois se quedara muda.
Entre ellos Gabriel Agreste.
El diseñador apretó la copa de champán entre sus dedos tensando todos los músculos de su cuerpo.
De todo lo que podría haber pasado aquella noche lo último que esperaba era eso...
Nathalie había estado saliendo durante varios meses con un magnate de las telas. Un tal Patrick que había conocido en una reunión de la empresa.
Fue poco después de que él renunciase a los prodigios... A Emilie... Después de darse cuenta de que amaba a la azabache...
Pero entonces pasó... Antes de poder decirle lo que sentía; Nathalie apareció con la noticia de que estaba conociendo a alguien.
El corazón del platinado se rompió en ese instante. No tenía a Emilie... Y ahora había perdido a Nathalie...
Pero no dijo nada, simplemente sonrió, puso la mano en su hombro y la felicitó.
La dejó marchar. Ya bastante había hecho mal en ella como para seguir reteniéndola a su lado.
Pero en ese instante... Allí rodeado por un gran número de personas... Con Nathalie delante de su novio que estaba de rodillas y con una propuesta de matrimonio en el aire; su corazón ya no aguantaba más.

Dejó la copa de champán en una de las mesas cercanas a él. Miró a Nathalie. Seguía en shock, con los labios temblando ligeramente mientras miraba el anillo frente a ella.
De repente sus ojos conectaron. La respiración de la azabache se cortó sobre todo cuando una sonrisa triste recorrió los labios de Gabriel.

El diseñador abandonó la sala del baile. Conocía a la perfección el hotel Bourgeois.
Subió las escaleras. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras caminaba.
Se encerró en una de las habitaciones, apoyando su espalda contra la puerta.
Su corazón se terminó de quebrar cuando oyó los gritos en la planta de abajo.
Había dicho que sí... Nathalie había dicho que sí a casarse con otro hombre y no podía culparla por ello.
Él había tardado demasiado y ella ya no podía esperar más...
Además... ¿Quién iba a querer estar con un hombre como él?
Roto... Solitario... Frío...
Por primera vez en años Gabriel Agreste se sintió perdido; atrapado en una vida que prometía ser de todo menos agradable.
Se lo merecía... Había hecho muchas cosas malas...

—Gabriel... Por favor abre... Sé que estás ahí...

La voz de Nathalie lo hizo sollozar.

—No... Deberías estar bajo... Con tu prometido... —Aquella última palabra dolió como mil dagas en su alma.

—Quieres dejarme pasar Gabriel...

A regañadientes, abrió la puerta.
La azabache quedó cara a cara con él. Sus ojos conectados.

—Debería de darte la enhorabuena supongo...

Nathalie sonrió empujando el pecho del diseñador hacia el interior de la habitación, cerrando la puerta tras de ella.

—¿A qué viene todo esto?

—¿El qué?

—Este numerito... ¿Por qué has reaccionado así?

Gabriel sonrió tristemente. No podía más. No podía seguir ocultando a Nathalie la profundidad de sus sentimientos. Se había comprometido con otro hombre... ¿Qué más da todo ya?

—Porque estoy enamorado de ti, porque llego tarde a decírtelo y porque he sido un completo gilipollas que no te merece.

—Gabriel...

—El día... El día que me presentaste a Patrick... Yo... Ese día había decidido decirte lo que sentía...

—¿Por qué no lo hiciste?

—Porque te vi feliz Nathalie... Te vi feliz con él. Nunca habías sonreído así y en ese momento lo supe. Supe que no podía hacerte eso... No podía retenerte a mi lado. Te mereces más que yo, más que esto que soy... Y pese a todo estoy feliz de que vayas a casarte con él. Patrick es...

—Mírame la mano Gabriel. —La voz de Nathalie cortó al diseñador el cual bajó sus ojos a la altura de sus manos —. ¿Ves algún anillo en mi dedo?

—Pero... Tú...

—Cuando te he mirado lo he sabido. No podía hacerlo. No podía negar que seguía enamorada de ti y no podía hacerle eso a Patrick. Es perfecto pero no le amo, no de la misma forma que a ti.

—No... No deberías... —Gabriel dio un paso hacia atrás haciendo que Nathalie diera uno hacia delante.

—Dime que quieres Gabriel... Dime qué es lo que quieres...

Se miraron a los ojos. Directamente sin nada de fachadas en ellos. Por fin eran ellos dos solos, cara a cara, sin máscaras, sin filtros... Solo dos personas que se amaban y por fin iban a enfrentar las cosas como eran.

—Yo...

—¡Gabriel Agreste! —El grito de Nathalie hizo estremecer al diseñador el cual jamás había visto así a la mujer —. Tienes que decidir. Si correspondes mis sentimientos me quedaré a tu lado pero como no hagas un movimiento te juro que bajo ahí de nuevo, le digo que si a Patrick y no nos volvemos a ver en la... —No pudo acabar de hablar.

Gabriel corrió hacia ella y en cuestión de segundos el cuerpo de la azabache estaba pegado a la pared de la habitación con los labios del platinado reclamando los suyos con urgencia.

—Di que no...

—¿A qué?

Sus palabras estaban dichas entre besos, aquellos que habían retenido durante años. Ya no había límites para las ganas que se tenían.

—A Patrick... Dile que no... Dime que sí a mí...

—A él ya le he dicho que no...

—Pues entonces dime que sí a mí...

—¿A qué? —Gabriel suspiró, Nathalie rio sabiendo que lo estaba poniendo de los nervios —. Vamos Gabriel... Dime a que te tengo que decir que sí...

—A todo... Dime que me quieres otra vez...

—Sí...

—¿Pese a todo?

—Sí...

—¿Quieres estar conmigo?

—Sí...

Gabriel sonrió alejándose de su boca dispuesto a apoyar la frente en la de Nathalie.
La azabache sonrió recorriendo el cabello de su jefe con sus dedos.

—¿Por qué?

—Porque te amo.

Se miraron a los ojos. Sonriendo.

—Te quiero Nathalie... Y ahora sí que pienso luchar por esto tal y como debería haber luchado hace meses.

—Tal vez sí lo hubieras hecho nos habríamos ahorrado mucho.

—Pero eras feliz.

—Sí... Patrick es un hombre maravilloso pero digamos que a mí me gusta cierto diseñador frío, borde y calculador, de cabello rubio canoso y cierto aire de superioridad, con ojos azules grisáceos y que no se me olvide... Que lleva detrás el título de villano de París. Chico... Me van los retos... —Gabriel rio antes de besarla de nuevo.

—Pues querida... Nos acabamos de meter en el mayor de nuestras vidas.

—Pero estamos juntos...

—Sí... Juntos siempre...

Aquella noche la gente la recordaría como la petición de boda ajena fallida pero ellos dos la recordarán como el comienzo de algo a lo que decir sí, sí y mil veces sí...

One-Shots (GabrielxNathalie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora