Capítulo 34: Espinas y Sangre

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Amelia depositó las flores en la tumba de su madre. Había ido al cementerio a visitar a sus padres. Sus mayordomos se habían quedado en el carruaje, ya que ella así lo pidió. Quería un momento a solas mientras los dos hombres la vigilaban desde lejos.

Mientras se daba la vuelta para retirarse, escuchó el cascabel y vio de reojo a Aizen. Cuando dio un paso al frente, él desapareció. Blackwell lo buscaba con la mirada, pero no podía encontrarlo. Volvió a escuchar el cascabel y siguió el sonido. Este la llevó hacia un lugar alejado y desolado.

Al llegar, no lo vio por ningún lado. Una nube negra apareció alrededor de ella y la sumergió en la oscuridad, dejándola inconsciente. Cuando recuperó la consciencia, sus ojos visualizaron el suelo. Trató de moverse, pero se quejó al sentir algo filoso incrustarse en su piel.

Sus ojos vagaron por el lugar y notaron que este estaba poco iluminado. Varias velas negras se posicionaban a lo largo de la habitación. Debajo de ella había un símbolo que se asemejaba al de Sebastian y Claude; dedujo que se trataba del pentagrama del demonio del cascabel.

Observó sus pies descalzos colgando y se percató del vestido que usaba. Este era hecho de una tela blanca, ajustado de la parte superior y suelto de la parte inferior, sobre el área de su pelvis habían cortes que dejaban su piel expuesta para que el símbolo pudiera aparecer en el momento indicado.

Su cabeza daba vueltas y sus extremidades dolían. Un silencio sepulcral la rodeaba y era su única compañía. Con esfuerzo subió su cabeza para observar el techo, el cual estaba decorado con pinturas que relataban algún tipo de historia.

- Es la historia de la destrucción. También conocida como el fin de los tiempos, el apocalipsis o el armagedón - explicó el de ojos ámbar mientras apreciaba la obra.

- Esta historia es muy diferente a lo que la iglesia ha divulgado como el fin de los tiempos. Esta es la original, sin alteraciones ni filtros; esta es la verdad que a muchos han ocultado por miedo a perder sus seguidores y perder el control que tienen sobre ellos.

La destrucción se manifiesta con los terrores del infierno. El primer terror es la oscuridad; el mundo se sumergirá en una oscuridad profunda, en la cual no habrá ninguna fuente de luz. Este terror se encargará de eliminar toda luz que se manifieste e interrumpa su curso.

Muchos se desesperarán al estar cubiertos por su manto, por lo que recurrirán al pánico, la desesperación e incluso a matarse los unos a los otros

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Muchos se desesperarán al estar cubiertos por su manto, por lo que recurrirán al pánico, la desesperación e incluso a matarse los unos a los otros.

El segundo es la caída; el cielo empezará a caer sobre la tierra causando estragos a su paso. Las estrellas la acompañarán en su plan e incendiarán todo lo que toquen.

 Las estrellas la acompañarán en su plan e incendiarán todo lo que toquen

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Ars MoriendiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora