CAPÍTULO 1

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En algún lugar de Madrid tiene lugar una conversación telefónica que marcará las vidas de varias personas

Voz 1: Cien mil euros al acabar el trabajo – dijo una de las personas a su interlocutor.

Voz 2: De acuerdo, pero he de advertirle que mis métodos no son los que usted piensa – quería dejar las cosas claras desde el primer momento, no deseaba que luego hubiera malentendidos – llevará un tiempo si quiere que todo salga como usted tiene previsto.

Voz 1: Me da exactamente igual cuanto tarde siempre y cuando no se demore demasiado. Si he podido esperar tanto tiempo podré hacerlo un poco más para verla muerta – contestó con tranquilidad – lo que quiero es discreción total, que no haya ninguna vinculación hacia mi persona.

Voz 2: Por eso no se preocupe – tranquilizó – nadie sabrá de este trato.

Voz 1: Otra cosa más – dijo mientras impedía seguir hablando a la persona del otro lado de la línea – No quiero errores... si hay algo, por mínimo que sea, no verá ni un céntimo.

Voz 2: Si se ha puesto en contacto conmigo es porque ya le han hablado de mí y de mi trabajo, usted solo envíeme la información a la dirección de e-mail que le he dado, el resto déjelo en mis manos – contestó con seriedad.

Voz 1: Bien, ahora le mando toda la información – hizo una pausa, dando por terminada la conversación – estaremos en contacto, llámeme con cualquier novedad, yo haré lo mismo para saber cómo va todo – frunció el ceño - Supongo que esta será una línea segura, ¿no?

Voz 2: Por supuesto – empezaba a cabrearse ante tanta desconfianza hacia su trabajo -

¿por quién me toma? Soy profesional en esto.

Voz 1: Eso espero – dijo de nuevo seriamente antes del colgar.

Ambas personas quedaron mirando sus teléfonos un par de segundos, para luego ponerse en marcha...

Facultad de Bellas Artes de Madrid, ese mismo día.

Sonreía al pensar que por fin un día iba a conseguir llegar a tiempo a sus clases. Durante todos los años de la carrera, del Máster y su primer año de doctorado le había pasado lo mismo, daba igual la hora a la que se pusiera la alarma, todos los días llegaba con el tiempo justo para ir corriendo desde la puerta principal al aula segundos antes de que llegaran sus profesores.

Menos mal que al ser la mejor estudiante que había pasado por esa facultad – tenía un 9.9 de media – y por tener una gran humildad, los profesores no se lo tomaban en cuenta, incluso si llegaba unos minutos tarde, cosa que había ocurrido más de una vez.

Este curso le tocaba decidir el tema de la Tesis y sobre todo el profesor o profesora con el que lo realizaría. Le caían bien bastantes profesores, pero, para el tema que tenía en mente, no creía que le fuera a servir ninguno de ellos.

Iba pensando en este tema, cuando, sin darse cuenta, se chocó con otra persona que iba también distraída mirando los distintos cuadros que había repartidos por las paredes del edificio y todos los libros que llevaba cayeron al suelo....

C: ¡Ay, perdón! No sabe cuánto lo siento, iba distraída y no te vi....

M: No te preocupes, no pasa nada, yo también lo siento, iba admirando los cuadros y tampoco te vi...

C: espera que te ayudo a recoger los libros – algunos de ellos los había leído durante la carrera y le parecieron muy interesantes como tema de Tesis.

M: ¡Gracias! Por cierto, no sé si me podrás ayudar, me llamo Maite Zaldúa y me incorporo hoy como profesora, ¿me podrías decir cómo llegar al despacho de la directora Lolita Casado?

AMORES QUE MATAN (MAITINO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora