VIAJE DE... ¿NEGOCIOS?

1.8K 73 32
                                    

Pasé los dedos por mi cabello mojado en un intento de retirar el jabón con olor a canela de él.
Fruncí el ceño cuando el aroma golpeó de nuevo mis fosas nasales.
Odiaba la canela. La odiaba con todas mis ganas y este maldito hotel se empeñaba en que todo el puto lugar oliera a ella.

Salí de la ducha, envolviendo la toalla de color marrón alrededor de ni cintura.
¿Por qué todo tenía que ser tan horrible?

Viajar ya me sacaba de quicio de por sí pero tener que hacerlo en un hotel tan incompetente como en el que habíamos acabado era un dolor de cabeza constante.
Se suponía que debía estar en la suite. Una habitación agradable. Limpia. Con colores pasteles y cero canela en el ambiente pero no... A última hora nos habían cancelado la reserva de la suite por no sé qué problema de las tuberías.
Y aquí estaba... En una habitación normal y corriente... Era Gabriel Agreste... No podía estar aquí...

Salí del baño a regañadientes. Notando el frío de la habitación en contraste con el calor que hacía dentro de la ducha.

—Se-Señor... —Mierda.

Alcé la mirada del suelo viendo a Nathalie sonrojada con sus ojos puestos en la pared.
Había olvidado por completo que en esta habitación no teníamos dos cuartos propios ni un salón en común... No. Aquí teníamos una cama de matrimonio con un sofá cutre de color mostaza y un solo baño para los dos.

—Lo siento... No me acordaba de... Disculpa...

—No... No se preocupe... Yo... ¿Le importa que...? —Señaló el baño y yo asentí con una sonrisa tímida.

Nathalie pasó por mi lado. Me sentía expuesto. Joder...
Pasé los dedos por mi todavía pelo húmedo antes de vestirme.
Cogí la toalla y la pasé por mis hombros en un intento de secar también el cabello que caía por mi frente.
Por esa razón siempre llevaba un kilo de producto para el pelo, porque era imposible domar a la bestia que tenía en la cabeza.

Me senté en ese ridículo sofá mostaza que dañaba mi vista cada vez que lo miraba y encendí la televisión para que el rato entre estas cuatro paredes no fuera tan agobiante.

Justo a la media hora oí el ruido de la puerta del baño abrirse y cuando vi a Nathalie salir de allí con una simple camiseta tres tallas más grande que ella y con sus piernas desnudas casi me atraganté con mi propia saliva.

—¿Cómo puede ser que haya tanta diferencia entre la suite de este hotel y la mierda donde nos han metido? Se supone que son las mismas estrellas. Deberían... —La voz de Nathalie se apagó mientras mis ojos seguían puestos en sus piernas, blancas y seguro que suaves al tacto. Joder quería saberlo —. Se-Señor... —La miré de nuevo a los ojos sintiendo la sangre en mi rostro.

Mierda. Me había pillado mirándole las piernas...

—Esto... —La observé. Estaba sonrojada y temblando —. ¿Tienes frío?

—Un poco. Pensaba que íbamos a estar en la suite, con su calefacción adecuada y en mi propia habitación... No sabía que esto iba a pasar por eso... Bueno... Todo... —Claramente se refería a su ropa.

—Tranquila. Ninguno esperaba esto. Eso sí, espero que estés de acuerdo con que no volveremos a esta cadena de hoteles.

—Completamente de acuerdo, señor. —Dijo con una sonrisa mientras se frotaba los brazos.

—Creo que había una manta en el armario. —Me levanté del sofá, ojeando el armario y frunciendo el ceño ante la textura de esa manta —. Aunque no sé si es mejor esto o morir de frío. —Nathalie rio.

La miré. Tenía las mejillas sonrojadas, el cabello medio despeinado enganchado en un moño imperfecto que la hacía perfecta.

—Espero que la cama sea mejor.

One-Shots (GabrielxNathalie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora