Todos los que trabajan en la mansión se encontraban realizando sus labores como de costumbre. El mantener una mansión no es nada sencillo, en especial si se trata la de un miembro de la nobleza.
Los sirvientes se encontraban limpiando, el jardinero regaba las plantas, el chófer le daba mantenimiento al carruaje, el cocinero preparaba los alimentos, los guardias de seguridad vigilaban y cuidaban y Sohma supervisaba que todo fluyera correctamente.
Amelia descendió las escaleras y observó que todos estaban presentes en la sala, incluyendo al hombre de porte elegante. Llamó la atención de todos para darles una nueva noticia.
- Arigato por asistir a esta pequeña reunión de último momento. A partir de hoy, un nuevo miembro se nos unirá. Les presento a Sebastian Michaelis, el nuevo mayordomo de los Blackwell - todos posaron su mirada en el azabache mientras este sonreía amistosamente.
- Sohma-san, ya no tendrá que seguir buscando. Sin embargo, arigato gozaimasu por sus esfuerzos - el mayor asintió y soltó un suspiro de alivio.
- Okaeri Sebastian-san - Sohma hizo una reverencia y le colocó una insignia sobre su saco. - Omedetou, es el mayordomo principal de la mansión Blackwell - Sebastian tenía una expresión de sorpresa en su rostro.
- Pueden retirarse - pronunció la condesa mientras se dirigía hacia su oficina.
- Bien, le daré un recorrido por la mansión - los dos se fueron para empezar. Ya habían recorrido la mayor parte del lugar. Caminaban por un pasillo hasta que Sebastian se detuvo, ya que algo llamó su atención.
- Ahora le mostraré...- Sohma volteó a ver al nuevo mayordomo principal, quien admiraba un cuadro. - Ah, veo que le gusta -
- Hai, qué criatura más bella. ¡Tiene un casco vikingo y un escudo y una hacha! Mire sus bigotes, esos ojos, ese pelaje y esas patitas tan suaves - sin duda su tono de voz contenía admiración ante la obra.
- ¿Le gustan los gatos? - preguntó con curiosidad el otro mayordomo, ya que encontraba la reacción de Michaelis divertida. Parecía otra persona; una más suelta y abierta.
- ¡Me encantan! - dijo sin perder aquel entusiasmo.
- Naruhodo. Él era el gato de Anja-sama, la madre de Amelia-sama. Que en paz descanse - Sohma juntó sus manos y cerró sus ojos un momento para rendir respeto ante ella. - Se llamaba Ake y le encantaba dormir en la alfombra de la sala junto a la chimenea -
- Ake, buen nombre para un gato que luce tan majestuoso como él - elogió Sebastian mientras seguía observando la pintura.
- Amelia-sama pintó ese cuadro en memoria de su madre - el de ojos rojos apartó su vista para voltear a ver a Sohma con sorpresa. - La condesa ha hecho unas cuantas obras que adornan la mansión. Es muy buena pintora -
- Souka - mencionó el demonio ante esa declaración. Admitía que la joven tenía talento. Dio una última mirada al cuadro y prosiguió con el recorrido.
La noche se apoderó del cielo y en la mansión ya era la hora de la cena. Amelia se encontraba en su silla esperando su platillo mientras cerraba sus ojos para descansar un poco.
- Para la cena de hoy hay estofado relleno con puré de papa y ensalada - declamó Sebastian con gracia mientras mostraba un plato de porcelana con una cena exquisita.
- Y para el postre hay tartaleta de frutas - sonrió al mostrar un postre bien decorado con frutas frescas. La condesa sonrió y empezó a comer.
Llegó el momento de ir a dormir, por lo que la chica se dirigió a su habitación acompañada de su nuevo mayordomo, quien, desde que terminó el recorrido y supo sus tareas, no se ha despegado de la joven. Además, era parte de su contrato el estar al lado de ella en todo momento.
- ¿Sebastian? - ella lo volteó a ver un momento para después desviar su mirada rápidamente.
- Hai? - estaba a la espera de sus palabras.
- ¿Podrías salir un momento? - él la miró confundido con una expresión de interrogación en su rostro. - Necesito cambiarme la ropa -
- Daijoubu, yo la ayudaré - se acercó a ella y deshacía el listón de su vestido. Ella le detuvo la mano y sus mejillas estaban sonrosadas.
- Yo puedo hacerlo. Sólo necesito que salgas unos momentos - él fijaba su mirada en ella.
- Puede usar el vestidor, le prometo que no espiaré - ambos voltearon a ver el vestidor y volvieron a mirarse. -Le puede pasar algo en mi ausencia. Además, un mayordomo siempre está cerca de su amo - la chica suspiró en derrota ante la persistencia del hombre.
- Bien, pero yo me cambiaré. No es necesaria tu ayuda en esto - él asintió con una sonrisa divertida ante lo nerviosa que ella estaba. Blackwell se dirigió al vestidor y empezó a quitar sus prendas hasta que se encontró con un pequeño problema.
- Sebastian - el mayordomo atendió a su llamado. - ¿Puedes ayudarme desatando el corset? - salió con su mirada abajo, ya que estaba apenada por pedirle eso.
- Yes, my lady - su sonrojo se hizo más fuerte y se dio la vuelta para que él pudiera tener acceso al corset. - Listo - la blanca piel de su espalda estaba al descubierto y se podía apreciar el sello del contrato.
- Arigato - vio cómo se alejaba para esconderse tras el vestidor y remover el resto de su ropa. Observó cómo la tela caía al suelo y cómo su silueta, la cual era iluminada por la luz de la vela, lo atraía.
Su figura en desarrollo se veía apetecible, lo cual provocó que lamiera sus labios con hambre. Miró cómo arreglaba su melena y al levantarla para dejarla caer, hizo que su aroma se esparciera por la habitación. Apretó su puño ante el hambre que poseía su cuerpo.
- Daijoubu? - interrogó con preocupación al verlo tan tenso.
- Hai - sonrió amablemente mientras ella se adentraba a la cama. Sebastian se acercó para arroparla mientras calmaba su hambre.
- Oyasumi nasai - se encaminó hacia la puerta y la abrió para salir. Al cerrarla, observó a la condesa acomodarse en la gran cama y partió hacia su recámara. Una vez estaba en su nueva habitación, se sentó a la orilla de la cama y apretó la sábana fuertemente.
- Tengo que calmarme - susurró para sí mismo. - El momento llegará y devoraré su alma - su mano cubría parte de su cara mientras sus ojos brillaban con emoción ante la excitación que recorría su cuerpo.
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Ars Moriendi
FanfictionUn encuentro cercano a la muerte lleva a la condesa Amelia Blackwell a realizar un contrato con un demonio, quien la ayudará a encontrar al culpable de su accidente a cambio de su alma. Sin embargo, las cosas se ponen mucho más interesantes cuando o...