CAPÍTULO 23

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De vuelta en Madrid, Maite aparcó el coche frente al bloque de Camino. Ésta se volvió para mirarla sonriente y la profesora la imitó. Se quedaron así unos minutos, hasta que la alumna se acercó a ella para besar levemente sus labios. 

M: Bueno, pues vuelta a la rutina- dijo tras el beso.

C: Sí – contestó – sólo que ahora será más divertida – dijo atrapando de nuevo sus labios.

M: Y luego la mala soy yo – sonrió.

C: ¿Te quedas a dormir? – preguntó una vez se separaron un poco.

M: Debería ir a casa – dijo no muy convencida – no tengo ropa para ponerme mañana.

C: Yo te dejo algo – insistió – pero, anda, quédate - la besó una vez más – no tengo ganas de dormir solita, seguro que no podré dormir.

M: Entonces me tendré que quedar – contestó – no puedo permitir que no duermas y mañana vayas como un zombi por la facultad – terminó de decir sonriente.

Una vez aparcado el coche, entraron ambas en el bloque, saludando a Antoñito que le dio la bienvenida a Camino. Subieron y tras una ducha y comer algo, se metieron en la cama regalándose de nuevo besos y caricias que las llevó a ambas al mundo de los sueños.

Pasaron los días llevando su relación en secreto, como así lo quería Maite, aunque había veces que a ambas les costaba. Tanto, que uno de los días que no pudieron reprimirse, y, mientras se besaban con pasión en uno de los baños, fueron descubiertas por una Lolita, que, en vez de enfadarse con su hija por no habérselo contado, se alegró mucho por ellas y les guardó el secreto hasta nueva orden.

C: ¡Lolita! – dijo un poco avergonzada. Seguía siendo su madre y le había dado vergüenza que le pillara así con Maite, que, además, era su profesora, aunque algunas veces se les olvidara – lo siento, sé que te lo tenía que haber contado antes...

L: Camino, hija, no te preocupes – dijo rápidamente – si no me importa. Es más, estoy muy contenta por las dos – dijo mirando también a Maite que no sabía dónde meterse.

M: Si esto es un problema para que siga siendo la tutora de tesis de Camino...

L: Para, Maite – dijo cortándola – no pasa nada, no hay ningún problema con eso. Camino es adulta y no eres tú la que la vas a evaluar cuando presente la tesis, así que por eso no os preocupéis – dijo - por lo que te tienes que preocupar es por hacerla feliz y que no sufra – dijo mirándola amenazadoramente – porque si no si te las tendrás que ver conmigo – al ver la cara de Maite empezó a reír – que era una broma – dijo, consiguiendo que Maite y Camino también rieran – ahora en serio, hacía tiempo que no veía a Camino tan contenta y feliz, así que supongo que ha sido por esta situación y me alegro mucho por ello.

C: Gracias, Lolita – dijo abrazándola – te quiero tanto.

L: Y yo a ti, Camino – contestó – y ahora me voy que tengo muchas cosas que hacer. El domingo os espero a las dos para comer en casa – dijo – no acepto excusas – y se marchó dejando a Maite con la boca abierta.

C: Pues nada, el domingo no hagas planes que nos toca ir a comer con Lolita – dijo soltando una carcajada.

M: Evidentemente – dijo todavía con sorpresa – cualquiera le pone alguna excusa después de lo que acaba de soltar – Camino seguía riendo – anda, vámonos, que tenemos que seguir trabajando.

Así pasó un mes entero, viviendo en un sueño del que no quería despertarse. Pasaba casi todas las noches junto a Maite, quien se había dejado conocer hasta el punto de que Camino era la persona quien mejor la conocía. Sabía su estado de ánimo con tan solo mirar su rostro, sabía cuándo estaba enfadada, preocupada, feliz o alegre con tan solo verla, aunque fuera de lejos.

AMORES QUE MATAN (MAITINO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora