NUESTRO PASADO 2

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Me senté en el suelo revisando de nuevo aquel álbum con cada uno de los recuerdos que guardaba con Nathalie.

—Papá...

—Fue hace muchos años...

—Eso no quita que no pasaran... ¿Fuiste novio de Nathalie? —Miré de nuevo a Adrien y suspiré.

—Sí...

—¿Antes de mamá?

—¡Pues claro que antes que ella! ¿Cómo puedes pensar que le he sido infiel a tu madre? —Adrien se encoge de hombros sentándose a mi lado, mirándome con ojos curiosos —. Fue... Fue mucho antes... Nathalie y yo nos conocimos en el Instituto. Nos hicimos buenos amigos y bueno antes de que nos diéramos cuenta estábamos saliendo...

—¿Por qué nunca habláis de ello? ¿Por qué parece que jamás habéis estado en una relación y os tratais tan... No sé?

—Porque yo así se lo pedí...

—¿Por qué querrías ocultar eso?

—Porque en la vida hay veces que hay que ocultar cosas sí o sí. —No sé porqué pero sentí comprensión en la mirada de mi hijo como si guardara él también un secreto que quisiera soltar a voces pero no dije nada; me quedé allí sentando esperando su siguiente pregunta.

—¿Cómo fue? Tu relación con Nathalie digo... —Sonreí.

Aquella época. Los años que estuve con Nathalie fueron los más felices de mi vida. Lo sabía. Lo supe desde siempre, incluso cuando me casé con Emilie.

—Intensa, feliz, apasionada...

—No son adjetivos propios de una ruptura...

—No rompimos por falta de amor, Adrien. Igual que la vida te obliga a veces a callar cosas, también hace que en muchas otras ocasiones te separes de gente que no quieres perder.

—¿Qué pasó?

Miré el álbum... Todas aquellas fotos... Aquellos recuerdos enterrados desde hacía años en mi mente estaban saliendo a flote y mi corazón lloraba con ellos...

*FLASHBACK*

Recuerdo perfectamente el día en el que recibí la Carta de aceptación de la escuela de moda en Nueva York. Tenía 22 años. Había acabado la carrera hace dos meses y la Universidad me había postulado como candidato a aquel máster en tierras estadounidenses.
Recuerdo la felicidad y la euforia que sentí al ver que años de esfuerzos habían servido y muy bien servidos pero por otra parte... Nueva York estaba a la otra parte del océano... Nathalie estaba aquí...

Ella y yo habíamos creado un futuro juntos. Habíamos imaginado durante noches como sería tener una casa conjunta, como sería nuestra boda e incluso como se llamarían nuestros hijos si llegasemos a tenerlos.
No queríamos evidentemente nada de aquello en esos instantes pero a los dos nos gustaba pensar e imaginar y una vida de los dos era nuestro escenario favorito.
Nos podíamos pasar horas y horas mirando al techo de aquella pequeña habitación del apartamento que alquilamos juntos, con los dedos entrelazados y desnudos después de habernos amado instantes antes.

Nathalie y yo no solo sabíamos desnudarnos el cuerpo... Sino también el alma...

—Podrías venirte... —Propuse después de ver que no decía nada.

Nathalie me miró.

—¿Y que haré yo en Nueva York, Gabriel?

—Puedes hacer todo lo que quieras. Eres Nathalie Sancoeur.

—Nathalie Sancoeur no se imagina en Nueva York. Ya sabes que quiero envejecer en París.

—Solo será una temporada...

—¿Y si no solo es una temporada?

—Nathalie... —Me sonrió con esa cálida sonrisa.

Recuerdo que llevaba los labios pintados de morado. Un morado intenso que sabía a moras cuando lo probabas.

—Ve, Gabriel...

—No sin ti...

—Si te quedas me echarás en cara esto toda la vida...

—No, no lo haré...

—Pues seré yo la que me eche la culpa de que no cumplas tu sueño... Gabriel...

Nath... No... No puedo... No puedo vivir sin ti...

—Te esperaré...

—¿Me lo prometes?

—Siempre... ¿Y tú?

—Siempre, mi amor...

Aquel beso sabía a moras y a despedida.
Dos días después cogí el avión hacia Nueva York...

*FIN DEL FLASHBACK*

  —¿No mantuvisteis el contacto después de aquello?

—Al principio sí... Pero... Luego las cosas se hicieron más complicadas con los horarios de ambos y...

—Y decidisteis romper...

—Sí... Fue lo más duro que hice en mi vida pero ya no tenía sentido. Ella estaba en París, yo en Nueva York. Ambos nos necesitábamos y no había forma de estar juntos. Nathalie consiguió trabajo como subdirectora de una multinacional. Yo me abrí camino con Audrey...

—Y conociste a mamá...

—Sí... Volví casado con ella a París seis años después y nos mudamos aquí.

—¿Cómo empezó Nathalie a trabajar para ti?

—Eso fue un año después de que tu madre y yo volviésemos aquí. Buscaba secretaría... Pero Nathalie no vino para pedir el puesto...

—¿Cómo? No entiendo...

Justo en el momento en el que iba a contestar un ruido en la puerta nos distrae.

—Disculpad pero Adrien tiene clase de chino dentro de cinco minutos. —Mi hijo intentó replicarme con la mirada pero me alcé del suelo sacudiendo mis pantalones rojos con el álbum sujeto en una mano.

Sentí los ojos azules de Nathalie puestos en él. Lo había reconocido. Normal, me lo regaló ella.

—Luego si quieres me paso por tu habitación y te sigo contando. —Sus ojos verdes se iluminaron.

Vi como miró a Nathalie antes de sonreír y desaparecer dejándonos a solas.

—¿Se lo has contado?

—Lo ha descubierto él solo... No recordaba que el álbum estuviera tan accesible...

Me arrepentí al segundo de pronunciar aquellas palabras porque no iban con segundas pero el dolor en la mirada de Nathalie me hizo entender que ella lo había comprendido de otra forma.

—Ya... Suele pasar cuando entierras el pasado, que siempre suele salir a la luz por mucho que intentes ocultarlo...

—Nathalie...

—Déjalo... Solo por favor no le cuentes que se llama Adrien por mi abuelo. Es algo que quiero seguir sintiendo como propio... —Asentí.

Nathalie me dejó solo y me derrumbé al imaginar cómo podría haber sido mi vida si no hubiera aceptado aquella beca en Nueva York...
Tal vez Adrien no tendría ojos esmeralda pero si unos profundamente azules como el océano...

One-Shots (GabrielxNathalie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora