CAPÍTULO 4

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Unos días después, Camino iba de camino a la cafetería con Cinta cuando se cruzaron con Lolita, que se les unió puesto que también iba a por un café.

Ci: Sigo sin saber por qué sigues estudiando – le decía mientras andaban – si yo fuera tu ya haría tiempo que estaría por ahí, viajando y viviendo la vida...

L: Si ya se lo he dicho yo muchas veces. El grado, vale, el máster, vale...pero ¿el doctorado? Si no te hace falta...

C: uf, que pesaditas que sois – decía ya algo cansada – me gusta estudiar, la universidad, me encanta el tema que he escogido para la tesis y no lo voy a dejar por eso, es simple.

Ci: Ya Camino, pero no sé – seguía diciendo – te cambia la vida totalmente, podrías...

C: Cinta – la cortó – sé que me cambia la vida – contestó – pero solo en la medida que yo quiera que me cambie y no pienso dejar de hacer algo que me gusta por esto

L: Cada día me sorprendes más – realmente estaba orgullosa de ella, su pasión por la pintura no cambiaba por mucho que su vida diera giros como el que estaba dando, otro en su lugar lo dejaría todo, sin embargo, Camino seguía siendo Camino y eso era admirable – Vamos a tomarnos ese café.

Dicho y hecho se fueron a la cafetería. Tras pedir los cafés, se sentaron al tiempo que vieron como la nueva profesora entraba distraída mirando en el móvil. Las tres se quedaron mirándola, era la nueva y por tanto la novedad. Maite llegó a la barra, aun sin quitarle apenas ojo al móvil, pidió un café y se sentó en una mesa sola, sin percatarse de la presencia de las tres mujeres dos mesas a su lado...

L: Le podríamos decir que se sentara con nosotras ¿no?

C: Claro – contestó – llámala.

L: ¡Maite! – Aumentó el tono de voz para hacerse escuchar, la profesora levantó la vista en respuesta a ese llamado – Ven a sentarte con nosotras si quieres.

La profesora no dijo nada, simplemente guardó el móvil, agarró su taza entre las manos y se levantó para sentarse con ellas.

C: Maite, te presento a Cinta, creo que no os conocéis ¿no?

M: Pues todavía no, encantada Cinta.

Ci: Lo mismo digo. Camino habla muy bien de ti – dijo sonriendo a Camino.

M: Espero que bien – dijo mirando también a Camino.

L: ¿Qué tal va la semana? – intentó cambiar de tema, puesto que vio que Camino empezaba a ponerse colorada.

M: Bien, la verdad es que muy bien – contestó amable – las clases están siendo muy interesantes y las tutorías con Camino van muy bien.

L: Hombre, supongo que sin haber trabajado durante estos años esto te parecerá una locura – soltó por ver si podía sacarle algo a la doctora, estaba bastante intrigada

Ci: ¿No has estado trabajando hasta ahora? – preguntó Cinta intrigándose.

M: No, que va, llevo varios años sin enseñar – contestó

Ci: ¿Y eso? – preguntó de nuevo. Camino agradeció que Cinta hiciera de nuevo esa pregunta, ella no quería parecer pesada, aunque se moría de ganas por saberlo.

M: Dejó de motivarme – contestó igual que lo había hecho con Camino y Lolita - ¿Y vosotras sois amigas desde hace mucho? – preguntó ella a Cinta y Camino para tomar el rumbo de la conversación

Ci: Una vida – sonrió – a veces pienso que parecemos más hermanas que amigas.

C: Es que es lo que somos, Cinta. Conozco a Cinta desde el instituto – dijo mirando a Maite- me ayudó mucho con la muerte de mis padres. Y también los primeros meses que viví con Lolita – dijo riendo – no se lo puse nada fácil.

L: Pero que exagerada – dijo riendo – simplemente eras una adolescente...con el tiempo se te fue el pavo y te convertiste en la responsable chica que eres ahora – dijo mirando con cariño a su hija.

Li: ¿Qué pasa, que aquí no trabaja nadie? – preguntó bromeando un Liberto que llegaba en esos momentos a la mesa

L: ¿Qué pasa, que tienes mucho lío y no te has tomado todavía un café? – le dijo riendo– mira te presento a la nueva profesora, que creo que todavía no os conocéis – señaló a Maite – él es Liberto, otro de los profesores de la facultad.

Li: Sí, ya nos conocemos – contestó dejando un poco descolocadas a las tres mujeres – espero que se estén portando bien contigo.

M: Sí, bastante bien gracias – dijo mientras le daba un sorbo a su taza.

L: No sabía que ya os habíais visto – siguió diciendo - ¿Cuándo os habéis cruzado?

Li: Lolita, te recuerdo que estoy casado con la persona más cotilla del mundo, que, además, es la secretaria de la facultad. El otro día fui a verla y Maite estaba allí firmando unos papeles.

El móvil de Liberto comenzó a sonar y tuvo que dejar la charla a medias, con una bienvenida se despidió de la nueva profesora que sonrió como agradecimiento, de nuevo se quedaron las chicas a solas.

Ci: Camino me ha dicho que no eres de Madrid – dijo para comenzar una nueva conversación.

M: Exacto – contestó.

Ci: ¿Y de dónde eres? – quiso saber Cinta.

M: Pues he vivido en tantos lugares que ya no sé muy bien de donde soy – contestó con una media sonrisa.

Ci: Ya... - no supo que responder a ese comentario - entonces, ¿dónde naciste? – preguntó una vez más Cinta.

M: Lo siento chicas – contestó mirando el reloj y levantándose rápidamente – tengo que preparar unas cosas para las clases de esta tarde y se me ha hecho muy tarde– sonrió victoriosa sabiendo como dejaba a las chicas y saliendo de la cafetería.

Ci: Un poco enigmática esta chica, ¿verdad? – dijo una vez la profesora desapareció - ¿a ti te lo ha dicho, Camino?

C: Pues el otro día le pregunté si conocía Madrid y me dijo que no. Quise preguntarle de dónde era, pero por la expresión de su cara no me atreví – dijo sonriendo y un poco avergonzada.

L: Ya nos enteraremos – sonrió – habrá que darle más confianza. Y, es bastante guapa, ¿no crees, Camino?

C: ¡Lolita! No empieces tú también como Cinta, que además de que es mi profesora, es bastante más mayor que yo.

L: Bueno, no es para tanto, unos cuantos años nada más – sonrió – aun así, creo que haríais buena pareja- sonrió maliciosamente mientras Cinta reía a carcajadas.

C: Anda vámonos, que me estáis poniendo nerviosa y tenemos clase en un rato.

L: Bueno, vale, ya no digo nada más – dijo mirando afectuosamente a su hija adoptiva – os espero el domingo a las dos para comer, ¿no?

C: Cuenta conmigo, ¿Cinta? – preguntó mirando a la chica.

Ci: Si, y conmigo.

Se despidieron y Lolita se dirigió a su despacho, mientras que las chicas se encaminaron cada una a un aula, donde tenían que impartir la siguiente clase.

----- La historia no me pertenece al 100%, es una adaptación de la versión "Amores que matan" sobre Maca y Esther de Hospital Central de Werty_1983 (@RoLuimelia). Todos los derechos reservados a dicha obra -----

AMORES QUE MATAN (MAITINO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora