CAPÍTULO 38

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Pues ya está aquí el capítulo de hoy (por cosas del trabajo un poco más tarde que otros días) pero sabéis que más tarde o más temprano lo tenéis :-)

Seguro que más una estará mordiéndose las uñas de los nervios por saber que pasará hoy :-)

¿Volverán a hablar Maite y Camino en el capítulo de hoy? Pues si no lo lees no lo sabrás....eso sí, una sorpresita sí os tengo preparada, a ver sí sabéis cual.....jejejeje


Cuando Camino por fin salió de aquella cabaña, Maite caminó hasta el sofá, intentando mantener la calma y notando como se le formaba un nudo en la boca del estómago. Verla de nuevo frente a ella, escucharla y mirar sus ojos había tenido un efecto devastador en ella. Quizás había sido demasiado dura, pero era como se sentía en esos momentos, estaba demasiado dolida y demasiado hundida como para ponerse a pensar en si era o no era dura. Comenzó a llorar mientras miraba alguna de las fotografías que tenía allí.

Por su parte, Camino se derrumbó una vez llegó a casa. Dejó que las lágrimas salieran como un río buscando el mar y sintiendo una opresión enorme en el pecho. Sabía que se merecía todas las palabras de Maite, de su desplante, consciente de que estaba en un momento de su vida en el que era demasiado el dolor y la angustia como para analizar las cosas.

Camino lloró largo rato, intentando sacar de ella toda la angustia. Una vez calmada, cogió su teléfono y, con las manos aun temblorosas y la voz algo tomada, marcó esperando que respondieran al otro lado rápidamente.

C: Hola, Felipe... soy Camino... bien, bien... estoy un poco acatarrada – mintió – sí necesito hablar contigo. Quiero que busques al mejor abogado de familia del país... aja... no, a uno muy bueno no... me da igual que sea muy bueno, quiero al mejor... sí... cueste lo que cueste, le pagaré lo que sea - seguía hablando decidida – me da lo mismo... como si me tengo que dejar la herencia entera en esto... bien... llámame cuanto antes... gracias.

Tras colgar el teléfono se quedó con él en las manos durante unos instantes. "Vas a volver a sonreír sin miedo a que te quiten a tu hija, mi amor, aunque no sea conmigo" se dijo a sí misma. Acto seguido volvió a marcar un nuevo número en el teléfono.

C: Antoñito, he encontrado a Maite – dijo una vez el chico respondió.

A: ¿Qué? ¿dónde? ¿está bien? – dijo esperanzado.

C: Sí, sí, está bien, al menos físicamente - dijo con algo de tristeza – aunque a mí no quiere verme.

A: Camino - se lamentó – sabías que eso podía pasar.

C: Lo sé, lo sé - se limpió una nueva lágrima – bueno, necesito pedirte un favor. Si te digo la dirección, ¿irás a verla? – preguntó – Ya sé que tiene a Anabel y a Sophie para ayudarle en todo, pero Maite necesita un amigo ahora mismo, alguien que pueda hacerla comprender todo lo que pasó meses atrás.

A: Por supuesto, Camino. Iré hoy mismo – contestó – mándame la ubicación al móvil y le haré una visita.

Camino le mandó la ubicación para llegar a la cabaña por whatsapp y, tras charlar unos minutos más con él, colgó el aparato. Se sentía cada vez más triste y deprimida, por lo que se sentó en el sofá casi sin fuerzas y volvió a derrumbarse.

Caía la noche en aquel lago mientras Maite miraba el agua tranquila sentada en una de las rocas. Había salido a dar un paseo después de cenar, necesitaba aclarar su mente. Poco después de que Camino se fuera llegaron Anabel y Sophie y poco tiempo tuvo para pensar. La niña era un torbellino y pedía atención constantemente, fuera de su mami o de su tita, como ella les llamaba. Anabel había preparado la cena mientras Maite ayudaba a Sophie en la ducha. Con la niña delante no habían podido hablar y Anabel estaba deseando saber que había pasado entre ellas y si habían solucionado algo.

AMORES QUE MATAN (MAITINO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora