El convivio.

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Listo, hoy es el convivio y estoy muy, muy nerviosa.

¿Qué carajo iba a hacer cuando me sentía tan incomoda?

Paso una semana desde que le dije a ciertas personas que era bisexual (aunque solo Axel me haya tomado en serio) y hoy no era ni el mejor día para continuar con la lista.

En fin.

Hoy era la celebración de la escuela y no podía perdérmelo; yo solo quería divertirme, con mis amigos, con la comida, y por supuesto, con Priscila, porque Lizbeth estaba en Michoacán.

Hoy entraríamos una hora después de lo normal. Mi madre me presionó mucho para comprarme unos zapatos o botas hasta que finalmente accedí y me decidí por unas color camello. Quería asistir cómodamente, no quería que nada me hiciera sentir fuera de lugar. Me puse un pantalón de vestir gris con una camisa blanca larga. Aquella vestimenta me sentaba excelente. Tome un sombrero de mi papá gris con rayas y me lo puse, para mis adentros me veía y sentía bien.

Pero como toda mala madre volvió a presionarme para que me maquillara. Carajo. No quería perder tiempo y terminé accediendo a lo que pidió mi mamá. Después de unos largos 10 minutos terminó. Aunque no fue tan conflictivo ponerme el jodido maquillaje, mi mamá sí que sabía maquillarme algunas veces.

Ya con mi pequeña bolsita negra a la mano con dinero,  mi credencial y el regalo del intercambio (más aparte otro que era para Ricardo) me fui.

Mientras iba en la camioneta del transporte, pensé en todo lo que tal vez haría hoy. Sabia que a veces pensar las cosas antes de hacerlas te trae algunos problemas, pero necesitaba realmente saber que este día no iba a ser el peor.

Un tipo me estaba mirando, y cuando bajé, me vio el trasero, que asco.


***


Ya estoy en el salón y solo dos personas han llegado. Debo aprender a venirme un poco más tarde para no pasar mañanas de frío.

Poco a poco más personas comenzaban a llegar, Janet ya venia en camino y yo solo esperaba a dos personas en especial.

Me volteé durante solo un momento a ver como las personas pasaban y se reunían con sus amigos. Personas que yo conocía pasaban por debajo de mi pasillo y me saludaban, y yo amablemente se los devolvía.

Volví mi mirada a el pasillo angosto, y ahí venia Ricardo. Venia de una forma muy casual. Una chamarra roja, una camisa a cuadros con un pantalón de mezclilla y unos converse blancos. Se veía bien.

—Valeria —Saludo—.

—Ricardo —Le conteste de la misma manera—.

—Casi no ha llegado nadie, eso es raro —Hizo una pequeña pausa—. Oye, ¿no tienes frío?

—Si un poco, debí haberme traído una chamarra antes de venir...

Ya ni escuché lo ultimo que el me dijo por poner mi atención a otra persona.

Adiós frío.

Vi a Priscila pasar por el largo y en ese momento, eterno pasillo.

Venía con un vestido de un tipo color verde marina. Un chaleco blanco y su pequeña bolsita del mismo color. Su pelo, (mi perdición) era bastante lacio, pero logré notar que estaba planchado. Una diadema, del color del vestido y zapatos abiertos. Estaba hermosa.

No sabia que tanto tiempo había pasado, pero Ricardo estaba tan preocupado que me grito. Apenas lo había escuchado y al final reaccioné.

—¿Q-Qué dijiste?

Diario de una bisexual®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora