Demasiado cortas para hacerlas un libro, pero demasiado largas para ser olvidadas...
En este libro encontrarás pequeñas historias independientes o one-shot de diferentes fandoms que se me van ocurriendo. No están relacionada una con otra, así que si...
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(Este es uno de los cuentos cortos a los que más cariño les tengo, así que por favor sean amables 😅🥺 También les dejé una canción en la multimedia para que la escuchen mientras lo leen)
Եҽ ԹɾoʍҽԵo volvҽɾé
El joven Hanzo Shimada era alguien a quien temerle. Desde muy corta edad aprendió todo lo necesario para hacerse cargo del clan familiar y tenia muy presente quien era en la sociedad y que poder tenía en ella. Pero cierto verano un encuentro logró cambiar la percepción de el joven quinceañero, aunque el no lo quisiese admitir.
Era finales de mayo o comienzos de junio, los árboles de Sakura estaban más bellos que nunca. Ese día Hanzo practicaba con su arco como de costumbre. La precisión y profesionalismo con la que lanzaba cada flecha era indescriptible.
Sus experimentadas manos estaban a punto de lanzar su quinta flecha perfecta pero un estruendo lejano lo desconcentró. Provenía del bosque, no muy lejos de donde se encontraba el joven mafioso. Colgó sus flechas al hombro y preparó su arco antes de averiguar la causa del ruido.
No había mucho que recorrer antes de encontrar una nave aplastando varios árboles y arbustos. La puerta de esta se abrió abruptamente dejando pasar a una chica peli blanca soltando maldiciones a lo que fuera que se le pusiera enfrente. Hanzo retrocedió un poco hasta esconderse detrás de un árbol e intentó escuchar un poco de lo que decía.
-¡Genial Mcree! ¿Acaso no podías escoger un lugar más remoto para estrellar la nave?-
-Tranquilízate Ashe-
-¿Tranquilízate? ¿Sabes siquiera donde estamos?-
-Deja que Alex se encargue de eso yo iré a explorar los alrededores- al escuchar eso Hanzo de inmediato se alarmó e intento ver hacia donde correr.
El extranjero se acercaba más y más por lo que solo quedaba un escape y ese era hacia arriba. Subió a los árboles con poco esfuerzo aunque rasgó parte de su kimono. Salto entre uno y otro intentando no perder de vista al chico. El listón de seda que recogía el cabello del japonés se atoró con una rama. Una oleada de desesperación se apoderó de el y en un intento desesperado de liberarse arrancó el listón provocando que callera justo en frente de el desconocido. Al darse cuenta de su tremendo error Hanzo se escondió entre las ramas con su arco preparado.
El extraño miró desconcertado el pedazo de tela dorado que caía delicadamente a sus pies. Lo tomo entre sus manos y examinó por unos segundos después se levantó y preguntó al viento.
-¿Quien está allí?- si no quería salir, el extranjero estaba más que seguro que se trataba de una chica nativa indefensa, como en esas películas que miraba cuando aún era un niño.
-Prometo no hacerte daño- entonces escucho algunas ramas moverse y unas manos aferrándose a ellas.
-Deja que te vea- Después de eso una cabellera negra y ojos rasgados se asomaron con desconfianza. La figura terminó de salir de entre las ramas y se puso a una distancia pertinente del joven. Hanzo lo miraba detenidamente, intentando aprenderse cada rasgo de el otro chico. Cabellos café, junto con una barba que apenas empezaba a crecer y unos ojos café penetrantes.