CAPÍTULO NUEVE

6.7K 819 95
                                    

Apolo.

Los humanos tienden a tener adicciones, tal vez por las drogas o el alcohol... Yo no soy un humano, pero estoy comenzando a tener cierta adicción por sus labios. He besado a muchas personas, tanto diosas, como semidiosas, incluso a una mortal, pero Emma es la primera que logra hacerme sentir esto, sus labios son como una jodida droga para mi cuerpo. Simplemente no puedo dejar de hacerlo, cada que consigo una oportunidad la beso...

—¿Así que haremos esto, sobrino? —me pregunta mi tío, entrando al salón donde estoy pintando.

—No sé de que hablas —sigo pintando.

—Claro que si sabes —se ríe—. Quien lo diría, el hijo del mismísimo Zeus, enamorado de una simple mortal.

—¿Y quien te dijo que estoy enamorado? Esa es una palabra muy fuerte. —Ruedo los ojos.

—Pero te gusta, porque no hay otra razón para lo que estás haciendo.

—¿Y que hago? Según tú.

—La proteges, la besas... Haces de todo menos marcarla contra su voluntad —me mira sonriente—. ¿Acaso estás buscando sustituta para Dafne?

Dejo el pincel a medio camino y tomo una respiración profunda antes de contestar.

—¿Por qué no te vas a follar con alguna de tus hijas? Tengo mucho que hacer y tus jodidos comentarios me desconcentran.

—Claro... Muy lindo tu dibujo, pero a ese árbol le faltan más caderas —se ríe y contengo las ganas de partirle la cabeza—. En fin, sigamos jugando y que gane quien tenga que ganar, aunque deberías considerar eso de compartir.

Espero a que cierre la puerta y rompo el maldito cuadro. Maldita Dafne y maldito todo aquel que me la recuerde.

La escucho a lo lejos, se que me está llamando, pero tengo que calmarme antes de ir a verla... Tomo un pedazo de papel y escribo algo antes de enviarlo:

Sé que no puedes vivir sin mí, pero dame unos minutos, mi amor.

"Apolo, dios del sol, tu novio".


Ya me puedo imaginar su cara cuando la reciba, pero ahora no tengo tiempo para eso. Salgo del lugar y me dirijo a la habitación de Eris.

—Apolo —me sonríe dejándome pasar—. Que sorpresa encontrarte por aquí, ya casi no te veo la cara.

—¿Te ordené hablar? —le pregunto y baja la cara de inmediato—. Ven acá, joder.

Se acerca y le quitó la túnica de un solo jalón.

—Siéntate y cállate.

Obedece y aparezco un lienzo nuevo con los materiales que necesito, la acomodo en la pose que deseo y comienzo a pintarla.

—¿Puedo hablar?

—Eso haces, ¿no?

—Sólo quiero decir una cosa —me dice mordiéndose el labio—. Verte así concentrado mientras me pintas me prende mucho, Apolo.

—Si bueno, a mí me molesta que te muevas cuando lo hago.

—Idiota —está molesta, pero no cambia de posición y deja que la siga pintando.

—Listo —le digo cuando termino de retocar las últimas partes.

—Es hermoso —me dice y se lo dejo unos minutos antes de desaparecerlo—. ¡Deja de hacer eso! Siempre haces lo mismo, lo quería conservar.

—No lo pinto para ti y tampoco es un regalo, sólo lo hago para relajarme y como ya lo hice, no veo la necesidad de conservarlo.

—¡Te odio! Siempre vienes, me usas y luego solo te vas, me tratas como una sucia mortal, sólo para complacerte.

Vaya, es la primera vez que me grita y aunque eso me sorprende, le sonrío.

—Pequeña Eris —le digo tomando su cara en mis manos y me hace un puchero ridículo que no le queda bien en su rostro—. Yo no te trato como una mortal, pero creo que te advertí esto la primera vez que te metiste a mi habitación, ¿verdad?

Asiente resignada.

—Te dije que todo sería así y estuviste de acuerdo, yo te uso y tú me usas... ¿A caso tienes quejas sobre eso? ¿esperas otro tipo de trato?

—N-no, no espero más.

—Genial, porque creo que sabes que si ese fuera el caso, esto se acabaría totalmente porque no puedo darte lo que deseas.

—Bésame, Apolo —me pide.

—Tal vez luego, tengo cosas que hacer.

Salgo de su habitación y respiro profundo antes de ir a casa de Emma.

APOLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora