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♧Advertencia:
Este capítulo contiene smut leve.
_______________________________________El dormir con ella se sentía raro ahora, ya que estaba creciendo y convirtiéndose en una hermosa mujer. Cuando era pequeña lo consideraba tan normal, pero ahora lo consideraba un poco extraño.
El sentir las curvas de su cuerpo, en especial sus senos contra su pecho, le provocaban sentimientos encontrados. Siempre la ha considerado como un tesoro muy valioso, después de todo a veces lo llamaba "tío" y se consideraba como una figura paterna tras haber perdido a su padre biológico.
Tuvo el placer de ver varias facetas de la condesa y cómo en los peores momentos pudo alzarse con valentía. Quería seguir presenciando su evolución y sentía gran alivio al saber que podía hacerlo, debido a que era su prometida. Una enorme sonrisa se plantó en su rostro al pensar eso; "su prometida" qué bien suenan esas dos palabras.
Honestamente, no quería que ella se casara con cualquiera. Sin embargo, deseaba tenerla en un cofre para guardar a su preciado tesoro de quienes deseaban robarla. Se sorprendió cuando ella le pidió que se casaran, pero una alegría y tranquilidad cubrió su cuerpo al saber que él sería el hombre que la protegería y amaría hasta el fin de los tiempos.
Observaba cómo ella dormía profundamente sobre su pecho mientras unos traviesos rayos de sol se colaban en la habitación. Cerró sus ojos nuevamente, disfrutando el momento. Su pequeña figura se amoldaba perfectamente a su gran cuerpo y le intrigó el saber cómo sería ella al cumplir la mayoría de edad.
Escuchó unos pasos que se acercaban y se hizo el dormido. Sebastian ingresó a la pieza y observó seriamente a la pareja que descansaba en la cama. Apartó su mirada y se dirigió a la mesa donde colocaba la bandeja con el té de la mañana. Abrió las cortinas de golpe y los rayos del sol dieron directamente a la cara de la pareja, quienes se quejaron por la iluminación.
- Ohayo gozaimasu, ojou-sama - sonrió alegremente.
- Ohayo Sebastian - frotó sus ojos mientras Oscar se levantaba de la cama y le daba los buenos días al mayordomo.
- Amelia, me tengo que ir. Necesito estar temprano en el instituto - ella asintió mientras recibía el beso en la frente que le regalaba Oscar.
El demonio y la condesa se encontraban solos en la habitación. Un silencio reinaba en el lugar mientras él servía el té en la taza.
- ¿Cómo lograste convencerla para que me dejara entrar? - Michaelis revolvió el azúcar en el té para que se mezclaran mientras sonreía.
- Hay muchos métodos para influir en las personas, ojou-sama. Todo depende de quién sea - se acercó a ella y le entregó el té.
- Si es un hombre, funciona ser un poco rudo. Si es una mujer, funciona ser un poco carismático y atrevido - se quedó parado junto a la cama de la chica.
- ¿A qué te refieres con atrevido? - tomó un trago del líquido dulce y caliente.
- Me refiero a que, a veces, es necesario el coqueteo e incluso ir más allá de un simple beso - ella terminó su té y se lo dio al azabache.
- ¿Así que sólo la besaste y aceptó dejarme entrar? - su rostro demostraba incertidumbre. El demonio rio levemente y colocó la taza en la bandeja.
- No dije que la besé - la condesa mostraba aún más confusión. - Hice algo para que se sintiera bien - explicó mientras se acercaba a ella lentamente.
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Ars Moriendi
FanficUn encuentro cercano a la muerte lleva a la condesa Amelia Blackwell a realizar un contrato con un demonio, quien la ayudará a encontrar al culpable de su accidente a cambio de su alma. Sin embargo, las cosas se ponen mucho más interesantes cuando o...