Horns (Arc North Remix) - Bryce Fox
No vi luz al final de la caída, no vi nada en realidad.
Cuando me di cuenta había dejado de caer y me encontrada suspendida en el aire, con el cuerpo invertido y la nariz a un par de centímetros del suelo. Negro, como todo a nuestro alrededor.
Como si la gravedad regresara de repente reclamando mi cuerpo, caí de lleno sobre la grava rustica, clavándome pequeñas piedritas en la piel expuesta de mis manos y rostro.
Me incorporé mientras me quitaba las piedritas, y cuando terminé me fijé primero en que estuviéramos completos. En efecto, mis amigos estaban a mi lado, cada uno preocupándose de su propio estado.
Y luego, cuando me tomé un segundo para procesar lo que acababa de suceder, me percaté del entorno.
Debí sentir el calor en el momento en que caí, pero la adrenalina seguía presente y a lo mejor eso me impidió notar que la temperatura era considerablemente alta. No era solo lo que provocaba el cambio, aquello se comparaba más con el fuego.
Estábamos en un callejón, entre muros de rocas oscuras y grandes apiladas sin cuidado, y había solo oscuridad. Lo único que nos brindaba un poco de luz era el cielo rojo sangre que estaba sobre nuestras cabezas como una gran cúpula en lo alto, parecido a un domo. También, a unos metros, se encontraban unas antorchas colgadas en las paredes, iluminando un camino de pierdas que debían llegar a algún lado.
Se oían cadenas y gruñidos, y cada cierto momento uno que otro grito. El aire estaba cargado de azufre, y cuando el viento aumentaba lo traía consigo, igual que pequeñas chispas de fuego que se extinguían como si de burbujas se tratara.
—Oigan —dije mientras contemplaba las chispas y oía las cadenas—, no me digas que estamos en...
—El Inframundo —me cortó Kirok.
Me giré hacia los demás, expresando toda la confusión y el pánico que sentía en mi rostro. Mi familiar estaba recostado en uno de los muros, aparentemente despreocupado, hasta que nuestras miradas se cruzaron.
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Kamika: Dioses Oscuros
FantasyDespués de la tempestad, viene la calma, o eso era lo que Ailyn quería creer; sin embargo, las cosas nunca podían estar bien siendo lo que era y con un enemigo desconocido muchos pasos por delante de ellos. Un mes había pasado desde Aqueronte, y des...