3.2. Miedo de sentir miedo

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Rise (Katy Perry) Acustic cover - Boyce Avenue

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El brillo producto de la magia de Cailye desapareció gradualmente, hasta que mis ojos se ajustaron a la luz del día que iluminaba los pasillos descubiertos del Olimpo, ubicado en Tesalia

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El brillo producto de la magia de Cailye desapareció gradualmente, hasta que mis ojos se ajustaron a la luz del día que iluminaba los pasillos descubiertos del Olimpo, ubicado en Tesalia. Observé las aves, el verde del césped, el color de las flores del jardín, la delgada tela que adornaba algunas partes de las paredes, y el color crema casi dorado que pintaba la superficie del palacio en sí.

Mi olfato viajó hasta la multitud de olores que predominaban en el jardín de la entrada, uno de los lugares favoritos de Apolo y Atenea, y por un segundo incluso pude imaginarlos ahí, felices y enamorados, como si nada hubiera salido mal. El recuerdo no me pertenecía, era una réplica del viaje al pasado, pero no solo era una memoria, era más que eso, podía sentir en mi piel el sentimiento que ellos emanaban cuando estaban juntos en ese lugar.

No me agradaba ir al Olimpo, más que por mi condición se trataba de un problema de percepción. Mi sensibilidad estaba a tope con lo que le ocurrí a mi cuerpo, y ese lugar estaba cargado de todo tipo de emociones que aun perduraban en el ambiente. Casi podía visualizar los recuerdos que el lugar conservaba, como una penitencia o una maldición. Ese palacio, más que un lugar, se sentía como un testigo más de los acontecimientos que ocurrieron ahí. Y no solo me refería al romance prohibido de los dioses, sino de absolutamente todo lo que pasó en ese lugar.

Era un lugar ciertamente hermoso, rico en arte e historia, pero para mí seguía siendo algo más que un palacio. Y era difícil caminar por esos pasillos como si nada hubiera ocurrido.

Estaba tan distraída en las sensaciones que ese lugar me transmitía; como la melancolía de Atenea y el dolor de Apolo, tanto como la angustia de los Dioses Guardianes originales, como de la nube de desesperanza que cubrió el lugar el día de la muerte de los dioses; que no me percaté de la presencia de otras dos personas en la entrada.

Noté los ojos de Cailye y los de Cody sobre las dos figuras, y no me hizo falta confirmar de quién se trataba. La sombra en el suelo de una chica alta de cuerpo delgado, y de la de un chico de brazos gruesos con cabello peinado hacia arrida, eran inconfundibles.

Kamika: Dioses OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora