Capítulo 2: El Nuevo Encargo

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- Amelia-sama, recuerde que hoy irá a la mansión Wills para discutir los detalles de la nueva obra - Sohma le recordó mientras revisaba la agenda de ese día.

- Hai, Sohma-san. Por cierto, ¿algún avance con la búsqueda del nuevo mayordomo? - preguntó la joven centrando toda su atención en el hombre.

- Ninguno, hoy en día es más difícil encontrar al indicado. Sé que necesita alguien digno de confianza y que sea muy ágil. Después de todo, los sirvientes de los Blackwell son muy eficientes y profesionales en lo que hacen - su tono de voz era tranquilo, pero lleno de orgullo por servir a dicha familia.

- No se exija mucho. Su labor ha sido muy buena a través de las generaciones que ha servido en mi familia. Sé que encontrará al indicado - la condesa le regaló una sonrisa mientras se dirigía al carruaje que la llevaría donde los Wills.

Al acercarse a su destino, apreció varios árboles que adornaban el paisaje con sus hojas que empezaban a cambiar de color, avisando que se acercaba el otoño. Al llegar al lugar, observó un bello jardín con una fuente en el medio, la cual era rodeada por diversas flores de varios colores.

Notó que los colores que predominaban en ese jardín eran rojo, morado y rosado; una interesante combinación que captó su atención. Apreció la infraestructura de la vivienda y esta era muy bonita. El color café que poseía le brindaba cierto sentimiento de comodidad.

- Okaeri a mi humilde hogar, hakushaku fujin - saludó un joven rubio de ojos azules como el océano mientras ayudaba a la condesa a bajar del carruaje.

Ella hizo una reverencia y agradeció al joven por su ayuda. Ambos se adentraron a la mansión y una sirvienta los esperaba en la sala con todo listo para servir el té.

- Soy el marqués Richard Wills. He escuchado mucho acerca de sus obras y he tenido el privilegio de ver algunas. Sin duda posee un talento natural - agregó azúcar a su té y empezó a mezclarlo.

- Le agradezco sus palabras marqués. Vine, porque necesita de mis servicios. ¿En qué lo puedo ayudar? - tomó su taza y degustó de la bebida caliente.

- Quiero un cuadro para decorar la sala de fiestas que acabo de remodelar - fijó su mirada azulada en la chica. - Me gustaría que fuera una gran obra que atrayera la atención de los invitados al entrar a la pieza. Dejo los detalles a su imaginación. Sorpréndame - sonrió mientras afilaba su mirada en ella.

- Haré lo mejor que pueda para complacerlo. ¿Podría ver el área en que lo colgará? - él asintió mientras se levantaba del sofá y guiaba a la castaña por un largo pasillo hasta detenerse en dos puertas grandes.

- Este es el lugar donde trabajará. Hay suficiente espacio para que pueda colocar sus materiales - los ojos de la joven se soprendían al ver lo inmensa que era la sala. Sin duda alguna es un buen lugar para hacer bailes.

- Disculpe, ¿dijo que trabajaría aquí? - él asintió con una sonrisa mientras ella abría los ojos en sorpresa.

- ¿Algún problema? - interrogó examinándola con sus ojos.

- Etto, suelo pintar en mi taller, ya que tengo todo a mano - él se acercó a ella y sus alturas eran evidentemente diferentes, haciendo que él bajara su mirada para conectar sus ojos.

- Daijoubu, se sentirá como si estuviera en su taller. Además, el cuadro será muy grande, por lo que necesito poner el lienzo en el muro ya mismo. De esa forma mis sirvientes pueden agregar las demás decoraciones sin abarcar el espacio de la pintura - explicó mientras le mostraba el muro donde ubicaría el lienzo.

- Naruhodo. Empezaré mañana con los primeros bocetos - Richard asintió mientras salían de la pieza.

- Espero con ansias el verla trabajar hakushaku fujin - sostuvo su mano entre la de él y la besó. Ambos se despidieron y Amelia volvió a la mansión.

- La charla con el marqués salió bien, ¿no cree? - Sohma le preguntó a la chica mientras se dirigían a casa.

- Creo que sí, pero es un tanto raro - comentó. - Creo que todos en la nobleza suelen ser excéntricos en cuanto a las decoraciones - observó el paisaje por la ventana.

- Sin duda. Al llegar prepararé los materiales que necesitará y pospondré los demás pedidos hasta nuevo aviso - ella asintió y le agradeció.

Debido a que el marqués había solicitado una gran pintura, ella se tardaría una semana para terminarla. Tiempo suficiente para centrarse en la obra y sorprender a Wills. Siempre realizaba sus trabajos dando todo de sí para satisfacer a los clientes.

Además, solía tener una cita con ellos para discutir los detalles del cuadro y aprovechaba para memorizar sus rostros, expresiones, tono de voz movimientos y personalidad para inspirarse a la hora de pintar. Le gustaba vincular el cuadro de acuerdo a la persona que lo solicitaba.

Ya que el marqués quiere algo sorprendente, se lo daría. Durante su conversación pudo estudiarlo y le parecía alguien raro, excéntrico, intimidante, perfeccionista y misterioso. A veces notaba algo en su mirada que le erizaba la piel.

El primer día, en el cual trabajaría en la pintura de Richard, llegó y ya se encontraba en aquella gran sala con un enorme lienzo frente a ella. Este recorría lo largo del muro, por lo que cerró sus ojos y tomó una bocanada de aire para luego expulsarla lentamente. Con el pincel en mano, abrió sus ojos y empezó a bocetear en el centro del lienzo.

Mientras ella trabajaba, un par de ojos azules la observaban desde el segundo piso de la gran habitación. Analizaba cada uno de sus movimientos y encontraba curioso cómo trabajaba con soltura; como si fuera una persona diferente la que se encontraba ahí.

- Y comienza el espectáculo - pronunció mientras una sonrisa se plantaba en su fino rostro. Aprovecharía esa semana para estudiarla y pasarle información a él.

Ars MoriendiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora