10. Un paso a la vez

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Listen to Your Heart - Cinematic Pop feat

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Listen to Your Heart - Cinematic Pop feat. Cosette Smith

Suspiré una, dos, tres veces, presa de mis pensamientos

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Suspiré una, dos, tres veces, presa de mis pensamientos. Me removí en mi saco de dormir, sin intenciones de hacerlo. Supe que descansé si mucho una hora, nada tan largo para alcanzar a soñar, pero aun así no era del todo suficiente para reponer energía.

Trataba de no pensar en lo que sucedió con Aracne, de no pensar en las Gorgonas, de no preocuparme con inseguridades acerca de si podría o no cumplir con el objetivo de formar alianzas. Cada criatura era diferente, a cada una debía tratarla diferente. Lo que no servía con una podría servir con otra.

Pero, aun cuando trataba de prepararme mentalmente para aceptar los fracasos, para prepararme para aceptar el odio de las demás divinidades... me resultaba difícil adaptarme a esa nueva responsabilidad que At puso sobre mis hombros.

Ser temida era lo suyo, no lo mío. ¿Cómo podría soportar eso otra vez? Aún me dolían las heridas fantasmas que Medusa me dejó, y tenía grabada en mis ojos la mirada de Aracne aun después de varias horas.

No quería recibir los golpes de Atenea, no quería cargar con el odio que sentían por ella... Me parecía tan injusto... Viera como lo viera todo lo que sentían por Atenea ahora lo sentían por mí. No había devolución o ajustes, era lo que era. Fin.

Me giré otra vez, en busca de comodidad y un poco de paz mental, tratando de no llamar la atención de los demás. No teníamos las tiendas armadas por el lugar donde nos hallábamos, por lo que los sacos de dormir y unos cuantos pasos era lo que me separaban de los hermanos y de Kirok. Me concentré en la fogata a la espalda de mi familiar, en las llamas danzantes y la tenue luz que iluminaba la cueva en la que estábamos, queriendo enfocar mis neuronas en otra cosa.

El lugar al que At se refería para descansar resultó siendo una pequeña cueva en medio del bosque. Según lo que dijo At, en su momento fue hogar de Calisto, pero ahora estaba vacía. Algo que resultó ser cierto. La cueva era pequeña, algo húmeda, pero perfecta para dormir con algo más que un toldo de protección.

At se encontraba en el arco de la entrada, vigilando el exterior, dándonos la espalda. Y Kirok, a pesar de estar más cerca de mí que de ella, apuntaba su cuerpo en su dirección, y me daba la espalda. Probablemente estaba mirándola, o quizá estaba dormido; no tenía cómo saberlo.

Kamika: Dioses OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora