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KIM MEESTER JULIEN NAMJOON
La mañana siempre era molesta, sentía como el sol pegaba directamente a mi campo de visión para impedirme seguir durmiendo. Realmente me sentía cómodo como para irrumpir la tranquilidad y la calidez de mi habitación. A excepción de mi mente aclararse "idiota, no fuiste a tu departamento". Abrí los ojos un tanto agitado por el repentino recuerdo de la madrugada. Mis brazos estaban rodeando una pequeña silueta que al juzgar por la respiración aún seguía dormida.
– Que mierda. – me alejé sin importarme ser brusco o si incluso la despertaba.
Miré mi atuendo y luego a ella, claro que no había pasado nada. Pero la costumbre y algunos malos momentos también me habían metido en situaciones incomodas. Jamás dormía con una mujer sino era para saciar mis necesidades. Y claro que no pasaba toda una noche rodeándola en brazos.
Instintivamente sacudí las mangas de mi chaqueta. ¿Qué carajos estaba pensando cuando la dejé manipularme con sus mejillas sonrojadas y sus ojos al borde de lágrimas? Así que salí de la habitación sin siquiera mirarla. Era lo mejor, porque desde un principio nunca había sido mi intensión ser el buen samaritano y permanecer con ella. Seguia pensando que, los de su clase solo buscaban el veneficio mutuo, de igual manera no planeaba darle explicaciones si es que despertarse mucho más consciente y el porque estaba allí con desconocido demasiado sentimental.
Pura mierda.
– ¿NamJoon? . – me tensé inmediatamente al reconocer aquella voz.
– Rosanne. – devolví la cortesía.
Incluso su rostro reflejara la duda y sorpresa pero no había persona más sorprendida que yo al encontrarme esa mañana en su habitación.
– Pasaste la noche aquí. – no era pregunta, incluso si el susurro revelara la verdad. Solo quería salir de allí recobrando la poca dignidad que me quedaba. Era evidente mi repudio a ciertos sectores de la población. Entonces, ¿Qué hacia allí? En la casa de la princesa melindrosa. Francamente ni yo lo sé.
