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♧Advertencia:
Este capítulo contiene smut leve.
_______________________________________Pasaron cuatro años, en los cuales el misterioso hombre del cascabel no se había vuelto a manifestar. Sebastian aún seguía investigando el asunto y de vez en cuando consultaba a Undertaker en algunos aspectos que le parecían curiosos.
Todos en la mansión seguían su rutina, pero dentro de tres días, algo muy importante se llevaría a cabo y todos tendrían la dicha de presenciarlo. La condesa había crecido un poco más y seguía trabajando en sus cuadros, los cuales seguían siendo el centro de atención de la nobleza. Aún continuaba impartiendo clases y disfrutaba el ver a las nuevas generaciones explotando su creatividad.
Su relación con Oscar no había cambiado mucho, seguían su dinámica como siempre a excepción de que se daban tiernos besos en ocasiones. No obstante, Brown era todo un caballero y no se pasaba de listo con su prometida; quería esperar a la noche de bodas cuando ya estuvieran oficialmente casados.
Sebastian seguía teniendo sus dudas en cuanto al de ojos morados, pero aún servía fielmente a su ama. Su vínculo con ella se volvió más fuerte con el paso del tiempo y le fascinaba observarla en cada cosa que hacía. Ella se había vuelto más madura y había florecido hermosamente. Seguía poseyendo aquella alma dulce y llena de angustia que tanto enloquecía al demonio.
El mayordomo ha hecho tanto por la joven y ella siempre le ha agradecido sus esfuerzos, pero pensaba que un simple agradecimiento o un buen trato no era suficiente. Por lo que últimamente ha estado pensando en regalarle algo, pero no sabía el qué.
¿Un nuevo traje? No.
¿Un reloj de bolsillo personalizado? No.
¿Vacaciones? Él diría que no.
¿Boletos para asistir al teatro? No.
Pensaba en varias opciones, pero ninguna era suficiente para él hasta que vio una de sus obras colgando en el pasillo de la planta baja y algo en ella se encendió. Sonrió y asintió ante la idea del regalo que le daría a su mayordomo.
Blackwell tenía la costumbre de regalarle a sus sirvientes regalos que les fueran muy especiales, por lo que se hizo una costumbre para ella obsequiarles cosas de vez en cuando. Sin embargo, siempre recibían un regalo para su cumpleaños y para Navidad. Después de todo ellos eran parte de su familia.
La castaña cargaba una caja de regalo con un listón rojo y se adentró en su estudio. Poco tiempo después llegó Sebastian y vio que ella estaba enfrente de su escritorio mientras le sonreía.
- Ojou-sama? - interrogó al verla actuar tan raro.
- ¿Puedes ayudarme con esto? - se hizo a un lado dejando ver el obsequio. El azabache se acercó y se percató de una nota encima de la caja. Mostraba su nombre en una letra de carta tan hermosa. Volteó a ver a su ama con confusión.
- Ábrelo - rio mientras esperaba ansiosa su reacción. Él asintió y desató el listón mientras retiraba la parte superior de la caja. Un pequeño asomó su cabeza y maulló al cruzar miradas con el hombre.
Él tenía sus ojos abiertos como platos y un leve sonrojo coloreaba sus mejillas. Tomó al felino entre sus manos y el pequeño ronroneó. Volteó a ver a la chica con un rostro de confusión.
- Es un pequeño obsequio por todo lo que has hecho - explicó mientras se acercaba al hombre y acariciaba a la pequeña bola de pelos. - Espero que lo cuides - él no esperaba esto, pero una sonrisa se plasmó en su cara ante el gesto de la condesa.
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Ars Moriendi
FanfictionUn encuentro cercano a la muerte lleva a la condesa Amelia Blackwell a realizar un contrato con un demonio, quien la ayudará a encontrar al culpable de su accidente a cambio de su alma. Sin embargo, las cosas se ponen mucho más interesantes cuando o...