4.1. Cero control

600 55 53
                                    

Toxic - Invalyd

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Toxic - Invalyd

Noté por el rabillo de mi ojo cómo se me acercaba, a paso firme y acelerado mientras los demás se encontraban distraídos hablando entre ellos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Noté por el rabillo de mi ojo cómo se me acercaba, a paso firme y acelerado mientras los demás se encontraban distraídos hablando entre ellos. Lo vi a tan solo unos centímetros en cuento sentí su mano sobre mi antebrazo. Quizá notó mi amago de huir y por ello sujetó mi brazo, porque justo cuando la presión aumentó no fui capaz de moverme.

Sentí su mirada penetrante sobre mí antes de girar mi cuello, y cuando lo hice me topé con el ceño fruncido y la mirada furiosa de Andrew. Su forma de observarme, como si tuviera miles de cosas por decirme, me hizo estremecer.

—Tenemos que hablar —decretó, y pude sentir la dureza de sus palabras con solo su tono de voz.

Tragué saliva, nerviosa. Sabía que iba a regañarme, lo supe desde la llamada de Cailye, pero aún no estaba preparada para oírlo.

Abrí la boca para hablar, decirle que lo sabía, pero entonces Sara y Daymon se nos aproximaron de la nada.

—¿Está todo bien entre ustedes? —interrogó mi amiga mientras nos observaba de pies a cabeza, como si buscara alguna anomalía física.

—Actuaron extraño hace un rato —completó Daymon, mirándonos con ojos curiosos—. ¿Problemas en el paraíso? —Y sonrió como un niño pícaro y travieso.

El agarre de Andrew disminuyó hasta que me soltó, y miró a nuestros amigos a los ojos cuando respondió:

—Depende de a qué te refieras con extraño. —Me señaló—. Con ella nada nunca es normal, es un término que está más allá de ella. Y es precisamente por eso que siempre se mete en problemas que me afectan más a mí que a ella.

Lo miré rayado a pesar de la situación. No importaba el tiempo que hubiera pasado, ni cómo hubiera cambiado nuestra relación, esa parte de él que se moría por soltar esos comentarios seguía intacta aun en el peor momento.

Sara me miró a mí, en busca de una respuesta. Por lo visto no se tragaron la explicación de Andrew.

—No ocurre nada, en serio. —Me mostré lo más sincera posible, esperando que les convenciera mi respuesta—. No actuamos más extraño de lo normal, somos igual de extraños que siempre.

Kamika: Dioses OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora