Capítulo 17: La Fiesta de Compromiso

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- ¿Eh? ¿Amelia-sama se comprometerá? - preguntó uno de los guardias al escuchar la noticia que les daba Ivar.

- Ahhh, yo quería casarme con ella - dijo en un tono de tristeza otro de los guardias mientras recibía un golpe en la cabeza por parte de su líder.

- Bien, eso es todo lo que tengo que informarles. Por lo que los necesito bien atentos a todo lo que vaya a pasar en la fiesta de compromiso de Amelia-sama - pasó su mirada por cada uno de los miembros de su equipo.

- No quiero que se repita lo del otro día. Sé que no es su culpa y que nos tomaron por sorpresa, pero no se volverá a repetir. Ya sabemos más o menos cómo trabaja el enemigo así que los quiero con todos sus sentidos bien alerta - su equipo asintió mientras colocaban su puño sobre su pecho en señal de retirada.

La mañana en la mansión Blackwell estaba bien ajetreada por la fiesta que se llevaría a cabo por la tarde. Los sirvientes iban y venían con mesas, sillas, manteles y arreglos. La cocina estaba inundada de aromas deliciosos, varios sartenes estaban en el fuego mientras que Björn se aseguraba que todo estuviera saliendo bien.

Afuera, en el jardín, las mesas estaban ubicadas y unos manteles color crema las cubrían, en el medio de cada una de ellas posaba un arreglo floral con hortensias moradas y lirios rosados colocados estratégicamente. El verde pasto, las hermosas flores y las plantas alegres hacían ver el jardín muy animado.

Los Blackwell poseían uno de los jardines más bellos entre la aristocracia por lo que su amplitud daba lugar a varios tipos de flora. En medio del sitio había una capilla blanca decorada con flores, en donde la condesa le gustaba tomar el té o leer.

Los sirvientes habían hecho un magnífico trabajo en arreglar el jardín para la fiesta de compromiso, ya que el lugar se veía como salido de un cuento de hadas. Los colores que eligieron eran sutiles y armoniosos, dando una atmósfera de ternura y cariño.

- Te agradezco que hayas venido conmigo Sebastian - Oscar sonrió con los ojos cerrados mientras que el de ojos rojos le devolvía el gesto. Una vez llegaron a su destino, bajaron del carruaje y se adentraron a la tienda.

Brown le había pedido ayuda a Michaelis con la fiesta de compromiso, por lo que el mayordomo encargó a todo el equipo de la mansión que empezaran con los preparativos. Él fue quien había elegido todo; desde los manteles hasta la comida. Ahora, se encontraba en una tienda de joyería junto al de ojos morados para elegir un anillo de compromiso.

Oscar pensó que había sido una gran idea pedirle ayuda al demonio, debido a que ya había presenciado los buenos gustos que tenía a la hora de organizar eventos de este tipo. Salieron del establecimiento y se dirigieron a su próximo destino para recoger el traje que Brown usaría.

El tan esperado momento había llegado. Los invitados admiraban la decoración mientras degustaban de las bebidas y de los bocadillos. La pareja había invitado a familiares y amigos cercanos, ya que querían que fuera algo privado y especial. Después de todo ya habían anunciado su compromiso en los periódicos para poder alimentar la ambición de la nobleza por mantener las altas alcurnias.

La familia Brown quería mucho a Amelia y al enterarse que el hijo menor al fin se casaría los llenó de mucha alegría, sobretodo al saber que sería con la condesa Blackwell. Estas dos familias han mantenido su amistad a través de las generaciones, por lo que sus lazos eran muy fuertes. A pesar de que Oscar no tuviera ningún vínculo sanguíneo con los Brown, los consideraba su familia.

El azabache fue adoptado por los Brown cuando era un niño de 6 años. Nadie sabía nada de su procedencia, ni siquiera las monjas del orfanato que lo acogieron. Valeria, la madre de Oscar, decidió adoptarlo tras haber sido parte de una obra de caridad en el orfanato. Al ver aquel niño se dio cuenta de su potencial y tras haber interactuado con el pequeño pudo confirmar su hipótesis.

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