29. Némesis, la venganza

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Faking It - Lost Stories, Matthew Steeper

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La Esfinge.

Había leído sobre ella, pero jamás creí que pudiera conocerla algún día.

Una completa sorpresa. Justo frente a mí, enorme e imponente, con el cuerpo de un león, alas de ave y... cabeza de mujer. Del tamaño de todo el cubo, dejando espacio para unos pequeños pasillos a los lados y un recibidor, donde nos encontrábamos al entrar.

Pero se trataba de una estatua. Una estatua hecha del mismo tipo de arena que se encontraba afuera y entraba por la gran puerta abierta. Parecía un templo, una reliquia, era sublime, magnifico... Me quitó el aliento en cuanto la vi.

Se encontraba acostada, con las patas hacia afuera y la cabeza en alto. Frente a ella ni siquiera alcanzábamos la altura de una de sus garras. Su mirada estaba perdida, ruda, no parecía viva por ninguna parte.

Entré sin pensarlo dos veces, adelantándome a los demás. Niké permaneció cerca de mí, cuidando mi espalda, ya que Kirok se quedó a medio camino, recuperándose, y Cailye ni siquiera puso un pie dentro del cubo.

La arena blanca que cargaba el viento me golpeó en la espalda, más frío que antes, pero olvidé por completo el hecho de que había algunas Furias afuera todavía y solo avancé.

Frené solo cuando me encontraba a pocos metros de la Esfinge, dejando a mi espalda una larga distancia hasta la entrada.

—Es... bellísima.

«—Así que aquí terminó —comentó At a mi lado de repente—. Muchos creímos que se fue con Nyx, pero creo que fue Némesis quien se encargó de ella. Solía ser mucho más pequeña, no entiendo cómo alcanzó este tamaño ni porqué está cubierta de arena.»

Eché una ojeada a un lado de la Esfinge. No había nada, lo mismo del otro lado, pero era tan grande que dudaba que hubiera algo atrás. Ocupaba casi todo el espacio disponible dentro del cubo.

El lugar era iluminado por una luz proveniente de las paredes, como si por dentro estuvieran cubiertas de oro. No había candelabros, ni cortinas, mucho menos ventanas o cualquier otra cosa vistosa. La Esfinge resaltaba por su soledad.

Kamika: Dioses OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora