5. Problemas mayores

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Madness - Ruelle

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Madness - Ruelle

Poco a poco abrí los ojos

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Poco a poco abrí los ojos. La cabeza me daba vueltas y me dolía tenuemente. Al comienzo no distinguí en dónde me encontraba, hasta que mis ojos captaron una pared, y mi cuerpo sintió el roce de una sábana. Mi vista se aclaró entonces, permitiéndome notar que me hallaba en una cama pequeña, en una habitación reducida con una de sus paredes hecha de barrotes...

Ahogué una exclamación, y me incorporé en la cama tan pronto caí en cuenta de que aquella no era una habitación normal, se trataba de una celda. Una celda de barrotes dorados, y paredes beige, con una cómoda cama del tamaño de mi cuerpo. Pero, en cuanto me senté, me percaté de que además de hallarme en una celda, mis manos se encontraban encadenadas por un par de esposas, que me retenían gracias a que una cadena iba desde mis muñecas a la pared cercana, atándome.

Por instinto me moví, queriendo desatarme a pesar de que era consciente de que se trataban de esposas, metal, zafarme era imposible. Halé las cadenas, agité mi cuerpo con fuerza, y entonces noté el dolor recorrer mi cuerpo entero, desde la punta de los dedos de mis pies hasta mi cabello, y un insoportable dolor de cabeza apareció.

Hice una mueca de dolor, y me recogí ahí sentada, intentando menguar el dolor que se apoderó de mi cuerpo. Gemí, justo cuando al doblarme sentí la presión en mi abdomen, como si tuviera todos los órganos revueltos.

Traté de concentrarme, de analizar la situación y saber qué era lo que ocurría, y así supe que ya no iba vestida con mi cubierto traje negro de invierno, en su lugar tenía puesta una túnica blanca con un logo en una de sus tiras, tan delgada que dejaba ver a la perfección las marcas de mis venas.

Mis brazos, mis piernas, mi cuello, mi pecho. Todo. Las ramificaciones violetas que ahora eran mis vasos sanguíneos se podían ver perfectamente a través de la suave tela de lino. Además, noté las vendas doradas que rodeaban mi abdomen y algunas partes de mis extremidades; también en mi cuello, y un cuadrado en mi mejilla. Algo que me aterró.

Entonces, como golpe, recordé lo que ocurrió.

Los gritos, las personas corriendo, la voz de Cailye, los golpes de la mantícora, los ojos de Daymon y su sangre en cuanto la bestia lo hirió... y la forma en la que me desconecté de la realidad en cuanto sentí todos esos sentimientos de miedo dentro de mí...

Kamika: Dioses OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora