[25]El modelo defectuoso

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Llegué con mis maletas de cuero al andén de la tercera estación, se suponía que esta era de las más modernas y el tren a vapor me llevaría a Francia en menos de tres horas

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Llegué con mis maletas de cuero al andén de la tercera estación, se suponía que esta era de las más modernas y el tren a vapor me llevaría a Francia en menos de tres horas. Realmente ya no me importaba si la locomotora era nueva, vieja, si me llevaba a Berlín o me llevaba a España, solo quería que me llevara.

Dejé mis maletas al lado mío y antes de sentarme arregle las varillas de mi vestido para que no se fueran a enterrar o arruinar. Aunque pocas cosas importaban a este punto, no quería maltratar este vestido. Era uno que mi abuela había confeccionado con tanto esmero para mi último cumpleaños, mi cumpleaños número diecisiete.

Tenía las más finas telas que me cubrían hasta las rodillas, un corsé marrón del cual salían algunas varillas y alambres que daban forma a la falda y de la parte trasera habían incrustados varios engranajes. Mi outfit no se diferenciaba mucho del resto de las personas de la estación. Todos veían sus relojes, usaban sus ropas ajustadas de cuero, se acomodaban sus lentes de aviador o sus pañuelos. Inclusive los más pequeños estaban envueltos en telas y metales.

Yo quería salir de esta carcasa que día a día nos consumía, que con cada nube de vapor nos recordaba el poco tiempo que nos quedaba, que con su falsa tecnología nos envuelve y nos vuelve menos humanos y más máquinas.

No se si es una suerte o una desgracia que yo me haya dado cuenta tan pronto, vi que ya no había esperanza en este mundo de colores monótonos. Pero ustedes se han de estar preguntando que me llevó a romper este cascarón de hierro y liberarme de las cadenas.

Es algo muy simple y banal en mi opinión, en una cultura en la que las familias están prediseñadas, yo decidí buscar una propia. Con un joven de clase social militar y juraba daría su vida por mí, consumé mi amor y quedé embarazada de su hijo. Al enterarme de tan hermosa noticia se la comunique y él prometió mantenerse a mi lado cuando se lo comunicáramos a mi familia. Sin embargo, en esta misma estación tomó un tren que partió a Rusia, dejándome sola en la batalla contra mi familia. Creo que es bastante obvio que no se lo tomaron muy bien y ahora estoy con mi pasado empacado en mis valijas esperando a que mi tren llegue.

La noche en la que me echaron de casa y mis lentes de aviadora se rompieron, entendí que toda esta falsa modernidad no era más que una máscara para ocultar la avaricia y vació que todos sienten. De toda esta población de robots y engranajes yo soy el modelo defectuoso. No quiero que mi hijo pase por el mismo proceso en el que te vuelves parte de la sociedad como un modelo de máquina más, así que nos salvaré de esta horrible utopía.

Oh... creo que ya viene el tren, logró escuchar su silbato de lejos. El silbato de la libertad. Tomé mis maletas, ajusté mis lentes rotos y acaricie mi vientre. Vi como el tren se acercaba a toda velocidad. Los engranajes y el olor a contaminación inundaron mis sentidos dándome a entender que la hora había llegado. Me paré al borde del andén, miré al frente y justo cuando el tren estaba a segundos de pasar en frente mío, volé.

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