El sol ascendía mostrando sus primeros rayos al pueblo inglés mientras iluminaba todo a su paso brindando su calor. Las flores y las plantas se alegraban de recibir al astro mientras que los pájaros empezaban a cantar para levantar a todos aquellos que aun dormían. En la mansión, Björn, como siempre, era el primero en levantarse para abrir la ventana de su habitación y recibir un poco de vitamina D antes de dirigirse a la cocina y preparar el desayuno.
Poco a poco, todos se levantaban para realizar sus labores. Todos, excepto dos individuos que se encontraban durmiendo plácidamente tras haber tenido una noche llena de amor, pasión y perversión. La castaña dormía cómodamente a un lado del azabache, quien abría sus orbes rojizos para visualizar el bello rostro de su ama.
Se le quedó viendo por lo que parecía una eternidad y apreció sus facciones. Notó que su respiración era tan calmada y sus labios estaban entreabiertos, invitándolo a probarlos una vez más. Observó que aún llevaba puesto el collar que le regaló y sonrió para alejar un mechón de su cabello.
Se levantó con cuidado de no despertarla y se puso su traje para empezar con su rutina. Se acercó a ella y la llamó para despertarla. Ella se quejó, porque no quería abrir sus ojos y salir de aquella gran cama. Él besó su mejilla y esto hizo que ella abriera sus ojos para que un sonrojo se dibujara en sus mejillas. Se estiró un poco y se levantó de la cama para ir al baño. Cepilló sus dientes mientras Sebastian llenaba la bañera.
- ¿Cómo se siente? - la miraba a través del espejo atento a todo lo que hacía.
- Bien, aunque quiero seguir durmiendo - se volteó para verlo a los ojos y compartieron un momento de silencio antes de que ella agregara. - ¿Te parece bien si mantenemos lo que pasó anoche en secreto? - el asintió mientras una sonrisa pícara se asomaba en su fino rostro.
- No queremos que su prometido sepa todas las perversiones que le hice a su prometida - pronunció en un tono bajo mientras se acercaba a ella intimidantemente.
- En especial el hecho de que su futura esposa me entregó su virginidad - susurró sensualmente en su oído mientras que a ella se le cortó la respiración.
- Hentai! - apartó su rostro mientras él reía al ver su reacción. El día transcurrió en calma sin ninguna novedad hasta que Michaelis le entregó una carta a la condesa. Ella la abrió y leyó el contenido mientras que una cara de confusión apareció en ella.
- Daijoubu? - preguntó el azabache al ver su expresión.
- Alois Trancy me está invitando a su fiesta de disfraces en su mansión, pero no sé quién es - ella le pasó la carta y este la leyó detenidamente.
- ¿Qué piensa hacer? - subió su mirada a ella, quien tenía su vista en la mesa y su mano jugaba con el dije del collar que no se había quitado desde anoche.
- Iré, después de todo puede ser un posible cliente y es probable que encontremos alguna otra pista de quién intentó asesinarme - él asintió y se retiró para preparar todo para la fiesta que se llevaría a cabo en la noche.
El manto negro y estrellado cubrió el cielo. Amelia se encontraba en su habitación terminando de alistarse para la fiesta. Lucy terminó de colocarle las orejas peludas sobre su cabeza y se retiró para ver el resultado final.
- Kawaii! - juntó sus manos sobre su pecho y sus ojos brillaron. - Sin duda no hay nada que mis agujas no puedan hacer - dijo orgullosa mientras mostraba tres pequeñas agujas entre sus dedos.
- Sugoi Lucy! Me encanta, arigato - volteó a ver a su fiel sirvienta y le dio un abrazo. La de cabello morado era muy buena costurando, por lo que confeccionó el disfraz de la joven.
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Ars Moriendi
Fiksi PenggemarUn encuentro cercano a la muerte lleva a la condesa Amelia Blackwell a realizar un contrato con un demonio, quien la ayudará a encontrar al culpable de su accidente a cambio de su alma. Sin embargo, las cosas se ponen mucho más interesantes cuando o...