CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

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(ÚLTIMO CAPÍTULO)

Emma.

¡No fue un sueño! Fue lo que pensé cuando me levanté en la mañana y Apolo estaba con la boca abierta mientras dormía...

No. Es broma, don perfecto no podría dormir con la boca abierta, eso jamás, primero se muere. No, él se veía como si en vez de dormir, estuviera posando para una foto. Quiero ser Apolo.

Ahora estamos desayunando para ir a la universidad porque decidió llevarme él, dice que no es para que Derek lo vea, pero eso no se lo cree ni él mismo. Dothy no se quedó aquí anoche, supongo que se tomó muy enserio las palabras de Elizabeth y no quería interrumpir mi reconciliación con Apolo... Si supiera que sólo dormimos.

—Muévete, voy a llegar tarde. —Me quejo por cuarta vez, él solo me ignora mientras cambia el color de su camisa una y otra vez—. ¡Joder! La negra te queda bien, vámonos.

Al final acepta y termina todo vestido de negro, cualquier otro daría la impresión de que está a punto de ir a un velorio, pero Apolo se ve genial, el negro resalta sus ojos y el rubio de su cabello. En fin, perfecto. Yo me decidí por un simple pantalón blanco y una campesina roja.

Aparca el auto en el estacionamiento luego de saludar al vigilante, yo solo lo observo hasta que me canso de su silencio.

—¿Cómo es que esto pasó? —Pregunto—. Saludaste al vigilante y te dejó pasar. Apolo, tú no estudias aquí, nadie sin carnet puede pasar.

—Elsah me hizo un favor ayer antes de irse de aquí. —Se encoge de hombros—. Ingresó unos cuantos recuerdos falsos en su mente. Resulta que estudié unos años aquí, siempre fui amable con él, le traía del desayuno que preparaba mi nana y otras cosas más, ya sabes que Elsah puede ser dramática cuando quiere. —Se ríe—. Ahora soy el genial novio que trae a su novia a la universidad y luego se retira sin ningún problema, así que me dejan entrar.

—Eres... ¡Wow! —Lo miro asombrada—. Enséñame a hacer eso. Quizás entre a un banco, todos piensen que soy el presidente y así me llevo todo lo que esté en su cuenta.

—Si te quejas cuando pago tus cuentas o uso tarjetas de crédito porque robo al banco, según tú, claro.—Me mira mal—. Te enseño a hacer eso y mínimo terminas regresando todo el mismo día y dejando que te lleven presa.

—No es según yo, es que lo haces. —Le devuelvo la misma mirada—. Pero de eso no vamos a hablar. Tienes razón, es que yo tengo un corazoncito débil.

—No me hagas reír y bájate, vas a llegar tarde. —En eso mira por la ventana y sonríe con malicia, sigo su mirada y es Derek—. Vamos, quiero llevarte hasta tu salón de clases.

—Apolo, deja la tontería. Ya el pobre chico entendió que no podemos tener nada, deja lo posesivo. —Él sólo me mira y suelta una pequeña risa—. ¿Qué es tan gracioso?

—Tú. —Sonríe—. Emma, no estoy siendo posesivo, sólo estoy aburrido y quiero divertirme un rato. Créeme que si yo tuviera celos de verdad, esta universidad ya no existiría y ninguno de esos chicos estuviera respirando ahora. —Eso último lo dice con una seriedad que asusta, pero luego vuelve a sonreír y sale del auto—. Vamos, tienes clases.

Bipolar.

Salgo del auto y lo sigo, creo que conoce la universidad mejor que yo. Cuando llegamos a mi salón, la mirada de Derek inmediatamente cae en Apolo y en mí, luego solo niega y baja la mirada a sus apuntes.

—¿Contento? —Le pregunto y sonríe—. Nos vemos ahora, compra mucha comida chatarra y dulces, hoy hay pijamada.

—¿Sin alcohol? —Se burla y lo miro mal—. Bien, me voy.

APOLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora