Confesión.

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Ya he estado pensando muchas noches tratando de aclarar las cosas que han pasado. Sabía que debía llevar esto al siguiente nivel. Y no se que carajo iba a hacer con mi vida, pero hoy le diría al mundo que soy bisexual.

He tenido bastante tiempo ocultándolo y bueno, sé que la mayoría de a quienes se los diría lo tomaría como un juego, pero, creo que era lo que más quería. A mi familia no se lo diría aunque me ofrezcan 1 millón de pesos, lo haría mas tarde. A quien se lo diría serán mis amigos y, sinceramente, que no lo tomasen enserio seria mi salvación de quedarme sin nadie. Que egoísta y poco seguro de mi parte.

¿Miedo al rechazo? Sí. Mucho.

¿Miedo a ser señalada? Pues no tanto, porque eso no habla precisamente mal de mí.

Hoy era... ¿Jueves? Ni siquiera tenía noción del tiempo, sólo sabia que este día esperaba que fuera el más importante de mi vida.

Tocaba Geografía, dos horas; (si era jueves), y también nos tocaba pans. Al ser mi clase favorita, supongo que me sentiría mucho más cómoda.

No sabia exactamente a quien se lo diría, así que me hice una lista de las personas principales:

Priscila

•Axel (¿por qué? Ni idea, pero supongo que se lo debo)•Ricardo.•Posiblemente Lizbeth (cuando vuelva de Michoacán).

Me preparé, me di unas pequeñas cachetadas, sacudí mis manos y me encamine al salón.


***


Todo el mundo esta distraído y hablando entre sí. Ni sabia a donde ir o con quien hablar. Me sentía un poco apartada del mundo porque no le dirigía la palabra a nadie. Ni a Ricardo. Ni a Priscila.

Estaba sola en mi mundo y platicando conmigo misma, esperando a que a alguien se le ocurriera venir a saber como estaba.

¿Cómo comenzaría a decirles? No iba a hacer una idiotez diciendo: "Hola como estas. Oye soy bisexual". No (¿o sí?), descartaba por completo esa idea. Estaba ocupada pensándolo mucho —mejor dicho demasiado que no me di cuenta que alguien se sentó delante de mi para conversar.

—¿Hola, como estás?

Que pinche ironía de la vida.

— Hola Prisci. Estoy algo cansada, nada de que preocuparse.

— Pues estamos igual, estoy algo ojerosa.

Levante mi cabeza y le mire a los ojos.

Error.

Gravísimo error.

No tenia ojeras, sin embargo tenia unas pequeñas arruguitas en las partes bajas de sus ojos. Tenían un brillo especial que los hacia ver como unas pequeñas linternitas. Dios, eran muy lindos.

—Llamando a Valeria. Llamando a Val. ¡Responde!

— ¡Presente!

Se hecho a reír (hermosa risa por cierto, ¡Mierda Valeria concéntrate!) y yo solo me sonroje de vergüenza. No podía creer que me había quedado embobada viendo sus pequeños pero lindos ojos. Encima todos habían volteado y me estaban viendo. Suerte que Lizbeth estaba en Michoacán porque ahorita se estaría cagando de risa.

Diario de una bisexual®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora