[17] El sentido de vivir

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Este cuento al igual que el de Kenia lo escribí para una clase por lo que no tiene un lenguaje tan explicito

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Este cuento al igual que el de Kenia lo escribí para una clase por lo que no tiene un lenguaje tan explicito. Sin embargo, siento que eso le da un toque sencillo que otros de mis cuentos no tienen. Por favor disfrútenlo!

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El viento y el esporádico sonido de aves complementaban una soleada mañana en el estado de Tennessee. Más específicamente a las afueras de la ciudad donde se alzaba un hermoso campus en el que estudiaban cientos de adolescentes de entre 13 y 19 años. Parecía una postal sacada de un folleto turístico. Sin embargo, la calma y normalidad del día se vio interrumpida por unos estallidos a lo lejos. No podían ser fuegos artificiales, iban muy rápido, faltaba más de un mes para el 4 de Julio y los finales estaban a la vuelta de la esquina como para que los alumnos estuvieran festejando.

Unos 10 segundos después se escuchó un grito, seguido de otro y otro hasta que los estallidos apenas y eran audibles. En el pasillo central, el cual daba una vista directa hasta la entrada principal de la preparatoria, se encontraba un alumno alto, rubio y con un una ira indescriptible disparando a todo el compañero que se cruzara. Pero él no era el único, en la cafetería y en el segundo piso se encontraban otros dos muchachos repitiendo la acción. Ni profesores ni alumnos sabían si venían juntos o se trataba de una coincidencia, aunque eso era lo que menos importaba ahora.

En uno de los laboratorios, debajo de una mesa con un experimento inconcluso, se encontraba Sophie aún con la bata blanca de laboratorio y aferrada a su celular intentando contener las lágrimas y pedir ayuda. Ella podía escuchar los sollozos de sus compañeros de clase y los gritos desgarradores que venían del pasillo.

-Pa, creo que estoy en problemas-

-¿Por qué? ¿Te llamaron a la oficina del director?-

-No papá, hay un niño disparando en el pasillo-

-Voy para allá, mantén la calma cariño. Los servicios de emergencia también están en camino-

La puerta corrediza del laboratorio se abrió de golpe y se asomó uno de los tiradores. Sophie juraba que todo estaba pasando en cámara lenta, inclusive se tomó la molestia de ver el pelo negro, rostro sudoroso y un lunar en la mejilla izquierda.

Las pesadas botas negras de combate que usaban se abrieron paso por el salón y niño por niño empezó a disparar. Con las manos temblorosas Sophie escribió.

-Perdón papá, perdón por todo. No creo que que pueda salir de está-

Las botas negras se posicionaron en frente del escritorio de Sophie, ella volteo arriba y lo último con lo que se encontró fue la mueca de disgusto del tirador. Sin piedad alguna el perpetrador levantó su pistola y disparó a Sophie hasta que ya no hubiera rastro alguno de vida en ella. Salió tranquilo del laboratorio y siguió con el tiroteo. Unos cuantos pasos detrás de él La Muerte paseaba por los salones haciendo su trabajo.

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