CAPÍTULO DIECISIETE

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Emma.

Apolo me mira esperando a que comience a hablar y yo solo pienso en que no sé si quiero escuchar la verdad. Sueno como una estúpida, ya lo sé. Pero, ¿y si ella decía la verdad? ¿Si ya hubo miles antes de mí y yo solo soy una más? Digo, no es como decir: "tuviste unas cuantas ex's antes de mí", esto es diferente, hablamos de MILES y por muchos años, además de no ser ex's, serían algo como juegos, yo sería un juego.

—¿Vas a hablar en algún momento o qué? —me pregunta con el ceño fruncido y suspiro.

—¿Habías estado con alguna humana antes? Es decir, así como estás aquí conmigo.

—No. —Dice y me sorprende que ni lo pensó un momento.

—¿Cómo que no?

—Pues eso, que no. —Me mira sin entender—. No sé a donde quieres llegar, Kathleen, pero si lo que quieres saber es si contigo es diferente. Entonces sí, lo es.

—Primero, no me digas Kathleen —ruedo los ojos y él sonríe—. Segundo, ¿Cómo sé que no mientes? ¿Cómo sé que no fue igual con otras?

—Es muy fácil —se encoge de hombros—. Soy un dios, Emma. Sí, tal vez me veas cómo una persona normal, pero eso no quita lo que soy. Yo siempre tomo lo que quiero y nadie puede decirme nada, creo que te lo he dicho muchas veces.

—¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

—Que si fueras como cualquier otra humana, yo simplemente te hubiese marcado desde el primer día que me dejaste entrar a tu casa, a tu vida. Que si fueses como cualquier otra humana, no estaría teniendo una guerra con mi tío por ti, te hubiese marcado al sentirme en esa posición de competencia. Que si fueses como cualquier otra humana, yo te hubiese follado hasta el cansancio cuando estuviste encima de mí hace unas pocas horas —me da un pequeño beso en el cuello y por unos segundos me olvido de qué estamos hablando—. Que si fueses como cualquier otra humana, no estaría aquí hablando contigo y dándote explicaciones por la simple razón de que yo jamás le doy explicaciones a nadie. ¿Eso es suficiente para ti?

—No lo sé, creo. —Volteo un poco a mirarlo—. ¿Qué hay de ella? Dijo que era tu eterno.

—Mi eterno tormento, será —rueda los ojos—. La cosa con Eris es fácil de explicar, era linda y yo estaba solo, entró en mi habitación, acordamos que sólo sería sexo y listo, felices todos —finge una gran sonrisa—. Pero una parte de mí sabía que se iba a salir de control y lo acabo de comprobar, mira que venir a fastidiarte.

—Ella dijo que cuando no estabas aquí era porque estabas follando con ella —hago una mueca y frunzo el ceño cuando él sonríe divertido—. ¿Qué?

—¿Estás celosa, Kathleen?

—Vuelve a decirme Kathleen y te hago tragar tierra otra vez —advierto—. Y no estoy celosa, sólo que no pienso ser una cornuda, así sólo seamos "novios" de mentira, no seré la cornuda aquí.

—¿Qué no eras tú la que andaba viendo a un chico en un ascensor luego de gritar en tu antiguo trabajo que éramos novios? —me dice con una ceja arqueada.

—El pasado pisado, Apolo. Más bien dime qué harás con ella —le cambio el tema.

—Sí, cambiar el tema es una buena forma de no darme la razón —rueda los ojos—. Y con ella no haré nada, ya le había advertido que si quería algo más que sexo todo se iba a acabar, ella misma se ha puesto la soga al cuello.

—¿No volverás a estar con ella?

—No. ¿Por qué? ¿Me consolarás? —hace un puchero.

—No seas payaso —me río—. Una última cosa, dijiste que no importaba el agua, pero ella dijo que Poseidón había disfrutado tocarme con sus aguas.

APOLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora