A las seis de la tarde Camino se dirigía al despacho de Maite. Al final no había sido tan duro tener que dar la clase de Ildefonso. Los alumnos se habían portado muy bien, contestando todas las preguntas que les hacía Camino y, contenta por cómo se había desarrollado la clase, les había dejado salir 10 minutos antes. Todos estaban cansados, ella la primera, así que, por ser viernes, les hizo ese favor.
M: Hola preciosa – dijo nada más abrir Camino la puerta de su despacho.
C: Hola – dijo medio cantando – ya he terminado por fin la clase, ¿nos vamos?
M: Claro. Apago el ordenador, recojo mis cosas y nos vamos – contestó - ¿tú que tal, se te ha pasado ya el mosqueo?
C: Pues, más o menos – contestó – al final la clase ha ido mejor de lo que esperaba, me lo he pasado muy bien con los alumnos.
M: Lo ves – dijo sonriendo – algunas veces eres muy exagerada.
C: Bien lo sabes – sonrió – pero eso no quita que el lunes le eche la bronca a Ildefonso por hacerme esto sin avisar.
M: Por mí no hay problema –dijo maliciosamente– le puedes echar todas las broncas que quieras.
C: Hay que ver qué manía que le tienes, Maite – dijo medio en broma, medio en serio.
M: Pero si no he dicho nada...
C: Anda, vámonos – dijo – que tenemos que pasar por mi casa para que pueda coger algunas cosas para el fin de semana.
M: Claro - contestó – por cierto ¿has pensado ya donde vamos a ir?
C: La verdad es que no se me ocurre ningún sitio – contestó - ¿a ti no te apetece ir a algún lugar especial?
M: Umm - dijo tras pensar un par de segundos – la verdad es que hay un sitio que me encantaba y que hace siglos que no voy - terminó de decir.
C: ¿Dónde? – preguntó curiosa.
M: Ya lo verás – contestó interesante – será una sorpresa.
C: ¿Qué? – dijo – ni hablar. Anda, dímelo.
M: Camino, no seas impaciente – contestó – en un rato lo sabrás.
Salieron del despacho de Maite, ésta soltando una carcajada al ver la cara que ponía Camino. Al principio se mosqueó un poco porque no le quería decir dónde iban a ir, a pesar de seguir insistiendo mientras iban andando hacia el aparcamiento. Sin embargo, no le duró mucho tiempo el enfado. Solo de pensar que tenía un fin de semana entero por delante con Maite, hacía que la sonrisa volviera a su cara de manera permanente.
Una vez en el coche, Maite arrancó y fueron a casa de Camino. En quince minutos había cogido todo lo necesario para ese fin de semana y volvieron al coche para poner rumbo al lugar que tenía Maite en mente.
Dos horas más tarde por fin llegaban a ese lugar, donde Maite, nada más pisar tierra firme, sonrió al encontrarse allí. Realmente hacía mucho tiempo que no pasaba por allí y la última vez que lo hizo pensó que no volvería a ir nunca más.
Camino bajó del coche y abrazó por detrás a su chica, dejando un beso en su hombro y admirando el paisaje que tenía a su alrededor. Una casita de madera antigua en mitad de aquel paraje, un lago pequeño a un costado de la casa y lo que parecía un bosque al otro lado. Sonrió, era un lugar para perderse, literalmente, para pasar unos días sin que nadie las molestase, lo que ambas querían.
M: ¿Te gusta? – preguntó volviendo el rostro hacia Camino.
C: Es precioso – contestó mirando a su alrededor - ¿es tuya?
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AMORES QUE MATAN (MAITINO)
FanfictionDesde que sigo la trama Maitino (la conocí mucho más tarde que cuando se emitió en Acacias 38) he querido escribir algún fanfic, pues somos muchas las que estamos enganchas a estas pequeñas historias que nos dan la vida cada vez que la autora actual...