26. El sonido de un corazón roto

402 41 77
                                    


Hold On - Chord Overstreet

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hold On - Chord Overstreet

Me dolía todo el cuerpo, cada musculo cada centímetro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me dolía todo el cuerpo, cada musculo cada centímetro. La cabeza, los brazos, las piernas, todo.

No era capaz de levantarme aunque lo quisiera, cosa que no quería. Deseaba permanecer sentada así, al pie de un árbol seco cerca de un rio cubierto por escarcha, con las piernas recogidas y descansando mi cabeza en el tronco.

Mi cuerpo no tenía heridas, solo el dolor producto del cansancio. Pero eso era lo de menos; me podría estar desangrando y seguiría sin importarme gran cosa.

Las marcas de mi cuerpo estaban ahí, de un color lila irritante; procuraba no fijarme en ellas. Con mi ropa de invierno alcanzaba a cubrirlas, excepto las de las manos y el rostro, esas seguían ahí. Me debía ver descuidada en ese momento, como un cadáver o un bicho extraño.

Me hacía falta sentir el sello de Hera, sentir protección, alguna garantía; me hacía falta sentirme humana otra vez.

No sabía cómo había llegado hasta el pie de la montaña ni cómo Kirok logró evitar a Pandora. No sabía nada. Pero tampoco mostraba mucho interés en saberlo.

Cuando desperté estaba justo ahí, acostada sobre el césped húmedo y con la nariz congelada por el frio. Nadie dijo nada, ninguno de los tres presentes me preguntó nada, ni siquiera unas palabras de alivio o un ¿cómo te sientes? Nada. Todo se sentía solo... frio, igual que el ambiente.

Y lo prefería así. El silencio me permitía pensar, descansar, asimilar mi nueva realidad. Andrew se había ido, ellos sabían tan bien como yo que era imposible que sobreviviera a eso, y que incluso antes de caer sus ojos habían perdido el brillo de la vida. Y a pesar de saberlo a veces deseaba que existiera una mínima posibilidad de que todo fuera diferente, de que él pudiera estar vivo en alguna parte y poder encontrarlo...

Pero no podía sentirlo. Su magia se había ido, él se había ido. Tenía que aceptar que eso no cambiaría.

Kirok permanecía unos metros alejado de mí, acostado en el césped más cercano al rio boca arriba, con los brazos soportando su nuca y los ojos cerrados. Parecía dormido, agotado de verdad, pero hasta entonces no quería hacer contacto visual conmigo desde que abrí los ojos.

Kamika: Dioses OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora