CAPÍTULO OCHO

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Emma.


Odio vivir con miedo, desde pequeña me he aferrado a la idea de que vivir con miedo no es vivir, que debo afrontar las cosas con la frente en alto sin temor a lo que venga, pero es que no estamos hablando de cualquier cosa, hablamos de dioses que me ven como un pedazo de carne.

—¿Estás bien? Desde que llegaste estás un poco ida y ahora te veo pálida —me dice Dothy cuando nos encontramos en la barra para buscar los pedidos.

—Estoy bien, sólo algo mareada —le respondo restándole importancia—. Sigamos con esto, hay que trabajar porque nacimos bellas, pero no millonarias.

Se ríe un poco y le sonrío, no tiene caso decirle lo que me pasa, aunque quisiera contarle no podría hacerlo, sería algo como: "Tengo un dios en mi casa, normalmente me visita diario, ¡le gusta tomar limonada! El punto es que otro dios me quiere marcar... No quieres saber lo que es eso, pero ahora el dios del sol me está cuidado de su tío loco". Lo próximo que diría ella es que necesito un descanso porque la fiebre me está haciendo alucinar, o sólo llamaría a un psiquiátrico y les diría que me he vuelto loca.

Sigo con mi trabajo hasta que me informan que lleve el pedido a la mesa seis porque Dothy fue al baño, tomo las bandejas y casi dejo caer todo cuando veo de quien se trata.

—Hola, veo que si te dieron el trabajo —me sonríe el mismo chico del ascensor y, en otra ocasión yo estaría gritando de emoción porque me recuerda, pero ahora tengo el miedo de que sea el tío loco de Apolo—. ¡Felicidades!

—S-sí, es un mes de prueba, debo aguantar y luego sabré si me dejan fija o no —le digo tratando de que mi voz suene firme—. Bien, tu pedido.

Dejo las cosas en la mesa e intentó buscar una excusa como: ¡Oh no! Quisiera quedarme a charlar, pero tengo dos mesas que atender, pero para completar mi miedo, el lugar se ha quedado solo de repente.

—Soy Ashton, por cierto —me dice cuando termino de dejar las cosas en la mesa—, ese día no pude decirte cómo me llamaba, ni pude preguntar tu nombre.

—¿Por qué te fuiste de repente? —le pregunto, necesito oír una excusa.

—Mi madre —responde restándole importancia con un gesto de su mano—, me llamó porque tenía cita con el médico y no tenía quien la llevara, así que tuve que ir por ella. Igual volví más tarde, sólo me retrace una media hora.

—Bien... Necesito seguir con mi trabajo, no quiero que me despidan la primera semana —intento irme y su mano toma la mía.

—Aún no me dices tu nombre —me dice sin soltar mi mano y casi grito el nombre de Apolo en mi mente. Busco un rayo de sol y cuando lo encuentro lo llamo—. ¿Estás bien? Te pusiste pálida.

Veo como las puertas vuelven a abrirse y Apolo entra... ¿Sonriendo? Pues si, ¡Sonriendo! Mientras que yo estoy que me hago pis del miedo que cargo.

—¡Amor! —grita y Ashton quita su mano de la mía y pone su mirada en el dios que acaba de llegar, Ashton y todos mis compañeros porque él no podía decirlo sólo para nosotros—. ¿Dónde tienes el teléfono? Te he llamado unas diez veces.

—Sabes que estoy trabajando y cuando lo hago no puedo usar el móvil.

—Bien, sólo pasaba a dejarte lo que me pediste —me entrega un bolso que quien sabe dios qué trae ahí.

—Gracias —le sonrío y se acerca a darme un beso en la boca ignorando totalmente al chico que tenemos frente a nosotros en la mesa.

—No es problema alguno para mí —dice cuando me suelta—, pero ya que estoy aquí, ¿podrías traerme un café? Necesito energías para el resto del día.

Le sonrió y voy a pedir su café, mis compañeras están con la boca abierta, incluso Annah me dedica una mirada asombrada, que eso ya es mucho pedir viniendo del cadáver andante que es.

—¿Ese semidios es tu novio? —me pregunta Elizabeth mientras prepara el café y casi quiero reír y decirle que semidios es una ofensa para Apolo—. Te lo tenías bien guardado, picarona.

Me río con ella y Luna se acerca a mi con las mejillas sonrojadas.

—¿Como lo haces? —me pregunta—. ¡Carajo! Que ese que te ha besado es un bombón y el de la mesa no se queda atrás, ese también te estaba echando el ojo, ¿cual es el truco?

—¿Truco de que? —le pregunto divertida.

—Pues para poner a babear a semejantes criaturas hechas a la perfección.

Me río, Elizabeth me entrega el café y se lo llevo a Apolo que está con la vista en su teléfono.

—Su pedido, joven —bromeo.

—Gracias, esclava —me dice y contengo las ganas de tirarselo encima cuando sonríe divertido—. Te diré algo... Siento que por un lado me están comiendo con la mirada y por el otro me están intentando desintegrar.

—Va, pues las que te comen con la mirada son mis compañeras y ya sabemos quién te quiere desintegrar. ¿Si es él?

—Si, la manera en la que me mira... ¡Por Zeus! Parece que estuviese haciendo un esfuerzo muy grande por no lanzarme una mesa encima aquí mismo.

—Me tomó de la mano y me preguntó mi nombre, dice que se llama Ashton.

—Mantente alejada y no dejes de hacer eso —lo miro confundida y voltea los ojos—. Llamarme, Emma.

—¡Ahh! Sí, sí.

—Bueno, me tengo que ir —me dice guardando su teléfono y tomando el café mientras se levanta—. Ten un excelente día en el trabajo, mi amor.

Lo miro mal y se ríe antes de robarme un rápido beso y dirigirse a la salida, pero antes de salir levanta el café sonriente a donde están mis compañeras.

—Quien lo haya hecho, le quedó muy bueno —me mira y me guiña el ojo—. Que tengan un excelente día.

—¡Dios mío! Dijo que mi café estaba muy bueno, Emma —dice cuando Apolo termina de irse.

—Si, lo escuché —me río.

—No te pongas celosa por lo que voy a decir, pero cuando terminen me podrías pasar su número, no lo sé, digo yo.

Me río de sus ocurrencias y Dothy sale del baño sin saber que nada de lo que pasó. Volteo buscando a "Ashton" pero no está.

—¿Por qué todas están sonrojadas y sonrientes? —pregunta divertida.

—¡Que han venido dos semidioses a la tienda, princesa! —le dice Luna—. Y los dos han coqueteado con Emma.

—¡¿Qué?! —me mira sorprendida—. ¡Tenías que sacarme del baño, mujer!

—¿Los dos han coqueteado con ella? — Elizabeth alza una ceja—. No. Que uno le ha coqueteado y el otro era el novio.

—¿Tienes novio? —maldigo a Apolo por no decir que era mi hermano, mi primo o que se yo, presiento que disfruta un montón de todo esto.

—Sí, acaba de irse —le sonrío.

—Genial, nunca pasa nada interesante y hoy que me voy al baño y pasa todo esto. ¡Que mala suerte!

—Nadie tiene la culpa de que andes toda caliente y te vayas a masturbar en el baño, Dothy —le dice Luna riéndose y todas la seguimos—. Y si no es así, dinos qué otra cosa hacías, te has tomado el baño como por media hora.

—¿Tú también andas mal del estómago? —le pregunta Liam, que no sé en que momento salió de la cocina.

—¿Como que "tú también"? —pregunta Elizabeth mirándolo con los ojos entrecerrados.

—Pues Jackson anda igual, hoy amaneció malo y se ha ido al baño casi por una hora.

Y eso basta para atar cabos entre todos y olvidarnos de los dos "semidioses" porque los problemas "estomacales" de Jackson y Dothy son otro asunto grande.

—¡Están follando! —grita Elizabeth.




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