CAPÍTULO DOS

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Emma.


Es lunes, la alarma suena a las siete de la mañana y lo primero que hago es cerrar la ventana de mi habitación, no me volveré a arriesgar.


Apolo no vino ayer, supongo que debería sentirme aliviada, pero la verdad es que no, pasé todo el día preparándome para su llegada porque no quería que me agarrara desprevenida, no me asustaría de nuevo.

La cosa es que me pasé el día tan concentrada en ese idiota que olvide por completo que tenia que lavar la ropa, así que me toca improvisar. Me coloco unos vaqueros negros, una blusa rosada y mis zapatillas blancas. Me maquillo lo más rápido que puedo y peino mi cabello en una coleta alta. Voy a la cocina a preparar el café y cuando paso por el espejo de la sala pego grito al verme.

Yo llevaba pantalones negros, blusa rosada y zapatillas blancas... Sí, digo que llevaba porque lo que estoy viendo es una falda de jeans corta de color negro, una camisa blanca y unas lindas sandalias. ¡No me jodas! Me miró y efectivamente tengo ese atuendo en el cuerpo.

—¿Cómo mierdas lo haces? Hace cinco segundos sentía la tela de los pantalones en las piernas.

He de admitir que me veo bonita, mucho mejor que con el atuendo que llevaba hace minutos. Vuelvo a verme en el espejo y digo que por esta vez aceptaré sin decir nada. Tomo mi café, mi bolso y salgo de casa. Un pequeño papelito cae del cielo, literalmente cae del cielo, no es broma.


No puedo creer que un hombre tenga mejor gusto que tú, pero que te puedo decir, soy Apolo;)

Consejos a partir de las 3pm.

"dios del sol"

Su majestad Apolo.




Su majestad... Majestad y una mierda. ¿Quién se cree para decirme que me visto feo? Estúpido.

Camino molesta hasta que veo un taxi y lo tomo para ir al trabajo.


🌞🌞🌞


—Em, el jefe quiere verte —miro a mi compañera y asiento.

¿Ahora que hice? ¿Será por el café que derrame ahora? No, no lo creo.

—¿Me mando a llamar? —pregunto luego de que me dice que pasa.

—Claro. Emma quiero que hablemos de algo muy serio que está pasando. He tomado la decisión de reducir el personal porque las ventas están bajando y no me puedo permitir seguir así.

—¿Me va a echar? Señor, le juro que siempre hago bien mi trabajo. Me esfuerzo, hago doble turno, me llevo bien con todos, tengo años aquí. Usted sabe que esto es todo lo que tengo.

—Emma, no es personal, créeme que me costó mucho llegar a esta conclusión—se queda mirándome como si estuviera pensando en una solución y finalmente habla—. Aunque existe una forma en la que esto se podría arreglar.

—¿Qué forma? -—le pregunto a punto de llorar, si pierdo este empleo estoy muerta—. ¿Qué necesita?

Observo como su vista baja a mis piernas desnudas y sube por el resto de mi cuerpo hasta mis pechos, no hay que ser adivinos para saber lo que me pedirá. Intento hablar, pero llaman a la puerta.

APOLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora