CAPÍTULO 26

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Seguimos con la historia con un nuevo capítulo :-)

¿Qué habrá pasado? ¿Estará realmente muerta Camino? ¿Será Maite tan fría y calculadora como en el capítulo de ayer?

Si quieres saberlo.... sigue leyendo    ;-)         Espero tus comentarios!!!! 

Peinaron la casa entera en busca de más micrófonos asegurándose de que no había más de los que le había dicho. Efectivamente sólo hallaron cuatro y la única cámara era la que Maite había descubierto. Cuando destruyeron los micros, Maite se volvió hacia Antoñito.

M: ¿Puedes explicarme como coño ha llegado esto hasta aquí? – preguntó casi furiosa señalando los restos de los aparatos – se suponía que tenías que vigilar que esto no pasara.

A: No lo sé – se excusó – debió ser el día ese que Cinta vino a verla y cómo se fueron a la facultad, salí a hacer unas cosas.

M: Tú eres imbécil – le insultó – te dije que no te movieras de aquí – decía enfadada.

A: Lo sé, pero tuve que salir - se excusó de nuevo – era una emergencia y no fue mucho tiempo.

Maite respiró e intentó tranquilizarse. Realmente no tenía mucho sentido en ese momento montarle un pollo. Ya iba demasiado tarde a la facultad hoy y, además, su trabajo allí ya había finalizado. Ahora lo único que quedaba era no dejar huellas sobre lo que había pasado en aquel lugar.

M: Ya hablaremos – advirtió – de momento vamos a limpiar todo esto – señaló el cuerpo de Camino.

Ambos comenzaron a hacer "limpieza" del piso de su alumna, ocupándose de no dejar rastro alguno de lo que allí había pasado y preparándose para ocultar el cuerpo de Camino en algún lugar donde nadie pudiera encontrarla.

Maite entraba en la facultad como todos los días, intentando llegar cuanto antes a su despacho. Al subir por las escaleras se chocó con Liberto. Iba pensando en tantas cosas a la vez que ni se había fijado que éste bajaba por ellas.

Li: Maite, ¿qué te ha pasado? – preguntó mostrando preocupación al ver su labio.

M: Pues que soy una torpe, Liberto – contestó regalándole una media sonrisa tranquilizadora – y me he caído en la ducha.

Li: ¿Pero estás bien? – volvió a preguntar.

M: Sí, claro, perfectamente – contestó y Liberto respiró aliviado.

Li: Me había asustado, con esto de que no ves por donde vas y con esa herida...

M: No pasa nada, tranquilo – dijo de nuevo mirándole, mostrando agradecimiento – no ha sonado el despertador y me he quedado dormida y ya ves, como voy corriendo a todos lados, pues pasan estas cosas – dijo intentando que no sonara nerviosa – por cierto, ¿sabes si Lolita está en su despacho? Necesito consultarle una cosa.

Li: Pues creo que está en la cafetería – contestó – la he visto hace un rato y me ha dicho que necesitaba un café – dijo sonriendo.

M: Vale, gracias – dijo a modo de despedida – me voy, que como ves llevo prisa. Y perdón por el golpe de antes, no te he visto.

Li: Ya me imagino que no me has visto – dijo riendo – hasta luego.

Cuando terminó de hablar con Liberto, en vez de seguir subiendo hacia a su despacho, volvió a bajar para ir a la cafetería a buscar a Lolita. Por el camino, notaba la mirada de algunos alumnos puesta en ella, seguramente preguntándose como se había dado ese golpe. Lo dejó pasar esperando que nadie le preguntara. Llegó a la cafetería y la vio sentada en una de las mesas, con un café delante y leyendo el periódico.

AMORES QUE MATAN (MAITINO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora