CAPÍTULO 37

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Nuevo capítulo y por fin se volverán a encontrar Maite y Camino cara a cara....

¿Qué pasará? ¿Serán capaces de arreglarlo y perdonarse la una a la otra?....si quieres saberlo, sigue leyendo :-) 

C: Ya sé dónde estás, mi amor – dijo mientras cogía las llaves de su coche, una chaqueta y salía de casa con el fin de ir a su encuentro.

Ya en el coche intentaba recordar el camino exacto para llegar a aquella cabaña. Sabía que iba por buen camino, pero no estaba demasiado segura de su ubicación exacta. Miraba el gps del móvil mientras prestaba atención al tráfico que, a esas horas, por suerte, era bastante fluido. Pensaba en qué debía decirle a Maite cuando la viera y temía cuál sería su reacción al verla. La conocía demasiado bien como para saber que la profesora en esos momentos probablemente no quisiera saber nada de ella, pero aun así tenía que verla.

Pasaba ya una hora y media desde que había salido de casa y estaba empezando a impacientarse. Todavía no había visto nada que reconociera de la última vez que estuvo allí y empezaba a estar cada vez más nerviosa. Necesitaba ver y hablar con Maite y si no era capaz de encontrar la cabaña no podría hacerlo. Al girar en la siguiente curva de la carretera, por fin, vio algo que reconocía, un pueblo cercano a la casita de Maite por el que pasaron el día que su chica la llevó.

C: Disculpe – dijo llamando la atención de una señora que salía de la panadería del pueblo mientras paraba el coche – ¿podría indicarme como llegar a la casa del lago?

Señora: Sí, claro – dijo acercándose hasta la ventanilla – mire, tiene que llegar a la plaza principal y tomar la salida hacia el sur. Se encontrará con un camino de tierra y, a unos diez minutos, una salida hacia la derecha. Tome esa salida y siga todo recto, llegará en seguida – le indicó la señora.

C: Muchas gracias – agradeció desde el coche – perdone que le moleste de nuevo, pero ¿sabe si la casa está habitada ahora? – preguntó queriendo cerciorarse.

Señora: No está en venta, si es lo que quiere saber – contestó de nuevo – hay una familia allí desde hace unas semanas, dos mujeres y una niña, que vienen de vez en cuando al pueblo a comprar algunas cosas.

C: ¿Sí? – dijo feliz – muchas gracias y que tenga un buen día – dijo una vez más arrancando el coche para seguir las indicaciones de la mujer.

Como bien le había dicho la señora, a los quince minutos por fin llegó a aquella cabaña. Desde lejos la reconoció y los recuerdos de aquel fin de semana junto a Maite llegaron a su mente rápidamente. Y con aquellos recuerdos afloraron las lágrimas en sus ojos, recordándole el error que cometió al juzgarla. Cada vez tenía más claro que los sentimientos que su profesora le había mostrado aquel fin de semana que pasaron juntas no podían ser fingidos.

Aparcó a varios metros de la casa. Las persianas estaban bajadas y no había nadie por los alrededores. Caminó hasta la puerta de madera y llamó un par de veces sin obtener respuesta. Miró hacia atrás, buscando algún indicio de su presencia. Dio la vuelta a la casa pero nada, por alli no había nadie en ese momento. Anduvo hasta aquel lago creyendo que allí se encontraría su chica, pero las aguas totalmente calmadas y sin movimiento le hacían ver que allí no había nadie. Volvió de nuevo a la casa y pudo escuchar de lejos el sonido de un motor.

Agudizó la vista y vio un coche acercándose hasta allí. Aquel era su coche, seguro que era Maite, no podría ser otra persona en aquel lugar. Por fin...

El coche paró a unos pasos de ella. De él bajo Anabel, que, abriendo la puerta de atrás, ayudó a bajar a Sophie. Ésta, como cualquier otro niño de su edad, con la inocencia que les caracteriza, sonrió a Camino y le saludó con la mano. Rápidamente se acercó a ella.

AMORES QUE MATAN (MAITINO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora