CAPÍTULO 41

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Capítulo cortito pero emocionante.....   :-)

Una semana, con sus siete días y sus siete noches, había pasado desde que Maite entrara de nuevo a trabajar en la facultad y, desde el primer día, tan sólo habían cruzado un par de saludos por los pasillos. Camino se mostraba entera cada vez que la veía cuando realmente lo único que quería era abrazarse a ella y no soltarla jamás. Maite de vez en cuando se mostraba desconcertada por la actitud de la alumna, no es que quisiera que se acercara mucho a ella, pero sí esperaba que lo intentara, sin embargo no había ocurrido y eso la tenía descolocada a la vez que algo enfadada.

Aquel día, Camino, Natalia e Ilde habían quedado con la hermana de éste, Anabel, para ir a comer. Camino y Anabel se habían hecho muy buenas amigas y salían juntas a comer o al cine cuando Natalia e Ilde hacían planes para estar solos.

Mientras Camino y Anabel esperaban en el vestíbulo a los otros dos, un chico bastante furioso se acercó a ellas y de muy malos modos empezó a gritarles.

Ni: Mira, mira, a quien tenemos aquí – dijo Nicolás – pero si es la zorra de Anabel....

An: Ni...Nicolás... ¿qué...qué haces aquí? – dijo muerta de miedo.

Ni: ¿Crees que soy estúpido? ¿Qué te ibas a librar tan pronto de mí? – preguntó mientras se iba acercando cada vez más a ellas.

C: Perdone, pero ya se puede ir largando de aquí si no quiere que llamemos a la policía – dijo Camino, poniéndose delante de Anabel, que no paraba de temblar.

Ni: No sé quién eres ni me importa, pero ya te estas quitando de en medio si no quieres que te parta la cara – dijo mirando con asco a Camino – y después se la partiré a ella también, parece que así es como aprende a obedecerme.

An: Nicolás, por favor, vete – imploraba Anabel – sabes que tienes una orden de alejamiento, no puedes estar aquí.

Ni: Como si fuera a importarme esa mierda de orden – cada vez estaba más cerca de ella – tú te vienes conmigo como que me llamo Nicolás y ya puedes ir despidiendo de todo el mundo....

C: ¡Llamad a la policía! – dijo Camino a unos compañeros que se habían acercado al oír los gritos, mientras ella intentaba que no se acercara a Anabel.

Ni: ¡Que te quites del medio! – dijo mientras le daba una bofetada a Camino tirándola al suelo del golpe.

M: ¡Camino! – gritó Maite mientras corría hacia ellas y le daba un puñetazo tan fuerte a Nicolás que le dejó tumbado en el suelo.

En ese momento llegaron corriendo Natalia e Ildefonso. Iban andando por los pasillos en la otra parte de la facultad para encontrarse con Camino y Anabel. Cuando oyeron los gritos e Ildefonso reconoció la voz de ese malnacido, salió corriendo lo más rápido que pudo y, al llegar, vio como algunos compañeros estaban sujetando a un Nicolás que forcejeaba con ellos mientras Maite les daba instrucciones de como inmovilizarle para que no pudiera escapar mientras ayudaba a Camino a levantarse.

Ildefonso se acercó rápidamente a su hermana seguida de Natalia. Anabel no paraba de llorar sentada en el suelo. Ildefonso la cogió y la abrazo fuertemente, diciéndole suavemente que todo iba a salir bien.

En ese momento llegó la policía, quien, al ver lo que estaba ocurriendo, rápidamente esposó a Nicolás y lo metieron en el coche para llevárselo a comisaria y tomarle declaración. Una de las agentes se acercó a ellos para preguntarles qué había pasado. Anabel estaba tan nerviosa que no era capaz de hablar, así que decidieron ir a la cafetería para ver si podía tranquilizarse un poco antes de declarar e Ildefonso y Natalia fueron con ella.

Maite, que conocía a la agente de policía, la convenció para dejar que Camino fuera un poco más tarde, ya que del golpe que le había dado Nicolás había empezado a sangrar del labio y era mejor que primero se curara la herida.

M: ¿Estás bien? - preguntó en un susurro ya mirando a Camino.

Camino levantó la mirada y se encontró con los ojos de Maite fijos en ella. Fue como volver al pasado, donde esos mismos ojos la miraban llena de amor y de paz. Maite se quedó un segundo parada dentro de esa mirada y algo se removió dentro de su cuerpo, pero pronto recordó tantas cosas que movió la cabeza para no continuar perdiéndose en esos recuerdos - ven – se levantó- vamos a curarte esa herida, tengo un pequeño botiquín en mi despacho.

Sin decir nada, Camino la siguió hasta su despacho y se sentó en una silla mientras Maite iba a coger el botiquín. Cuando ya estuvo de nuevo a su lado, sin apartar sus ojos de ella, Camino pensó que era un buen momento para intentar decir algo, para intentar un acercamiento con ella. Maite se giró y de nuevo sus miradas se encontraron, reviviendo una y otra vez imágenes de un pasado que no podían sacar ninguna de su mente por más que lo intentaran.

M: A ver – dijo tras carraspear un poco para poder hablar con más claridad – te ha dado un buen golpe.

C: No es nada – le quitó importancia, sin dejar de mirarla – el que tú le has dado a él sí que ha sido un buen golpe.

M: Ya, de formación profesional, me imagino – dijo sin creérselo ni ella misma - esto te va a picar – la informó cambiando de tema.

C: Maite, yo...

M: Ahora no hables... - susurró cortándola, diciéndolo por el hecho de tener que curarla, pero más bien como una súplica.

Con toda la delicadeza que pudo poner, con manos algo temblorosas curó la herida de esos labios que aun sin querer reconocerlo adoraba más que nada. Pero no podía, aún estaba demasiado dolida como para escuchar, como para reconocer que se estaba comportando de la misma manera que Camino en su momento, que estaba haciendo exactamente lo mismo que reprochaba.

Sin darse cuenta, de nuevo se habían perdido en los ojos de la otra, calladas, en silencio. Maite tenía la mano sobre los labios de Camino que, inconscientemente dejaba una caricia en ellos. Camino cerró los ojos para intensificar aquel momento, necesitaba tanto de ella...

Una oleada de sentimientos cruzó su cuerpo al sentir la mano de Camino quitarle un mechón de pelo de la cara. Sintió que su fortaleza se desvanecía como la espuma, el deseo crecía por momentos, la rabia parecía desaparecer, el dolor disminuía...

Ci: Camino – dijo Cinta entrando atropelladamente – que me acaban de contar lo que ha pasado, ¿estás bien?

La magia se perdió y el aire se volvió denso. El dolor volvió junto con la rabia, las miradas se deshicieron y el sonido volvió a invadir sus oídos. Maite dio un paso atrás mientras Camino bajaba la cabeza y en ambas lágrimas luchando por salir.

M: Esto ya está – dijo rápidamente – necesito ir al servicio un momento y Camino, es mejor que no hagas esperar a la agente de policía para la declaración – dijo saliendo del despacho sin dar opción a ninguna de las dos chicas que allí estaban a hablar.

Camino se quedó mirando por donde desaparecía la que seguía siendo y siempre sería el amor de su vida. Había estado cerca, tan cerca, que si no fuera por aquella repentina entrada inoportuna podría haber llegado a tanto... a tanto... y sin embargo se quedó en nada.

C: Ya podrías haberte preocupado por mí cinco minutos más tarde, Cinta – dijo frustrada a su amiga que la miró con gesto de circunstancia.


----- La historia no me pertenece al 100%, es una adaptación de la versión "Amores que matan" sobre Maca y Esther de Hospital Central de Werty_1983 (@RoLuimelia). Todos los derechos reservados a dicha obra. -----

AMORES QUE MATAN (MAITINO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora