35. El nuevo sello

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No supe si fue un arrebato de desesperación o alcancé a planearlo con antelación, pero lo único que se me cruzó por la cabeza fue ejercer presión sobre el vínculo que me unía a Kirok

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No supe si fue un arrebato de desesperación o alcancé a planearlo con antelación, pero lo único que se me cruzó por la cabeza fue ejercer presión sobre el vínculo que me unía a Kirok.

Alcancé a enviar la señal cuando la mujer acercó más su rostro al mío. Por un segundo creí que abriría la boca y absorbería mi alma, que con el simple roce de sus dedos destruiría mi cuerpo. Temí que me arrancara la Luz de la Esperanza antes de que los demás pudieran interferir.

Sentí cada latido como si fuera el ultimo, cada suspiro como si no me perteneciera. Mi mente se quedó en blanco por un momento, lo que fuera que pensara hacer contra ella en mi posición de desventaja se borró de mi cabeza.

Pero el calor inundó el bosque de repente, encendiendo mi conciencia, aferrando mi alma como hierro a la realidad.

El fuego me rodeó en un perfecto circulo tan rápido que un parpadeo habría durado más tiempo. Se encendió como una lámpara, de la nada, tan espontaneo que tanto a Pandora como a mí nos tomó por sorpresa.

Por un segundo vi el enfado y el disgusto en sus ojos, una pequeña mueca acompañó el gesto. No lucía preocupada, solo molesta por la repentina interrupción.

—Te dije que vinieras sola.

Las llamas entre nosotras la opacaron por un segundo, abrazándome solo a mí en su protección desde cada ángulo. Cuando me di cuenta estaba dentro de una capsula de llamas, fuego que se sentía en mi piel pero no la quemaba.

Y luego finos hilos purpuras salieron de la tierra bajo mi cuerpo, como pequeñas serpientes encantadas que danzaron sobre mi traje como si siguieran una coreografía ensayada.

Sentí pequeñas corrientes eléctricas en medio de las llamas, la luz que los hilos desprendían era más intensa que el mismo fuego a mi alrededor. Fue así como recuperé el control de mi cuerpo en pocos segundos. Los músculos se me durmieron, me dolieron los brazos y las piernas por la presión, pero en cuanto la gravedad dejó de aprisionarme recuperé el control sobre mi cuerpo.

Kamika: Dioses OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora