6. Antes de irme

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Hungover - Kesha

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Hungover - Kesha

Atravesé la puerta justo cuando mis amigos bajaban del tribunal, los cuatro a tropeles, sin perder un segundo, y con Kirok como mi sombra

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Atravesé la puerta justo cuando mis amigos bajaban del tribunal, los cuatro a tropeles, sin perder un segundo, y con Kirok como mi sombra.

Mis pies descalzos dejaban un rastro en el suelo debido al choque de temperatura mientras avanzaba, y la túnica que me cubría se arrastraba por el suelo. Con la cabeza gacha y mis manos jugueteando entre sí, nerviosa, sin saber qué decirles a mis amigos.

Tragué saliva en cuento los vi a un par de metros de mí, y frené en seco, igual que Kirok. Observé a Sara, Cailye, Daymon y Evan, frente a mí, con sus ojos sobre los míos. Mi cuerpo tembló, pero mi voz no salió. Quise empezar por explicarles lo que ocurría, hacerles entender por qué lo hice, pero no fui capaz de hablar.

Las miradas de Sara y Evan eran similares, ambas igual de preocupadas, con leves diferencias en la intensidad. Mientras Daymon se veía mucho más serio que de costumbre. Cailye, por otro lado, conservó su distancia, con la cabeza gacha y los labios fruncidos.

—Yo... —intenté formular, pero el nudo en mi garganta no me dejaba hablar.

Entonces, Sara avanzó el espacio que nos separaba y me recorrió con sus brazos. Me abrazó con tanta fuerza, con tanto dolor, con tanta tristeza, que pude sentirla sin necesidad del Filtro. Me estrujó, como si quisiera pegarme a ella, como si hiciera años que no nos veíamos. Noté su respiración irregular, y supe que estaba llorando sobre mi hombro, mientras sus manos se clavaban en mi espalda como si no quisiera dejarme ir jamás.

En cuanto comprobé sus lágrimas, no pude evitar unirme a su llanto. Dejé salir mis lágrimas sin más, en silencio, mientras miraba a mis tres amigos contemplar la escena con cierto pesar en sus rostros.

—Lo siento tanto. —Por un momento creí que fui yo la que habló, porque tenía en mente decir algo similar, pero en realidad fue Sara quien se disculpó en mi oído—. En verdad lo lamento, espero que puedas perdonarnos.

Abrí los ojos, entre sorprendida y confundida, y me alejé un poco de ella para poder observar su rostro. Sus oscuros ojos reflejaban culpa, de ese tipo de culpabilidad que te carcome por dentro, de ese que no te deja respirar. La vi así, dolida, rota, con un nudo en la garganta... y no supe qué pensar.

Kamika: Dioses OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora