NUESTRO PASADO 3

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*FLASHBACK*

Recordar aquellos años me provoca un dolor inmenso en el pecho.
Aquellos años donde pensar en un futuro mío y de Gabriel era como imaginar vivir en un castillo de algodón de azúcar, todo blandito y delicioso pero a mi cuento de hadas le arrojaron una jarra de agua fría y el algodón se convirtió en una masa pegajosa que al tiempo se volvió dura: como mi alma, como mis sentimientos, como mi amor por Gabriel Agreste.

Estábamos tumbados en nuestra habitación. Era un pequeño apartamento en el último piso de una finca vieja de París pero cuando el dueño nos lo enseñó tanto a él como a mí nos pareció nuestro hogar... Nuestro primer hogar.
Apenas teníamos tres metros de cocina. El salón era la misma estancia que el comedor y solo teníamos una habitación con un baño que a duras penas cabíamos los dos pero por aquel entonces era perfecto... Pero todo lo perfecto tiende a desmoronarse.

Como iba diciendo...
Esa noche Gabriel y yo acabamos sudorosos en nuestro colchón, acurrucados bajo una fina sabana blanca y mirando al cielo... Porque sí, desde aquella habitación se podía ver el cielo. En el techo había una pequeña abertura con un cristal a través de la cual el cielo nocturno de París nos arropaba por la noche.

Los dedos de Gabriel se perdieron en mi cabello, enredando el mechón rojo. Reí contra su manía de tocarlo a cada rato. Lo había hecho desde el primer momento que aparecí con el pelo medio tintado en el Instituto.

—Si algún día tuviéramos hijos... ¿Cómo los llamarías?

Recuerdo mirarlo confundida.

—¿Quieres hijos?

—Sí... Bueno ahora no claramente pero en un futuro, sí... ¿Y tú?

—Sí...

Nuestros labios aún sabían a naranja fruto del pintalabios que llevaba aquel día. Me fascinaban los colores y sobre todo los pintalabios de sabores. Era un juego que a Gabriel y a mí nos encantaba. Devorarnos los labios hasta que no quedara rastro de sabor...

—¿Cómo los llamarías?

—Adrien si es niño...

—Tu abuelo...

—Sí...

Mi abuelo había muerto un año atrás. Estaba muy unida a él y tener a Gabriel al lado me ayudó a superar su ausencia de mejor forma.

—¿Y si es niña?

—No lo sé... Ahí te dejo elegir.

Gabriel rio. Por aquel entonces su risa inundaba cada rincón que pisaba. Con los años todo aquello se apagaría.

—¿Charlotte?

—Me gusta...

—Perfecto...

Nos besamos de nuevo porque bueno... Aquella noche el sabor a naranja de nuestros labios parecía no querer irse...

*FIN DEL FLASHBACK*

Intenté estabilizar mi respiración pero me era imposible.
Me dejé caer contra el suelo de la habitación, con la espalda apoyada en la puerta de aquella mansión que pertenecía al mismo hombre del que años atrás estaba completamente enamorada.
¿Cómo es posible que una persona pase de adorar vivir en un cubículo enano a necesitar una mansión?

La primera vez que entré en la mansión nunca pensé que acabaría así...
Cuando Adrien nació y Emilie anunció su nombre a bombo y platillo el mundo cayó a mis pies.
Durante casi una década imaginé esta vida con Gabriel... Y ella lo estaba viviendo... Yo no...
¿Por qué me quedé?
No lo sé... Supongo que una parte de mí seguía necesitando a Gabriel aunque él ya hubiera pasado página.
Que era tonta sobra decirlo.
Mi corazón ya estaba roto cuando fui por primera vez a la mansión y Gabriel Agreste se encargó de seguir rompiéndolo a cada instante.

Ver ese álbum entre sus manos causaba una grieta más en aquel órgano que ya tan sin vida tenía dentro de mi pecho.
Fue mi regalo antes de irse a Nueva York... No sé ni siquiera como no lo tiró hace años...

*FLASHBACK*

Gabriel me abrazó fuertemente contra su pecho mientras sentía sus lágrimas impregnadas en mi cuello. Las mías claramente se quedaron pegadas en la camiseta que llevaba aquella noche... La noche antes de marcharse de París...

Nath...

—Todo estará bien... Estaremos bien...

Recorrí sus mejillas con mis dedos apartando de ellas sus lágrimas. Gabriel siempre fue el más sentimental de los dos. Yo siempre fui la más racional.
Ambos nos complementábamos a la perfección pero a veces la perfección está para romperse y en nuestro caso así fue.

Estrechó el álbum contra su pecho mientras cerraba los ojos y me seguía teniendo pegada a él.

—Gracias...

—Para que no me olvide...

—Dios, Nathalie... Sabes que jamás podría olvidar al amor de mi vida.

—Ni yo... Te quiero, Gabriel Agreste. ¿No lo olvides vale?

—Nunca... Juntos somos invencibles...

*FIN DEL FLASHBACK*

Esta claro que invencibles era una palabra demasiado grande para algo que estaba a punto de romperse en mil pedazos.
Al día siguiente Gabriel se marchó. Dos años después decidimos que la mejor forma de seguir era romper.
Lloré toda la noche. Lloré al día siguiente. Lloré el resto de la semana y del mes y entonces llegó aquella revista...
Una simple noticia en la sección de prensa rosa que relataba que la nueva promesa de la moda había sido visto con la nueva promesa del cine.
Ver a Gabriel con Emilie por primera vez después de un mes de romper me rompió el corazón.
Y entonces caí... Fue él quién sugirió romper... Fue él quien dio el primer paso por los dos. Fue él quién me hizo volver a París después de decidir que quería estar con él en Nueva York.

Me volví a casa pensando que era la elección correcta, que Gabriel tenía razón y que era lo mejor. Él en Nueva York. Yo en París.
Lo que no sabía yo en aquellos momentos era que Gabriel me había dejado para irse con Emilie... No porque pensara que era lo mejor para ambos... Solo para él...

One-Shots (GabrielxNathalie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora